jueves, 1 de abril de 2021

BOLSONARA FRENTE AL ESPEJO

 

BOLSONARA FRENTE AL ESPEJO

Hay algo mucho más preocupante que la llegada de cientos de franceses de fiesta a la capital europea del virus: que una de las protagonistas políticas de España sea la versión europea del presidente brasileño

GERARDO TECÉ

Tuvo que llegar Hacienda para sacar a Al Capone de su plácida normalidad delictiva y tuvieron que llegar unos franceses borrachos a Madrid gritando que aquello era la Tierra Prometida para que Díaz Ayuso se sintiese, por primera vez, incómoda frente al reflejo de su propia gestión política. Como buena practicante del alt-right trumpista, Díaz Ayuso llegó a la gestión de lo público apostándolo todo al nacional-propagandismo y nada a la gestión. Sin imaginar que, a veces, las montañas de propaganda se te pueden derrumbar encima.

 

La avalancha de turistas europeos de borrachera por Madrid no supone tanto una amenaza sanitaria –todos los vuelos europeos, incluidos los que pasan por aeropuertos gestionados por el socialcomunista Sánchez, exigen PCR negativa– como la constatación de una increíble anomalía que traspasa fronteras: Díaz Ayuso ha convertido el Madrid azotado por la pandemia, el de las tasas insoportables de mortalidad en el último año, en la capital europea de eso que ella llama libertad y la comunidad científica ocurrencias peligrosas en mitad de una emergencia sanitaria. Algo así como, en pleno verano de incendios, convertir las estaciones de bomberos en parques de atracciones para locales y visitantes: exótico, original y divertido, sin duda; pero también suicida.

Los miles de franceses que invaden el centro de Madrid botella en mano suponen un problema para Díaz Ayuso por varios motivos. El primero y fundamental es que ponen cara, ante la sociedad española, a ese concepto vacío de contenido y prostituido cuando es usado por la ultraderecha: la libertad. El segundo es que, en mitad de su diógenes propagandístico, Díaz Ayuso no tiene ya argumento que se sostenga en esta huida hacia adelante, en este pulso continuo contra la comunidad científica y el resto de presidentes autonómicos. Hoy, la Ayuso que ha convertido el drama sanitario en el festival de referencia europeo, un día les da la bienvenida a los jóvenes de borrachera y al día siguiente carga contra el Gobierno central por su llegada. El tercer problema para Ayuso es un problema de marco: con el éxodo de franceses gritando libertad y dos bolsas de hielo, a la presidenta de Madrid le desaparece ese marco nacional-propagandístico tan pequeñito y local en el que ella se mueve cómoda presentándose como la guardiana de las libertades robadas por el socialcomunismo. Un marco que ahora se cae, a no ser, claro, que la canciller alemana Ángela Merkel, el presidente francés Emmanuel Macron y el resto de líderes europeos que no cierran aeropuertos, pero que sí toman las medidas necesarias en este momento, sean también peligrosos socialcomunistas. Llegados a este punto y con las elecciones a la vista, nada es descartable con la Bolsonara ibérica de por medio. Ni que mañana provoque un conflicto internacional con Francia, ni que pasado fiche a Jean Paul, 23 años y amante del Ginebra-Tónica en vaso de tubo, como número 4 de su lista electoral. Por la liberté, lo que haga falta.

 

Que la anécdota no tape lo importante. La consolidación de Madrid como capital europea de fiesta en mitad de una pandemia que golpea el continente es sólo la punta del iceberg de la gestión de Díaz Ayuso. La fiesta llegó a Madrid mucho antes que los franceses. Que Jean Paul comprando una botella de ginebra no nos haga olvidar que Ayuso puso en manos de la hija del privatizador de la sanidad madrileña la medicalización de las residencias. No es necesario recordar como acabó aquello, pero sí que Encarnación Burgueño “flipaba colorines” porque al fin veía cumplido su sueño de tener su propia empresa socio-sanitaria. Que Jean Paul comprando hielo y vasos de tubo no nos haga olvidar que Ayuso, presidenta de la región más afectada por el virus, no sólo se ausentó de reuniones estratégicas anticovid para hacerse fotos propagandísticas, sino que durante un año se ha opuesto sistemáticamente a todo lo acordado por el resto de comunidades del país, incluidas las gobernadas por sus compañeros de partido. En Andalucía, tierra de bares y vida en la calle, gobernada actualmente por el PP, los dirigentes tomaban medidas incómodas incluyendo el cierre parcial de la hostelería con incidencias del virus y mortalidad mucho menores que las de Madrid.  “Consenso de todas las comunidades excepto Madrid” ha sido una de las coletillas más repetidas en los últimos tiempos.

 

Que Jean Paul echándose un cubata no nos haga olvidar que Madrid, cimentada sobre los santos pilares de la privatización y el expolio público, mandó hace ahora un año una circular sanitaria dejando sin atención a los mayores enfermados en las residencias porque no había camas ni profesionales sanitarios para ellos. Que Jean Paul gritando borracho Madrid patriaqueridaaa no nos haga olvidar que cada paso dado en el último año por Ayuso y los suyos ha supuesto un pelotazo económico para algunos a costa de la pandemia. La hostelería de Madrid, al contrario que la de otras comunidades autónomas, no ha recibido ayudas directas. Muchos del entorno de Ayuso sí han tenido esa suerte. Que Jean Paul, abochornándonos en el telediario, no nos haga olvidar que, durante este año de pandemia, Madrid ha superado en hospitalizaciones por covid a Cataluña y Andalucía juntas, ni que, siendo la tercera comunidad autónoma en número de habitantes, encabeza el ranking de mortalidad. Que Jean Paul tirado en la acera no nos haga olvidar que el número de madrileños que han necesitado pasar por la UCI durante esta gestión ha sido el doble que en Cataluña. Ni que Madrid afronta unas elecciones encabezando, de nuevo, la clasificación de riesgo extremo por el virus. Hay algo mucho más preocupante que la llegada de cientos de franceses de fiesta a la capital europea del virus: que una de las protagonistas políticas de España en estos tiempos tan duros sea la versión europea de Bolsonaro. En políticas, en ideología, en formas esperpénticas y, sobre todo, en terribles resultados.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario