EL ‘BULLYING’
GUILLEM MARTÍNEZ
1- Esto iba a ser la sección de perlas cultivadas y chorradas divertidas, propias de una campaña electoral en un sistema político que hace años que está pocho. En cierta manera, esta sección sigue siendo eso. Más un azar. El hecho de que la campaña haya coincidido con la refundación, sobre sí misma, de la derecha española. Ese hecho ha ido calando en la sección, de manera que en ocasiones ha sido el momento para describir a esa nueva extrema derecha, precisamente ahora, que se cree a sí misma joven, hermosa, fresca y en absoluto enferma, degenerada y con mal aliento.
2- La
nueva extrema derecha no es el franquismo. Sí, convoca a sus herederos, pero
eso es por defecto profesional, en tanto las nuevas extremas derechas son la
mayor amenaza a la democracia que vive el mundo desde el fascismo.
Contrariamente al franquismo, las nuevas derechas transcurren a través de
elecciones –o parecidos razonables, como no reconocer resultados electorales, o
como denunciar pucherazos en Correos–. Transcurren, por lo mismo, en la información,
y en sus paralelos patológicos, como la cotidianidad de la Guerra Cultural. Y
eso lo cambia todo. Como señala Steven Forti en su Extrema derecha 2.0
–Madrid, 2021–, la nueva derecha obtiene uno de sus pilares en la mentira.
En el fake, esa mentira dramatizada, basada en hechos reales,
y que requiere participación, incluso complicidad, por parte de quien decide
abrazar la nueva fe. Gracias al fake, como antaño gracias al
uniforme pardo, negro o azul, un ciudadano puede fundirse con sus líderes, ser
estadista, ser política, ser mentira. Participar en una aventura más intensa y
efectiva que la democracia, que está pallá. Defender que España
está viviendo una crisis de okupación, y/o que ETA no solo existe, sino que
gobierna; defender que Italia está sufriendo una crisis por la llegada masiva y
constante de inmigrantes a sus costas, o defender que Catalunya será un Estado
en 18 meses, que todo está preparado, y que lo único que tienes que hacer es
obedecer ciegamente.
Gracias al fake, como antaño gracias
al uniforme pardo, negro o azul, un ciudadano puede fundirse con sus líderes
3- El fake no
es la mentira clásica. Requiere una metodología. El día del debate
Sánchez-Feijóo se vio, de manera diáfana, que la metodología consiste en no
dejar hablar al interlocutor. Eso es importante, pues no dejar hablar es una
violencia. No dejar hablar es, más concretamente, una de las regiones del bullying.
Si alguien te pregunta, en el patio del cole, “¿De qué te ríes, risitas?”, es
obvio que ese alguien no espera una respuesta. Y que, de hecho, no va a
permitirla. “¿De qué te ríes, risitas?” no es una pregunta. Es una
interrupción. Es el inicio de un ínterin en el que el interrogado pierde el
turno de palabra. Como poco y para empezar.
4- Es
importante, no obstante, no ser cursi con la palabra violencia. Violencia es
violencia, y no un soneto a la violencia. Feijóo, evidentemente, no pegó a
nadie. Y es muy posible que nunca lo haga. Simplemente practica, como ha
quedado claro a tiempo real, una serie de dinámicas en la comunicación –más
feas que pegarle a un padre– que, en el trance de ser reproducidas y adaptadas
por sus seguidores –no solo por sus seguidores uniformados–, conducen
indefectiblemente a la violencia en 3, 2, 1. Más concretamente, al bullying,
al acoso violento de personas que dispongan de trazos sensibles de ser odiados.
No sé. Ser usuario de otro nacionalismo, o ni eso, de otra lengua, de otro
color de piel, de otra manera de hacer la caidita de Roma, o ser usuarios del
Sanchismo, ese corpus tan amplio que, por tanto, puede cobijar cualquier
cosa. Seguro que cabe, me temo, ser un risitas de cajón.
5- La
sociedad es muy sensible a esas enseñanzas, a esas innovaciones, a cualquier
variación en el marco del civismo. Por lo que el día del debate –y, desde entonces,
en cualquier defensa de un fake, atacando, no dejando hablar
al interlocutor–, la sociedad ha visto despenalizar, ante sus ojos, el acoso.
Es más, la sociedad coge al vuelo esos tipos de cambios. Y los aplica o los
evita con presteza, pues son, básicamente, ideología. Para que vean que esos
fenómenos de reflejo, de copia, en la sociedad, van rapiditos, concretamente, a
la velocidad de la luz, no se pierdan el punto 6.
El día del debate, la sociedad ha visto
despenalizar, ante sus ojos, el acoso
6- Esta
semana ha aparecido el informe del Observatorio contra la Violencia Doméstica y
de Género, dependiente del CGPJ. En La Vanguardia, dos
reporteros de sucesos han cotejado los datos del informe, y los han superpuesto
a la agenda política. Desde hace dos semanas, señalan, se ha intensificado el
asesinato de mujeres por parte de sus parejas. Son siete mujeres. Señalan que,
en efecto, julio es el peor mes, estadísticamente, para el crimen de género.
Pero lo ocurrido en las dos últimas semanas es excesivo, incluso, para julio.
Los autores del reportaje unen esa punta a un mensaje político: la
despenalización, ambiental, del maltrato de género, a partir de los pactos
PP-Vox autonómicos y municipales, a partir de la incorporación de la cosa
“violencia intrafamiliar, que no existe en el punto de vista judicial”, y a
partir de la supresión de concejalías y consejerías de Igualdad.
7- Lo
dicho, la sociedad, tratada como niños, hace lo que hacen sus mayores. Es ahí,
en esos cambios en el civismo, donde la nueva derecha se identifica y se
comunica con su electorado. Para todo lo demás, fakes, esas
cosas que nacen tras el bullying.
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