EN TU CAMPAÑA O EN LA MÍA
ANTÓN
LOSADA
Superados los debates cara a cara entre Pedro Sánchez y los líderes de la oposición, Ana Rosa y Pablo Motos, y tras los rendezvousde ambos ante Núñez Feijóo, la campaña del 23J se dispone a ofrecernos una especie en extinción, una reliquia del pasado y de otra política: un cara a cara entre los dos aspirantes a hacerse con la presidencia del Gobierno. En una precampaña donde se ha hablado más de periodismo y periodistas que de políticas y políticos, se antoja una novedad casi revolucionaria. Pero no se asusten, sólo será un debate; no nos vayamos a enviciar, que de la droga se sale, pero de la política no.
Es el momento, que
diría Feijóo. Tres de cada diez votantes de izquierda y dos entre cada diez de
derechas declaran decidir su voto durante la campaña. Los electores del PSOE y
Sumar han pedido más el voto por correo, pero están, como sucedía antes del
28M, casi cinco puntos menos decididos a ir a las urnas que los votantes del PP
y Vox; casi los mismos números que les distancian en fidelidad de voto según el
CIS ¿Qué significan estas proporciones? Ni idea. En un país donde se publican
hasta cinco y seis encuestas por día, sobran politólogos patrios que se lo
explican todo en una gráfica. Lo único que parece bastante seguro para todos es
que, o movilizan ahora, o ya irán tarde.
A Feijóo y al PP se
les está haciendo larga la campaña. Les han dado tanto el balón que recuerdan a
esos equipos que, de sentirse tan ganadores, no saben qué hacer con la pelota
durante el tiempo de juego restante. Se la estarían pasando al portero hasta
que el árbitro pitase el final del partido. Al PSOE y a Sánchez se les está
poniendo cara de irles a faltar unos días de campaña y un debate, como a Felipe
González; a este paso el presidente le concede una entrevista al portero automático
de tu edificio.
La mala noticia
para el bloque de derecha y ultraderecha reside en que invocar al sanchismo y a
Bildu ha perdido parte de su magia. La buena noticia para el bloque de la
izquierda y sus socios nacionalistas es que el marco de la campaña se ha
movido. La gran ventaja ganada por el PP en mayo fue sembrar entre la mayoría
del electorado la idea de que todo se reducía a echar a Sánchez y lo demás, o
se arreglaba solo, o ni siquiera había que arreglarlo.
Un mensaje que era
música en los oídos para el electorado conservador, instalado en la idea de que
se les había robado el gobierno en la moción de censura y todo cuanto pasó
después –las dos elecciones generales ganadas por el sanchismo incluidas– no
debería contar. Un mensaje que era la coartada perfecta para ese tercio de
votantes socialistas que no le perdona a Sánchez haber pactado la coalición con
Pablo Iglesias, también para esos electores a la izquierda del PSOE a los que
siempre se ve más contentos en la oposición y con cuentas pendientes de ajustar
con los suyos.
Además de
evidenciar que el ruido ha cambiado de lado y ahora lo produce la derecha, los
pactos en racimo entre el PP y Vox han reconfigurado la elección de julio. De
entrada, han evidenciado la realidad que algunos trataban de disfrazar tras los
grandes números. El supuesto tsunami azul no llega a las playas del poder sin
los votos de Vox, la ultraderecha lo sabe y tiene muy claro qué quiere a
cambio: poder y presupuesto para librar desde las instituciones sus cruzadas
ideológicas contra todo lo que pretende echar al cubo de la basura.
Feijoo empezó la
precampaña comentándonos todo cuanto iba a derogar. Ha arrancado la campaña
detallándonos todo cuanto no piensa tocar. Algo está cambiando. Ya no se trata
de elegir entre seguir igual con o sin Sánchez. Ya no se trata únicamente de
restaurar el orden tras el supuesto desorden de la coalición. Ahora va de
mantener a Sánchez para mantener el rumbo o cambiar a Sánchez para cambiar el
rumbo. Parece lo mismo. Pero no lo es.
Se visualizan cada
día con mayor nitidez dos coaliciones, dos visiones ideológicas y dos modelos
de políticas. Justo aquello que Feijóo quería evitar a toda costa. No hay
encuesta capaz de anticipar qué efecto puede tener este cambio de significado
en la elección del 23J. Seguramente sólo lo sabremos cuando empecemos a contar
las papeletas.
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