martes, 23 de mayo de 2023

GENERACIÓN PERDIDA

 

GENERACIÓN PERDIDA

Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y performer.

(Foto: Vera Sanguinetti)

“Los diferentes son eliminados por la policía, por su familia y otros por sí mismos. Lo que queda es lo que ves… Es duro ¿no?... ¡It’s hard!” (Fragmento de mi libro Big Relato, 2007)

Generación perdida, término utilizado, para referirse a los escritores estadounidenses expatriados, que vivieron en París durante los decenios de 1920/30, del pasado siglo, disidentes del sistema y de la “Gran Guerra”… Generación perdida fundacional en acto de rebelarse al gobierno de Estados Unidos, en cuánto a la política genocida, colonizadora y bestial impuesta por ese país en el mundo, que se perpetúa hasta el presente.

 

Gertrude Stein bautizó a estos escritores, con una frase memorable aplicada a la conocida “Lost Generation”: "Todos ustedes son una generación perdida", palabras que se utilizaron como epígrafe del libro "Y el sol sale" de Ernest Hemingway… Si bien algunas de los escritores de la “Lost generation”, como lo fueron. John Dos Passos, John Steinbeck, William Faulkner, Ernest Hemingway, Scott Fitzgerald Henry Miller, Aldous Huxley, son un clásico en el presente, sus obras fueron criticadas e incluso silenciadas en aquel tiempo... Como he expresado en una entrevista que me realizó el periódico El Cronista el 12 de octubre de 1989: “Nadie es profeta en su tierra, al menos que se encuentre bajo tierra.”… La serie de exilios y censuras continúa, nada ha modificado el curso de los actos, elevados a voces que se silencian. El ninguneo es indignante y criminal… No olvidemos que los pueblos sin cultura no pasan a la historia.

 

Generación perdida, accionando en contragolpe constitutivo al fascismo que se instalaba en Europa en aquellos tiempos, de dictadores profusos y ridículos gobernantes, que llevaron al mundo a una guerra atroz… Hoy la historia se repite en este milenio de boatos fúnebres, donde la inteligencia artificial domina, dicta y rige a una humanidad paria en vías de extinción, sin ánimos para dar el tan ansiado giro de 180 al estado de las cosas, antes que se cristalice el final ordenado que se avizora…

 

Final anunciado, cual apocalipsis cotidiano, donde monopólicas empresas como Netflix, Inc., plataforma de streaming estadounidense, construyen mundos paralelos en sus distópicos films, consumidos por millones de espectadores en estado de anomia…Films devenidos en comedias espectaculares en clave matrix, donde la piedad no tiene lugar, en antípodas a la eticidad y a la verdad… Netflix, manipula realidades, eliminando y deformando historias de vida, por dictamen del poder espectral, en la apuesta desde la puesta de “aggiornar” o destruir huellas imborrables de obras originales de la “Generación Perdida”, que marcaron un punto de inflexión en la Literatura del siglo XX.

 

"Generaciones perdidas", frase que utilizó Ángel Rama para definir a los escritores e intelectuales latinoamericanos que emigraron o escribieron desde el destierro (más que desde el exilio). Esto anuncia también por lo tanto el testimonio de un fracaso: de clase, de imaginario, de política, de cultura, de estado, de nación. «Generaciones perdidas». Aún hoy, en este impertinente espacio y tiempo de tercer milenio donde nosotros los «desaparecidos en democracia», no somos, no estamos, no existimos.

 

"Generaciones perdidas", que responde a un plural que permite disecciones reductoras. Primero, aquellos que "perdieron" la lengua (Héctor Bianciotti, "Copi", Rodolfo Wilcock y Néstor Perlongher); segundo, aquellos que "perdieron" la vida (los desaparecidos Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Roberto Santoro, Francisco Paco Urondo); tercero los que "perdieron la patria" (Antonio Di Benedetto, Daniel Moyano, Osvaldo Lamborghini).

 

En nuestra experiencia atroz de ser parias, exiliados de nuestros espacios de nacimiento, se destaca la ausencia de "patria", el haber sido traicionados sistemáticamente y de manera brutal borrados de esta tierra, mediante representaciones y prácticas delictivas, de mentira y sumisión a la evidencia, en nombre del ¿acuerdo? y ¿el proyecto nacional?... Se ha convertido en indiscutible e inamovible la publicidad del delito elevado a categoría de tendencia a seguir, a símbolo de un tiempo donde la legitimación de estafadores y mentirosos en puestos de gobierno, se ha ido cristalizando en estos años, ante los ojos de una ciudadanía mansa y obediente… Sin olvidar a los candidatos “chatarra”, cualquiera, todos, ninguno, mesías inversos que pretenden gobernar Argentina, sumando dividendos y avaricia, mercadeando la pobreza, mientras Argentina duerme y la memoria deviene turbia, enmarcada en slogan… Los dolores de un pueblo no se venden.

 

Desde ese "locus" enunciativo que en absoluto pretendo convertir en una distintividad positiva. En ese sentido, y más allá de cualquier programa de lectura (explícito e implícito) que pueda y me dejen sostener, mi reflexión aviva «fantasmas» (en términos políticos-sociales-culturales) de cualquier intelectual rentado o mercenario oportunista del régimen: ¿Cuál es el límite, cuáles son las ‘fronteras’ de nuestro país? ¿Qué es eso que llamamos cultura nacional?... La elección de las prioridades determina lo que es posible.

 

Paradójico, que desde los poderes asimilados al régimen de un capitalismo fundante y perseverante de la ley de mercado, absolutamente vigente en Argentina y el planeta, las acciones congeladas de funcionarios y demás miembros de gobiernos, que renuncian a sus responsabilidades y obligaciones, en sus políticas fundamentales dejadas en el umbral de los sueños perdidos, una inmensa sombra (esa niebla de Julio Cortázar, un desterrado del peronismo iniciático), en "El Examen" o la de Bianciotti en "Lo que la noche le cuenta al día") da idea de opresión, de deseo fracasado: la sombra de un autoritarismo empapa la institución y las disputas del campo intelectual argentino escenifican la falta de una verdadera disputa.

 

La canonización de la farsa es casi evidente. Como intelectual perteneciente a la Generación perdida y traicionada, que goza y sufre este tiempo, pertenezco a él, aún negándome a no ser parte de la "historia oficial]".

 

Soy actor, con otras voluntades lúcidas, de la "Indignada generación perdida y traicionada", en búsqueda de un proto-suelo generacional desde el cual pretendemos (re) mover un (no) debate (in) actual… Una cultura que queremos con "atributos" y sin pre-fijos.

 

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