¡BOLLERAS DE MIERDA!
Con
la violencia LGTBIfóbica, al igual que con la misógina y la racista, siempre se
ponen en el foco a la víctima y al agresor para buscar un culpable. Pero nunca
se mira hacia arriba, cuando la inacción de las instituciones es la raíz de que
todo esto siga ocurriendo.
LAURA TERCIADO - CANAL RED
En las redes sociales siempre ocurre lo mismo. Hay un patrón que se calca una y otra vez como una suerte de Día de la Marmota digital de la que, pese a ser ya más que conscientes, no logramos despertar y salir. El modelo se repite sin parar: un pequeño medio autonómico, o incluso un perfil menor en Twitter, denuncia un hecho que los generalistas (por lo que sea) ignoran. Normalmente se trata de agresiones o vejaciones hacia colectivos que conocemos como "minoritarios", aunque el espectro de las personas que no somos varones blancos cishetero no supongamos, ni de lejos, una minoría. Entonces, esa información se viraliza, generalmente fruto de la buena fe, la empatía y la solidaridad de los pertenecientes a ese colectivo, que lo denuncian y comparten. Pero (admitámoslo) lo hacemos sin contrastar ni comprobar veracidad ni fuentes. Con el titular nos vale.
Ayer, por ejemplo,
corrió como la pólvora la noticia de la agresión lesbófoba que sufrió una
pareja en el parque Warner de Madrid el pasado sábado. Dos mujeres canarias,
Conchi y Gemma, recibieron una paliza por parte de 15 personas al grito de
"¡Bolleras de mierda!". Iban con sus hijxs, menores de edad. Esta
agresión violenta no ha tenido mayor recorrido en la prensa ni la televisión
por tres razones: la misoginia, la LGTBIfobia y la xenofobia. Porque, si
continuamos leyendo más allá del titular, en seguida comprobamos que el grupo
agresor estaba compuesto por personas gitanas.
Aunque a los medios
manejados por la derecha y la ultraderecha se les hayan afilado los colmillos
al comprobar que se trataba de una agresión perpetrada por gitanos, esto no es
motivo suficiente como para difundir la noticia. Les encanta señalar a
cualquiera que no sea blanco y europeo cuando hay un acto delictivo… pero esto
solamente vende cuando se puede usar de arma arrojadiza contra las leyes
feministas y poder perpetuar las ideas de que “solo los menas os roban”, “solo
los negros os violan”, “solo los moros maltratan a las mujeres”. Pero en este
caso se trata de una agresión LGTBIfóbica a dos mujeres, y no vaya a ser que
alguien piense que defienden a dos lesbianas de algún modo. Mejor pasar. Mejor
seguir invisibilizando, a cuantos más colectivos mejor.
Sin embargo, con
los medios de izquierdas pasa algo similar. Aunque las razones sean contrarias:
a ver si vamos a quedar de racistas, mejor no ponemos nada.
Esto pasa por una
cuestión muy concreta: en España seguimos centrando las noticias (y los
juicios) en el plano sujeto agresor / sujeto agredido. Siempre hay un
responsable, un culpable, pero éste debe ser por fuerza uno de los sujetos
implicados en la agresión. “Ella se quedó quieta y no hizo nada” es una frase
que escuchamos en casos de violación, de violencia machista, de acoso o incluso
de robo con fuerza e intimidación. No es casualidad que nos inculcaran esa
lección desde pequeñas: no hagas nada, no te muevas, evita que lo que te hagan
sea mucho peor.
Así que tú serás la
culpable, por no haber evitado lo que te ha pasado, o por no haberlo contado
después. Pero nunca las instituciones. Y sí que lo son, siempre lo son. Siempre
que hay bullying, siempre que hay una paliza, un asesinato, una violación, un
suicidio provocado por el acoso, siempre que hay violencia racista, misógina o
LGTBIfóbica es culpa de las instituciones. O, más bien, de la inacción de las
instituciones.
Image
«Esta agresión
violenta no ha tenido mayor recorrido en la prensa ni la televisión por tres
razones: la misoginia, la LGTBIfobia y la xenofobia»
Porque si seguimos
leyendo la noticia de lo que les ocurrió a estas dos mujeres, cuentan que (¡oh,
sorpresa!) no recibieron apenas ayuda por parte de la seguridad del parque
temático. Que nadie hizo nada por ayudarlas. También relatan que, cuando fueron
a denunciarlo a la Policía Nacional, les dijeron que no podían atenderlas
porque tan solo atendían casos de violaciones. ¿Es esto responsabilidad de las
personas trabajadoras del parque Warner? ¿O de los testigos de la agresión? No,
es responsabilidad de que no haya y/o no se apliquen protocolos LGTBI y que no
se forme a esos empleados en cuanto a lo que deben hacer en caso de agresiones
homófobas, machistas y racistas. De la policía, mejor ni hablamos.
Por eso es curioso
que, en reacción a la viralización en redes de estas noticia, automáticamente
aparecen los perfiles anónimos (y no tan anónimos) de derechas a replicar. En
este caso: "ah, pero no decís que son gitanos". Estos son los mismos
personajes que escanean cada noticia de violencia machista en busca de la
nacionalidad del agresor. Pero nunca buscan a la institución responsable de lo
ocurrido, al organismo judicial o cuerpo de seguridad que ha observado
impasible. Nunca se busca a la inacción de quién ha sido esto fruto. Nunca se
busca de quién es la responsabilidad de que haya una víctima.
Por esto son tan
importantes las acusaciones públicas y la valentía de las víctimas que se
atreven a contarlo. Pero también lo son las de aquellas personas que se mueven
en esferas “superiores”, como hemos visto en las últimas semanas. Un claro
ejemplo es el de Pilar Lima, la candidata sorda y bollera de la que se jactaba
Pablo Motos en El Hormiguero y por la cual lo ha denunciado ante la Fiscalía
por delito de odio. Esto es ACCIÓN y siembra precedente. Porque esto ayuda a
que urja aplicar esas leyes que nos protegen, sí, pero también que los
agresores tengan claro que hay consecuencias porque la justicia actúa y que las
organizaciones y empresas espabilen y pongan a funcionar los protocolos. Aunque
sea por miedo a que los señalen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario