jueves, 18 de mayo de 2023

ESTO SÍ PRETENDE SER UN CUENTO ERÓTICO, DE LOS DE SONRISA VERTICAL.

 

ESTO SÍ PRETENDE SER UN CUENTO ERÓTICO, 

DE LOS DE   SONRISA VERTICAL.

QUICOPURRIÑOS

 

   No creo yo que unas nalgas tersas, que oscilen de derecha a izquierda, como el movimiento de las agujas de un reloj, conviertan un "requiem por un cenicero" en un relato erótico, como alguien me ha comentado ya. Para que un cuento derroche erotismo precisa que lo que lees, o mejor, lo que imagines con cada palabra o frase que veas,  despierte en ti un estado de ánimo en el que de inmediato sientas la necesidad de  no estar sola. Así, a medida que te empapas de la lectura igualmente tu cuerpo se debería ir empapando, poco o poco y cada vez más, con cada hoja leída, subiendo de temperatura mientras el relato avanza. Ya en la página dos deberías sentir vibraciones en el cuerpo, ascendiendo sin prisa, pero sin pausa, desde la punta de los pies, empezando por el dedo meñique y subiendo hacia donde guardas tu sonrisa vertical. Por cierto que, no les vendrían mal, a las uñas, una repasadita, una limadita y una manita de pintura, de esa con brillo  chispeante que venden en las tiendas para que te gustes y gustes.


       Al pasar a la página tres notas de pronto un fuego interior que amenaza con hacer saltar por los aires, en primer lugar, ese sujetador de encaje, comprado para aquella ocasión especial que prometía   horas de bohemia y de pasión, aquella que esperabas como un rollito de primavera y acabó,  antes de empezar, porque elegiste un cerdo agridulce. Es lo que suele suceder cuando conoces a alguien que de primeras te deslumbra con su palabra fácil y envolvente, que con habilidad traicionera sabe trasladarte a un mundo de ficción, lleno de romanticismo y glamour, haciéndote crear que te ha llevado a cenar a un restaurante de tres estrellas Michelin, decorado con fino estilo y tenuemente iluminado con velas, pero que realmente te llevó al cutre chino de la esquina, con mesas de formica y tubos de neón y almanaque con la foto del C.D. Tenerife colgado en la desteñida pared del fondo. Y ya puestos, porque la imaginación se te va despertando y disparando, que de eso se trata, al leer formica piensas en fornica, pero, quién usa esa palabra hoy que ha quedado anticuada, obsoleta y desclasificada, porque lo que se dice fornicar, fornicar que es el verbo a utilizar cuando se acomete la acción de fornicar, lo hacían los romanos cuando celebraban esas orgias cuyo recuerdo tanto nos enciende. Cuánto tenemos que aprender, aún hoy, de la Antigua Roma. Puestos a hablar de acciones, relacionadas con sexo, podría ocurrírsete la palabra o expresión ” hacer el amor”, pero eso no es lo propio de un cuento o relato erótico, eso se deja para la clásica novelita rosa, las de amoríos entre un príncipe y una plebeya que, rompiendo las barreras de clases sociales y gracias a que  el amor triunfó, fueron felices, comieron perdices y, después de hacer el amor apasionadamente en el Palacio, tuvieron muchos principitos y princesitas que jugaron juntos y felices como hermanos en los inmensos jardines hasta que les llegó la hora de heredar, momento en el cual comenzaron las cuchilladas, los venenos, la pólvora y entonces empezó a correr la sangre azul  y hasta la roja que corría por sus venas. No, tú no quieres cama en Palacio, tú lo que quieres es un Manicomio para follar como una loca, que es la palabra que usamos hoy, no nos engañemos.

 

Y es en este momento de la lectura, en el que ya  tu cuerpo entero desprende calor por todos los poros, cuando miras a derecha e izquierda en busca del complemento perfecto, aquel que soñaste dotado de manos, cara, boca, brazos y piernas juguetonas,  esperando que salte sobre tu ardiente piel para que, como bombero experimentado, apague esas llamas que te están abrasando. Pero, claro, por si las moscas, previsora tú, siempre te queda la tranquilidad de saber  que, si  ese servicio de urgencias al que llamaste no acude, en la primera gaveta de la mesilla de noche guardas, detrás de los calcetines y junto al sujetador de encaje aquél usado aquella noche de triste recuerdo, ese juguete que nunca se cansa y que te sirve de consuelo en las ocasiones en que tu temperatura se dispara.

 

quicopurriños

17 de mayo de 2023

 

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