¿QUIÉN TEME A IRENE
MONTERO?
JUAN CARLOS MONEDERO
Esos a los que siempre les sobra media España
Siempre he visto en el Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender un buen resumen de las derechas españolas. En la novela, Paco el del molino, republicano inocente y pacífico, es entregado por Mosén Millán, el cura del pueblo, a sus ejecutores. A pie de su escondite, el joven traicionado es fusilado por los sanguinarios falangistas -los émulos españoles del fascismo de Mussolini, anfitriones de los nazis cuando Himmler y Goebbels visitaron España y responsables de una buena parte de los fusilamientos durante y después de la guerra-. Cuando oye la descarga, el cura mira para otro lado, se arrodilla, cierra los ojos e implora a dios por el alma del ejecutado. Nadie ayuda a Paco. Unos porque estaban con los asesinos; los más valientes, porque ya estaban en una fosa; otros, por miedo; una mayoría silenciosa, porque habían empezado a justificar su apoyo al golpe.
El cura tenía claro, en la contienda, quiénes eran los
suyos. Sabía que decir a los falangistas dónde estaba escondido su feligrés era
condenarlo, sabía que no le iba a pasar nada por denunciarle, sabía que su
conciencia lo olvidaría. Pero necesitaba decirse a sí mismo que él era un
hombre justo, que era un hombre de dios y que estaba en contra de esos
asesinatos. Pero lo cierto es que lo entregó. Su supuesta mala conciencia era
el tiro de gracia contra la mala España.
Esa "gente de bien" estaba dispuesta a
sufrir un poco por la represión y la violencia contra los republicanos, pero
igual santificaron la represión con su agua bendita. Santurrones que se
encierran a hacer ejercicios espirituales para luego poder seguir haciendo
daño. ¿Qué papel juegan hoy esos arquetipos dentro de VOX, del PP o del extinto
Ciudadanos (permítanme que no vaya más allá)? ¿Dónde estarán políticamente los
sanguinarios, los chivatos, los que no hicieron nada, los que miraron para otro
lado, los que cantaron con los vencedores para ser aceptados, los que
escribieron justificaciones? Lo dejo para la astucia de los lectores.
Cantaban el Cara al Sol, corean Que te vote Txapote
Hablaba mucho el humorista Gila contra la guerra y la
violencia. Era un republicano que se había salvado de un fusilamiento en la
guerra -me fusilaron mal, se reía, mostrando la cojera que le dejaron
las balas franquistas-. Siempre llevaba los crímenes -con o sin uniforme- al
absurdo, que es, en el fondo, donde habita la violencia cuando se la piensa.
A Gila le gustaba contar un chiste que nos habla de la
saga inmemorial de los de Que te vote Txapote, que son, así es la
vida, historia profunda de España:
-venía a casa y me he encontrado a cuatro grandullones
pegándole una paliza increíble a un tipo esmirriado.
-¿y qué has hecho?
-No veas entre los cinco cómo le hemos puesto al tipo
ese.
En España nunca han faltado voluntarios para fusilar.
Franco comenzó su dictadura fusilando y se marchó fusilando. Siempre tenía
voluntarios para apretar el gatillo y luego cantar el Cara al Sol (ese
himno que la Junta Electoral ve estupendo que vuelva a cantarse). Los que
equiparan las muertes en la parte republicana -al comienzo de la guerra,
espontáneas, no planeadas, por lo general respuestas irracionales después de
algún bombardeo o de alguna masacre franquista- con el plan meticuloso de
Franco de fusilar si hiciera falta "a media España" son parte de la
memoria oscura de la humanidad que también habita en esta esquina de Europa.
El surgimiento de Podemos y, sobre todo, la formación
del primer Gobierno de coalición de izquierda desde la República volvió a
poblar los partidos de derecha, los medios de comunicación y algunos púlpitos,
de voluntarios para una nueva Cruzada. Telecinco, Cuatro, Antena 3, la COPE,
esradio, El Mundo, La Razón han sido responsables de blanquear a la extrema
derecha. Y RTVE. Amén.
El gobierno de coalición, con toda seguridad, será
recordado como uno de los mejores gobiernos de la historia de la democracia. Un
gobierno que ha mejorado la vida -y que, en situaciones terribles como la
pandemia,un volcán o la guerra de Ucrania, no la ha empeorado, como ocurrió con
la crisis en 2008- a millones de trabajadores, pensionistas, mujeres, padres y
madres, abusadas y maltratadas, enfermos terminales, estudiantes, trans,
emigrantes que no podían votar, animalistas, ecologistas, víctimas del
franquismo, colectivos de memoria, nacionalistas y soberanistas, inquilinos...
Es verdad que se han quedado muchas cosas en el
tintero -la permanencia de la ley mordaza es intolerable-, que se ha sido
timorato en muchas cosas -alquileres, impuestos a las grandes fortunas y sobre
los beneficios caídos del cielo, perros de caza, tauromaquia, transición
ecológica, interinos e incluso la propia ley del trabajo- y se han cometido
errores de bulto -belicismo en Ucrania, entrega del Sahara, reforma del poder
judicial, falta de apoyo decidido a la ley del solo sí es sí (aunque se
hubieran puesto en marcha, como una medida del gobierno, mejoras técnicas, como
propuso la Ministra Irene Montero) y falta de compromiso con la pluralidad y
objetividad en los medios de comunicación, empezando por RTVE (lo que hubiera
significado no entregar la cabeza de Jesús Cintora y, después, toda RTVE a
Ferreras y a la derecha). El nuevo Gobierno de coalición debiera aprender que
ceder ante la derecha solo sirve para envalentonarles: ¿no es Feijóo un
candidato fotografiado con un narco de vacaciones en el peor momento de la
droga en Galicia y no pasa absolutamente nada?
Fusiladores de escritorio
Llama la atención que parte de los que más han
disparado contra Irene Montero desde la izquierda son los mismos que ahora
están exigiéndole que monte una speak corner en cada cruce de
calles para pregonar a los cuatro vientos las bondades de votar a Sumar. Ya
sorprendía la inquina con la que atacaban a Podemos en los últimos meses,
celebrando como únicas alternativas válidas las candidaturas de Más Madrid, de
Compromís e incluso la solitaria de Más País. Pero que ahora, para salvar la
cara, sigan disparando a Podemos demuestra cierta confusión.
Aunque no fuera su voluntad, han formado parte del
pelotón de fusilamiento mediático de Irene Montero, pues, cuando la voluntad de
las élites españolas de resucitar el régimen del 78 -tarea condenada al
fracaso- estaban tensando la cuerda contra la Ministra de Igualdad, estos
actores, casi siempre periodistas, hacían de tontos útiles de esa operación. En
los momentos en donde el poder judicial hacía política contra Podemos
disparando a Montero, esos francotiradores aprovechaban para exigir a los
morados que se entregaran con armas y bagajes. Como si de esa humillación fuera
a salir una nueva forma política luminosa.
Ha sido una actitud idiota, alimentada igualmente por
algunos sectores que mal aconsejaron a Yolanda Díaz. Y que son responsables del
lastre electoral que hoy detectan las encuestas en Sumar. Porque el consejo
inteligente debiera haber sido, desde el encuentro de Valencia, "cuenta
con todos y con todas".
¿Quién teme a Irene Montero?
Algunos dudan de qué va a hacer Irene Montero el 23J.
Yo lo tengo muy claro: votar a Sumar, entre otras cosas para que su compañera
de partido y secretaria general, Ione Belarra, sea diputada. Lo mismo que
debieran hacer todos los militantes y votantes de Podemos en donde les
corresponda votar. Porque un mal resultado de Sumar es un mal resultado de
Podemos y, sobre todo, es un mal resultado para la democracia española. A la
que pueden poner otra vez a cantar el Cara al Sol.
En la semana que queda sería conveniente que Sumar
cambiara la estrategia e invitara a sus actos a las caras conocidas de
Podemos. ¿Tiene sentido desperdiciar los recursos de diez años de
presencia política? Aún menos mal estaría mal que Yolanda Díaz se dejara
ver con las candidatas de Podemos allí donde son cabeza de lista (no es muy
comprensible su ausencia con Noemí Santana en Las Palmas). Sé que un gesto
hacia Irene Montero es complicado por el mucho empeño puesto, pero, como somos
un país católico, nos encantan las reconciliaciones. Y en las elecciones se
trata de convocar al voto.
Si yo puedo, tú puedes
Los diez años de Podemos han sido duros. Lo más
doloroso siempre es la interna. No duelen los puñetazos del adversario. Duelen
los abrazos que no te dan los compañeros. No me ha extrañado la falta de
solidaridad que hemos visto con las Ministras moradas del Gobierno. La
izquierda no siempre es un lugar amable. Algunos la sufrimos, en bastante
soledad, cuando empezaron los ataques, en fecha tan temprana como 2014.
Recuerdo que no poca gente que está hoy en Sumar pedían todos los días mi
dimisión por las acusaciones de Manos Limpias -que terminaron en la cárcel- y
los ataques del Gobierno de Rajoy utilizando Hacienda. Cuando se archivaron
todas las querellas -lo que no le ha pasado a Carlos Herrera, ni a Aznar ni a
Margallo ni a Maxim Huerta, quizá porque los tramposos siempre son ellos- mis
compañeros no se dignaron a pedirme disculpas. No pocos van en las listas de
Sumar. Sólo empezaron a cuestionar los ataques cuando la falsa "beca black"
de Errejón. Conmigo no movieron un dedo sino todo lo contrario. Y pese a todo,
voy a votarles.
Los buenos militantes no se marchan. Ni aportan su
voto para que gobierne la derecha. Como decía Vázquez Montalbán cuando le
preguntaban por qué seguía en el PCE contestaba: "porque quiero ser el que
apague la luz". Bastante noche llevan consigo las derechas españolas como
para que les prestemos el manto de nuestro voto. El 23J, ni un voto progresista
en casa. Os aseguro que si yo puedo, vosotros podéis.
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