GENERACIÓN PERDIDA
Eduardo Sanguinetti,
filósofo, poeta y performer.
(Foto: Vera Sanguinetti)
“Los diferentes son eliminados por la policía, por su familia y otros por sí mismos. Lo que queda es lo que ves… Es duro ¿no?... ¡It’s hard!” (Fragmento de mi libro Big Relato, 2007)
Generación perdida, término utilizado, para referirse a los escritores estadounidenses expatriados, que vivieron en París durante los decenios de 1920/30, del pasado siglo, disidentes del sistema y de la “Gran Guerra”… Generación perdida fundacional en acto de rebelarse al gobierno de Estados Unidos, en cuánto a la política genocida, colonizadora y bestial impuesta por ese país en el mundo, que se perpetúa hasta el presente.
Gertrude Stein
bautizó a estos escritores, con una frase memorable aplicada a la conocida
“Lost Generation”: "Todos ustedes son una generación perdida",
palabras que se utilizaron como epígrafe del libro "Y el sol sale" de
Ernest Hemingway… Si bien algunas de los escritores de la “Lost generation”,
como lo fueron. John Dos Passos, John Steinbeck, William Faulkner, Ernest
Hemingway, Scott Fitzgerald Henry Miller, Aldous Huxley, son un clásico en el
presente, sus obras fueron criticadas e incluso silenciadas en aquel tiempo...
Como he expresado en una entrevista que me realizó el periódico El Cronista el
12 de octubre de 1989: “Nadie es profeta en su tierra, al menos que se
encuentre bajo tierra.”… La serie de exilios y censuras continúa, nada ha
modificado el curso de los actos, elevados a voces que se silencian. El
ninguneo es indignante y criminal… No olvidemos que los pueblos sin cultura no
pasan a la historia.
Generación perdida,
accionando en contragolpe constitutivo al fascismo que se instalaba en Europa
en aquellos tiempos, de dictadores profusos y ridículos gobernantes, que
llevaron al mundo a una guerra atroz… Hoy la historia se repite en este milenio
de boatos fúnebres, donde la inteligencia artificial domina, dicta y rige a una
humanidad paria en vías de extinción, sin ánimos para dar el tan ansiado giro de
180 al estado de las cosas, antes que se cristalice el final ordenado que se
avizora…
Final anunciado,
cual apocalipsis cotidiano, donde monopólicas empresas como Netflix, Inc.,
plataforma de streaming estadounidense, construyen mundos paralelos en sus
distópicos films, consumidos por millones de espectadores en estado de
anomia…Films devenidos en comedias espectaculares en clave matrix, donde la
piedad no tiene lugar, en antípodas a la eticidad y a la verdad… Netflix,
manipula realidades, eliminando y deformando historias de vida, por dictamen
del poder espectral, en la apuesta desde la puesta de “aggiornar” o destruir
huellas imborrables de obras originales de la “Generación Perdida”, que
marcaron un punto de inflexión en la Literatura del siglo XX.
"Generaciones
perdidas", frase que utilizó Ángel Rama para definir a los escritores e
intelectuales latinoamericanos que emigraron o escribieron desde el destierro
(más que desde el exilio). Esto anuncia también por lo tanto el testimonio de
un fracaso: de clase, de imaginario, de política, de cultura, de estado, de
nación. «Generaciones perdidas». Aún hoy, en este impertinente espacio y tiempo
de tercer milenio donde nosotros los «desaparecidos en democracia», no somos,
no estamos, no existimos.
"Generaciones
perdidas", que responde a un plural que permite disecciones reductoras.
Primero, aquellos que "perdieron" la lengua (Héctor Bianciotti,
"Copi", Rodolfo Wilcock y Néstor Perlongher); segundo, aquellos que
"perdieron" la vida (los desaparecidos Rodolfo Walsh, Haroldo Conti,
Roberto Santoro, Francisco Paco Urondo); tercero los que "perdieron la
patria" (Antonio Di Benedetto, Daniel Moyano, Osvaldo Lamborghini).
En nuestra
experiencia atroz de ser parias, exiliados de nuestros espacios de nacimiento,
se destaca la ausencia de "patria", el haber sido traicionados
sistemáticamente y de manera brutal borrados de esta tierra, mediante
representaciones y prácticas delictivas, de mentira y sumisión a la evidencia,
en nombre del ¿acuerdo? y ¿el proyecto nacional?... Se ha convertido en
indiscutible e inamovible la publicidad del delito elevado a categoría de
tendencia a seguir, a símbolo de un tiempo donde la legitimación de estafadores
y mentirosos en puestos de gobierno, se ha ido cristalizando en estos años, ante
los ojos de una ciudadanía mansa y obediente… Sin olvidar a los candidatos
“chatarra”, cualquiera, todos, ninguno, mesías inversos que pretenden gobernar
Argentina, sumando dividendos y avaricia, mercadeando la pobreza, mientras
Argentina duerme y la memoria deviene turbia, enmarcada en slogan… Los dolores
de un pueblo no se venden.
Desde ese
"locus" enunciativo que en absoluto pretendo convertir en una
distintividad positiva. En ese sentido, y más allá de cualquier programa de
lectura (explícito e implícito) que pueda y me dejen sostener, mi reflexión
aviva «fantasmas» (en términos políticos-sociales-culturales) de cualquier
intelectual rentado o mercenario oportunista del régimen: ¿Cuál es el límite,
cuáles son las ‘fronteras’ de nuestro país? ¿Qué es eso que llamamos cultura
nacional?... La elección de las prioridades determina lo que es posible.
Paradójico, que
desde los poderes asimilados al régimen de un capitalismo fundante y
perseverante de la ley de mercado, absolutamente vigente en Argentina y el
planeta, las acciones congeladas de funcionarios y demás miembros de gobiernos,
que renuncian a sus responsabilidades y obligaciones, en sus políticas
fundamentales dejadas en el umbral de los sueños perdidos, una inmensa sombra
(esa niebla de Julio Cortázar, un desterrado del peronismo iniciático), en
"El Examen" o la de Bianciotti en "Lo que la noche le cuenta al
día") da idea de opresión, de deseo fracasado: la sombra de un
autoritarismo empapa la institución y las disputas del campo intelectual argentino
escenifican la falta de una verdadera disputa.
La canonización de
la farsa es casi evidente. Como intelectual perteneciente a la Generación
perdida y traicionada, que goza y sufre este tiempo, pertenezco a él, aún
negándome a no ser parte de la "historia oficial]".
Soy actor, con
otras voluntades lúcidas, de la "Indignada generación perdida y
traicionada", en búsqueda de un proto-suelo generacional desde el cual
pretendemos (re) mover un (no) debate (in) actual… Una cultura que queremos con
"atributos" y sin pre-fijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario