30 DE
MAYO. ¡A AFUCHARSE TOCAN!
FRANCISCO
JAVIER GONZALEZ
El Estatuto de Autonomía de Canarias, que jamás se puso a discusión y votación popular, se aprobó en 1982. En ese Estatuto de Autonosuya –que mía no es- se incluía la formación de un Parlamento Regional que celebró su primera reunión el 30 de mayo de ese año. En febrero de 1983 el diputado regional del Grupo Mixto,Oswaldo Brito, –tan españolero como el resto- propuso la celebración “in aerternum” o, dicho en román paladino, para siempre jamás, de tan magno acontecimiento de nuestra historia como fue pasar de ser colonia sin parlamento, a seguir siéndolo, pero parlamentariamente dotados para resolver asuntillos domésticos sin molestar a la metrópoli, celebrándolo como “Día de Canarias”.
El
invento se llevo a debate y el grupo psoecialista propuso, con la alegría y
aplauso del conjunto, que esa gloriosa conmemoración se celebrara cada 30 de
mayo, exaltando así esa fecha auroral de la primera reunión de los padres
putativos de la patria, que, previamente, habían inventado ya desde 1982 la bandera
regional, esa de los dos perritos acollarados , pata en alto sobre fondo azul
mahón falangista, intentando así tapar el celeste poblado de verdes
estrellas de libertad que ya había asimilado nuestro pueblo como símbolo patrio
.
Se
aprestaron a celebrarlo anualmente, repartiendo premios, áureas medallas
y diplomas a diestra y siniestra – más bien a los de la diestra- y otras
fanfarrias. Solo faltaba dotar la celebración de sonidos que no fueran los
parranderos de timples y guitarras con aroma a carne cochino en pinchitos de
los jolgorios y belingos que al socaire de la fecha se celebraran.
Desechados los ancestrales tambores y chácaras, culminaron gloriosamente el
proceso, cuando en el 2003, en un arranque identitario de origen poweriano,
adoptaran el Arroró como himno regional y pudieron, de esa forma, redondear
sonoramente tan fausta fecha.
En
Canarias, cuando los camellos eran realmente útiles como animales de carga y
labor, y no servían solo como fondo turístico para dotar al entorno de una pincelada
con cierto exotismo africano, para que se arrodillara y poder echarle encima la
carga, el camellero le gritaba ¡Afúchate camello!
Pues
bien. Vista la función servil ante el colonialismo que se adopta por nuestros
padre putativos políticos, hoy, 30 de Mayo, sin nada que celebrar hay que
gritarles ¡Afúchense, coño!
Francisco Javier González
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