ALTRUISMO PATERNO
Rafael ZAMORA MÉNDEZ **
Tras el dormir y el
soñar está lo que más importa: DESPERTAR.
Cuando tenemos la
inmensa fortuna de poder refrescar
determinadas diferentes viejas ilusiones o distintas caducadas memorias, todas
ellas, acopladas, nos suponen el poder
inesperadamente encontrarnos con algo completamente receptivo y
totalmente nuevo.
La pátina del
Tiempo es una secreta quincalla que nos lleva de un lugar a otro, con
apremiante holgura, sin el gravoso
acuciamiento de tener que abonar oneroso pasaje alguno.
Durante toda la
gestada existencia de la cambiante
HUMANIDAD, sus incontables nativos han puesto de relieve las diversas aficiones
adquiridas, santas virtudes desempeñadas y pecadoras bajezas ultrajantes.
Los hay, o
habremos, que nos desbordamos por el entronizado FÚTBOL; otros,a granel, por la educacional buena LECTURA, SANA
ALIMENTACIÓN, MEDICINA, BIOLOGÍA, INGENIERÍA,
INSPIRADA POESÍA, ALTA LITERATURA, SONORA MÚSICA y… sin lugar a vanas
incertidumbres, la generalidad, con todos los demás aludidos títulos y profesiones susodichas, por EL
CINE.
Aquí, se apunta un
servidor, sin dispararse ni una sola descarga y con los repetidos fogonazos de
una muy temprana afición, adquirida a la limitada edad de los ocho años.
Resulta que en una
concurrida Pensión que mis padre tenían
instalada en la calle de “Bravo Murillo 18”, en Las Palmas de Gran Canaria,
hasta la misma, un buen día nos llegó la imprevista visita un solitario
octogenario señor, cubano él, de nombre AGUSTÍN DEL ROSARIO CASTRO, caballero
de exquisita benevolencia, atractiva seducción e hidalga presencia, “solicitando FAMILIAR HOSPEDAJE”,
motivo por el cual, se le adjudicó una exclusiva y holgada selecta habitación que, por entero, colmó sus amables
pretensiones..
Fueron muchos los
años que con nosotros conviviera, como un afectivo emparentado más de la casa.
Además de sus
extendidos ahorros, contaba con los espléndidos entrantes monetarios
mensuales que le proporcionaba el
alquiler de una vieja vivienda terrena, ubicada entre la calle de “León y
Castillo”, vertical a la de Murga y con
horizontal salida a la de Venega, religiosamente abonada por la Empresa que
regentaba el renombrado cine “ROYAL”, notorialmente contratada para permitir
poner en la fachada de su extenso muro, los cartelones de las películas
programada a proyectar.
Debido a su
avanzada edad, me escogió a mí de “lazarillo” y todas las tardes le acompañaba
al citado cinema, al que penetrábamos gratuitamente, de tal forma y suerte,
que... ¡altas fueron las veces que, en solitario, lo llevaba yo a cabo, bajo el total consentimiento del
serio portero que, siempre vio en mí “ al afectuoso nieto de Don AGUSTÍN”!
Madre mía...¡ año
tras año, día tras día, atiborándome de enlatados rollos, repitiendo sin cesar,
aquellos que más éxito tuvieron que, ¡hasta ya me sabía de corrido, los diálogos enteros de cuantos
intérpretes entraban en el amplio elenco
del argumento!
Una aciaga mañana,
el bueno de Don Agustín, no se levantó de la cama.
Se le pronosticó
una repentina y peligrosa apoplejía, de la cual, de ningún modo, despertó.
Ante mis propios
ojos, observé cómo el médico le colocaba sedientas sanguijuelas y ampollados vasos calientes
sobre sus espaldas, a la esperanzadora expectativa de una milagrosa reacción.
Nos acompañaba uno
de sus más cercanos amigos, caribeños él y preclaro Notario de profesión, el
cual, le dijera a mi padre:
-.- DON
AURELIO:Este solitario hombre no tiene ninguna familia.¡Ha llevado muchos años
viviendo con ustedes y es muy justo el
que ustedes ahora, hereden sus diversos
bienes!
No tiene
conocimiento ni conciencia.
Le preparó el
adecuado documento legal, le tomamos la mano y estampamos su firma.
-.- ¡DE NINGUNA
MANERA! SIN SU TOTALES RAZONES EN FUNCIÓN, EN ABSOLUTO, ACEPTO SU TAN TENTADOR
OFRECIMIENTO!
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Y,¡ahí, durante
copiosos años y años, estuvo arrinconado ese habitáculo, al desventurado pairo,
desaliñado y continuando prestando sus funciones programadoras, hasta la
desaparición de los que fueran contemplados “MULTICINES ROYAL”
Con toda seguridad
que el mismo Estado sea quien se haya quedado con los millonarios beneficios de
una vieja vivienda, en la que, actualmente, se han elevado millonarios pisos de
primera categoría arquitectónica.
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Elogiable es la
honradez,
y la inocencia
también,
pero resulta
idiotez,
si alguna que otra
vez,
no se quiebra para
bien.
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