FERRERAS Y TU EX
Se dan a
conocer más cartas amenazantes, Ayuso retoma sus reflexiones sobre la vida en
Madrid y Pablo Iglesias responde sin filtro al presentador de ‘Al Rojo Vivo’
ELENA DE SUS
Siguen circulando cartas amenazantes, con balas incluidas. Esta mañana se informaba de la detección de una en Sant Cugat, provincia de Barcelona, que iba destinada a Isabel Díaz Ayuso. En Madrid se encontraba otra para el expresidente Zapatero y una tercera dirigida a la Dirección General de la Guardia Civil que al parecer contenía amenazas a Iglesias. La seguridad de todos los candidatos ha sido reforzada. Todos han condenado las amenazas a Ayuso, y ella ha hecho gala de la “serenidad” que pide a los demás y ha añadido que darle importancia a ese tema daña la imagen de España, hace pensar que es un sitio peligroso. Edmundo Bal ha publicado un manifiesto de “unidad frente a la violencia” para los candidatos que, por ahora, solo ha firmado él.
Ayuso ha acudido al
programa de Carlos Alsina, un entrevistador exigente. En su entrevista, Alsina
y sus contertulios han sido incisivos con el discurso de Ayuso, pero no han
salido de él. Es decir, la conversación ha girado en torno a lo que supone
“vivir a la madrileña” o si acaso en el resto de comunidades autónomas no hay
“libertad”. En un momento dado, Ayuso ha dicho que en Madrid hay “múltiples
formas de empezar de nuevo una vida” y que puedes “cambiar de pareja y no
volver a encontrártela nunca más”. Hemos echado la mañana hablando de ello,
debatiendo sobre si es así o no tanto, incluso algunos inconscientes están
diciendo que se trata de algo negativo, pero lo cierto es que la frecuencia con
la que vemos a nuestros ex, sea cual sea, no cambiará si Ayuso deja la presidencia,
ni siquiera si gobierna Pablo Iglesias.
Hablando de Pablo
Iglesias, lo ha entrevistado Antonio García Ferreras en ‘Al Rojo Vivo’. Ha sido
una batalla de gallos, solo faltaba el público.
Iglesias ha
insistido en que está siendo “deshumanizado” por rivales políticos. Ferreras ha
iniciado su respuesta diciendo que “ya se puede imaginar lo que pensamos todos
los que estamos en esta mesa de los insultos, vengan de donde vengan y sean del
nivel que sean” (un tema sobre el que me parece francamente difícil tener una
opinión), para a continuación recordar a Iglesias que él defendió “naturalizar
el insulto”
Iglesias ha
contestado que “una cosa es que te insulten y otra cosa es que mi familia lleve
acosada un año por ultraderechistas, que uno de ellos se haga una foto con un
funcionario de las UIP o que la Fiscalía esté pidiendo un año de prisión para
uno de los hombres de tu amigo Eduardo Inda por acosar a mis hijos”.
Interrogado sobre
si condena la violencia en el acto de Vox en Vallecas, Iglesias ha afirmado
que: “Cualquier piedra lanzada contra un ser humano es un delito y es
condenable”, pero ha recordado que fueron los de Abascal quienes rompieron el
cordón policial.
Ferreras le ha
dicho a Iglesias que “hay una sensación en la Policía y en la Guardia Civil de
que Podemos no les apoya”, e Iglesias ha respondido que “eso es como si yo te
digo que hay una sensación en la gente de que manipulas lo que dices”. La cara
de Ferreras, un poema.
Ahora, a
todo gas (27-A)
La ministra de
Industria Reyes Maroto, que podría ser vicepresidenta económica de la Comunidad
de Madrid si gobernase Gabilondo, recibió otra carta inquietante, en este caso
con una navaja manchada de lo que puede ser sangre. La Policía ha identificado
al autor de los hechos gracias a que el remite estaba escrito en el sobre. Ya
se encuentra a disposición judicial. Fuentes policiales consideran que este
envío no tiene relación con los anteriores de amenazas y balas a Pablo
Iglesias, Fernando Grande-Marlaska y María Gámez, directora de la Guardia
Civil.
La narrativa de la
derecha respecto a este tema es que todos los políticos reciben amenazas, que
son gajes del oficio y que los de Podemos y PSOE se quejan porque les va bien
para la campaña y quizás también porque son un poco [inserte palabra]. Ayuso
opina que están montando “un circo” y que esas cosas (las amenazas de muerte,
en este caso) hay que llevarlas “con discreción”.
Se ha conocido que
el remitente de la carta a Maroto estaba diagnosticado con esquizofrenia.
Medios de comunicación como El Mundo y El Español han considerado que eso lo
explicaba todo (spoiler: no explica nada) y descargaba de culpa a la derecha
mediática, como si las personas con esquizofrenia fueran agresivas por
definición y viviesen al margen del debate político. Un mensaje peligroso, que
ha sido contestado por múltiples voces. El seguimiento de esta campaña me va a
dejar sin pelos en la cabeza.
Según reveló
posteriormente el diario Público, el responsable del envío de la navaja es,
además, de ascendencia noble y miembro de una familia que entronca con la de
Iván Espinosa de los Monteros. La Marea cuenta que había expresado en diversas
ocasiones su apoyo a las ideas de Vox en internet.
En Hoy por Hoy, de
la SER, Pablo Iglesias acusó a Ana Rosa Quintana de mentir sobre a quién
correspondía la gestión de las residencias madrileñas durante la primera ola y
calificó su programa como “portavoz mediático de la ultraderecha”. Quintana
respondió acusando a Iglesias de “fascista”, un término cuya definición según
ella es la siguiente: “El que señala al que piensa distinto”. Después, el
colaborador del programa Eduardo Inda, también identificado por Iglesias como
responsable de difundir ideas ultraderechistas y bulos en televisión, se
defendió, indignado, de esa acusación tan absurda. “Yo jamás he votado a Vox”,
dijo.
La citada
entrevista a Iglesias en la SER la hizo Àngels Barceló, que ha sido
entrevistada en diversos programas tras su experiencia con el debate fallido.
Barceló ha declarado en TV3 que “en este país todavía no ha habido un debate
sobre la ultraderecha. Es un debate que no hemos afrontado, ni los medios, ni
la gente, ni los políticos”. Esto es un poco como cuando C. Tangana inventó el
flamenquito y la rumba en su último disco.
Más Madrid celebró
un debate sobre diversidad en el que participaron Alex de la Croix y Samantha
Hudson. Ambas hablaron de “miedo” y “pánico” a la posibilidad de un gobierno de
coalición entre PP y Vox y consideraron que el debate político sobre las
personas LGTB “no debería ni existir”. Si bien Hudson dijo que vista “desde
fuera” la actitud de quienes les atacan es cómica: “Se sienten amenazadas por
dos nenas rubias, por dos travestis vivarachas súper majas, somos personas
normales y somos el enemigo”, comentó entre risas.
Más Madrid y UP se
han comprometido con el Sindicato de Inquilinos de Madrid a impulsar una ley de
Vivienda que incluya la regulación de los precios. A priori, difícil sin el
PSOE.
Hablando de Más
Madrid, han publicado, sí, ellos también, un vídeo de Mónica García corriendo.
En su defensa, diremos que tiene más texto que el de Ayuso. Aun así,
desconcierta leer datos sobre la sanidad madrileña metidos en una especie de
anuncio de Nike, con rayos y colorines saliendo de las zapatillas de García.
Personalmente, confieso que Ayuso a la carrerita me resultaba más simpática que
la súper Mónica. Así me va, ya lo sé.
El presidente del
Rayo Vallecano, Raúl Martín Presa, invitó a Santiago Abascal y Rocío Monasterio
a ver en el palco el partido contra el Albacete, equipo donde juega Roman
Zozulya. El acceso del público general a los estadios de fútbol de primera y
segunda sigue estando prohibido por motivos sanitarios, por lo que Abascal y
Monasterio disfrutaron de una velada tranquila. Qué bonita es la libertad.
Ahora Vox
se llama fascismo (26-A)
Se acabaron los
debates electorales. El juguete está roto, seño. Tras el despropósito del
viernes en la Cadena SER, los candidatos de Unidas Podemos y Más Madrid se
niegan a compartir mesa con Vox. En consecuencia, La Sexta y RTVE han cancelado
sus programas de debate, previstos para hoy, 26 de abril, y el miércoles 29
respectivamente. A ninguno de los dos habría asistido Ayuso.
No es el único
cambio debido a lo del viernes. Otro, muy importante, es la irrupción del
término “fascismo” asociado a Vox en entornos nuevos. Tras su desagradable
experiencia, Àngels Barceló calificó al partido como “neofascista” y Pepa Bueno
también habló de fascismo, ambas presentándolo como una amenaza a la
democracia. El propio Ángel Gabilondo adopta el término, en sus mítines y ante
el ceño siempre fruncido de Ana Pastor, que ha entrevistado a los candidatos de
PSOE y Ciudadanos en El Objetivo.
El fin de semana de
Gabilondo ha sido… intenso. Además de lo de El Objetivo, ha concedido
entrevistas a eldiario.es y El País. El sábado dio un mitin en Vallecas, donde
le acompañó Jorge Javier Vázquez, y el domingo otro en Getafe, donde
aparecieron el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el ministro Fernando
Grande-Marlaska (receptor del mismo correo amenazante que Pablo Iglesias), bajo
el lema “No es sólo (chínchate, RAE) Madrid. Es la democracia”, acompañado de
la palabra “vota” en caracteres latinos, árabes y chinos. El candidato sereno y
gris, el que intentaba no alarmar y no meterse mucho con el lifestyle PP, se ha
tenido que poner precipitadamente el traje de antifascista.
El hombre moderado
es ahora Edmundo Bal, que se ha quedado solo en ese papel de llamar a la
concordia, el diálogo y todas esas cosas que nos decían en el cole. Pretende
ser la alternativa a Vox como socio del PP, pero también está siendo ese señor
que te da una palmadita en la espalda y te dice que no pasa nada, que no te
pongas así, que estás perdiendo las formas, que no es para tanto, que ya verás
que hablando se entiende la gente. Ese señor, imprescindible para tantas cosas,
puede llegar a generar, irónicamente, mucha ira.
Las poderosas
keywords de la campaña del PP, como “terrazas”, “libertad” o “estilo de vida
madrileño”, que resultaban simpáticas a mucha gente, podrían verse perjudicadas
por la presencia tan próxima de otros conceptos como “amenazas de muerte” o
“fascismo”, con los que sobre el papel no combinan. Veremos hasta qué punto es
así.
Podríamos pasarnos
días discutiendo las diferencias y similitudes entre una organización como Vox
y lo que se llamó fascismo en el siglo XX. No creo que valga la pena el
ejercicio ahora mismo. Lo cierto es que el partido ultra no parece tener ningún
problema en llevarse por delante lo que haga falta, sin complejos. Arrinconado
en lo económico y pandémico por Ayuso, Vox basa su discurso en señalar a
aquellos que pueden estar pasando más apuros en el “difícil” Madrid del PP y en
atacar las instituciones que, con todos sus defectos, les pueden ser útiles,
todo con un énfasis marcado en los niñosy adolescentes. Sus highlights hasta
ahora, si obviamos los insultos y la actitud hacia las amenazas a rivales
políticos, son fomentar la rabia contra los menores migrantes tutelados por la
Comunidad de Madrid y una obsesión con impedir que en la escuela pública se
hable de educación sexual o género, en nombre de la preservación de la
“inocencia”, cosa importantísima por motivos sobre los que solo podemos
elucubrar. Esto tiene muchos nombres pero me temo que ninguno es bonito.
Han aparecido
campañas tanto de fomento del voto (“¿Sabes quién vota fijo? Tu vecino el
pijo”) como de desincentivación del sufragio, esta última movida por pequeños
influencers de derechas. Se refuerza la idea de que la participación es un
factor muy relevante para un martes todavía pandémico, donde el ayuntamiento de
Alcobendas está anunciando franjas horarias recomendadas para mayores, jóvenes
y sospechosos de covid.
Fernando Savater
escribió una columna en El País en la que anunciaba su apoyo a la candidatura
de Ayuso. El coordinador de Ciudadanos en Soria ha dimitido tras ser
descubierto en una fiesta ilegal con Leticia Sabater. Esto último no tiene nada
que ver con la campaña, pero al escribir sobre lo de Savater he recordado lo de
Sabater. Ambos personajes me provocan un levantamiento de ceja similar cada vez
que recibo novedades sobre ellos.
Comunismo o
libertad. Democracia o fascismo. ¿Comunismo o fascismo? ¿Democracia o libertad?
El otro día decíamos que tenemos un concepto raro de democracia, pero el de
libertad puede ser mucho más curioso aún.
Pero, ¿qué
mierda es esta? (23-A)
Hoy se iba a
celebrar el segundo debate electoral en la Cadena SER con todos los candidatos
a la presidencia de la Comunidad de Madrid excepto Isabel Díaz Ayuso, que no había
querido asistir. A lo que finalmente ha ocurrido no se le puede llamar debate
de ninguna forma.
Nada más empezar,
Rocío Monasterio puso en duda las amenazas de muerte que Pablo Iglesias
denunció haber recibido por carta y le instó a irse. Iglesias se levantó y se
fue.
La moderadora,
Angels Barceló, intentó evitarlo y le pidió que respondiera a la provocación
(expresión literal) mientras, por detrás, Monasterio calificaba a Iglesias de
esta forma: “No solo mala gente, sino una aberración”. Ángel Gabilondo murmuró:
“Pablo, tienes razón pero no te vayas”. Pero Pablo se fue, mientras Rocío,
satisfecha, decía “lárgate, eso es lo que quieren muchos españoles, que te
vayas de España”. A continuación, se reanudó el debate como si nada hubiese
ocurrido.
La escucha
resultaba surrealista, no solo por la indiferencia ante lo que acababa de
suceder, sino por el contenido mismo del debate. Prácticamente nadie querría
seguir adelante con una conversación en la que el interlocutor mantiene el
nivel de agresividad que estaba mostrando Monasterio, ya sea en un debate
electoral, en una sobremesa, en el patio del cole o en un bar de los que tanto
nos gustan, salvo que se busque la violencia directamente. Y sin embargo, ahí
estaban Edmundo Bal, Mónica García y Ángel Gabilondo escuchando faltadas
múltiples (“amargada” a García) y debatiendo principalmente las propuestas de
una Monasterio que se reía y les interrumpía sin parar ante la impotencia de la
moderadora.
Y quién sabe si
habría sido así hasta el final de no ser por una pausa publicitaria en la que
tal vez, y solo tal vez, alguien de sus equipos informó a Gabilondo y García de
que ciudadanos y medios de izquierdas les estaban poniendo a caer de un burro
en las redes sociales por su pasividad.
Cuando se
encendieron los micrófonos de nuevo, Gabilondo condenó “sin paliativos” las
amenazas a Iglesias y anunció que se iba. Después, cuando llegó su turno,
Mónica García hizo lo mismo. Edmundo Bal les pidió por favor que se quedaran,
que irse era “hacerle el juego a la señora Monasterio”, les pidió, no a la
candidata de Vox sino a García y Gabilondo “paz y calma” y dijo que la
democracia en 1978 se había obtenido “con la palabra, sin levantarnos de esta
silla”, cosa que no es estrictamente falsa, pero no vamos a hablar de eso
ahora.
Gabilondo y García
no llegaron a irse, pero, visto el percal, Angels Barceló dio por finalizado el
debate. Rocío Monasterio reclamó que quería cerrarlo ella y terminó diciendo
que “la SER es una dictadura”. Sin embargo, en su desconexión madrileña, la
radio dictatorial decidió preguntarle a la disidente Monasterio por sus
impresiones respecto al debate que les acababa de reventar.
Algunos
comentaristas opinan que la actitud de Monasterio buscaba mostrar un
enfrentamiento con el establishment periodístico, al estilo de Trump. Si es
cierto que Vox quiere eso, desde aquí les mando mucho ánimo, porque, como hemos
comprobado hoy, es una misión prácticamente imposible.
Cuando Iglesias
abandonó el debate, el PP de Madrid publicó un tuit que decía “Iglesias, cierra
al salir. 4 de mayo”. Más adelante, lo borró. Preguntado por ello, Pablo Casado
ha explicado que desconocía los hechos, pero que seguramente lo que quería
expresar su partido es que “en los debates es bueno estar”. Curiosa respuesta
teniendo en cuenta que hablamos de un debate al que Isabel Díaz Ayuso, la
candidata popular, había rechazado asistir.
La democracia, en
fin, es una cosa muy extraña.
¿Tú crees que esto
es un juego? (23-A)
Ayer, Pablo
Iglesias fue entrevistado en Espejo Público.
Se produjo un duelo
de espadachines entre Iglesias y Susanna Griso centrado en uno de los temas
favoritos de ambos: el modelo fiscal. Iglesias dijo una vez más que su opinión
era la misma que la de Cristina Pedroche. Empezó Griso criticando el impuesto de
patrimonio por ser “ideológico” y “un impuesto que está desapareciendo en
Europa, que los países serios han renunciado a él”. Pablo Iglesias respondió
que la presión fiscal en general es más alta en la mayoría de países de Europa
occidental que en España. Griso señaló que aquí hay más paro y más fraude
fiscal, que igual habría que combatir eso. Pablo Iglesias le dio la razón, pero
dijo que el grueso del fraude era cosa de los ricos y puso de ejemplo los
chanchullos en la venta de un cuadro de Goya por parte de Esperanza Aguirre y
su marido. Después hablaron de la regulación del alquiler. Iglesias argumentó
que era necesaria porque los alquileres altos chupan recursos de la economía
productiva, a lo que Griso respondió que eso también se podía decir de los impuestos.
Iglesias dijo que las grandes empresas son las primeras que van a solicitar
ayuda del Estado en cuanto pueden.
El otro día
hablábamos de la propaganda xenófoba desplegada por Vox en la estación de
Cercanías de Sol. Han ocurrido dos cosas con ella. Una, que ante la denuncia de
la Fiscalía por un posible delito de odio, un juez ha descartado retirarla de
forma cautelar. La otra, que mientras tanto la imagen ha sido pintada con
espray, tapada con mensajes opuestos a ella, arrancada y efectivamente destruida
por gentecillas de Madrid.
Se ha colado en la
información sobre la campaña el Foro de Curas de Madrid, un grupo de
sacerdotes, al parecer minoritario, que anima a no votar al PP ni a Vox, pues
“en lo relativo a algo tan fundamental como es tender la mano a ‘los cansados y
agobiados’ (Mateo, 11,28-30) no creemos que puedan ser tenidos como modelo”.
Pablo Iglesias,
Fernando Grande Marlaska y la directora de la Guardia Civil han recibido cartas
con amenazas y balas. Cosas que pasan.
Hoy se hace el segundo
debate electoral en la Cadena SER. Este es sin Ayuso, para los sinayusistas.
20.000 muertos, xd
(22-A)
El debate entre los
seis candidatos a la presidencia de la Comunidad de Madrid, emitido anoche
desde la Academia de Televisión por Telemadrid y retransmitido también por La
Sexta, competía por nuestra atención contra un nuevo capítulo del programa
sobre Rocío Carrasco, contra el apasionante duelo entre Elche y Real Valladolid
que terminó con tablas en el marcador y también contra la visita del Real
Madrid a Cádiz (victoria blanca).
El resultado del
debate es más difícil de determinar. Los candidatos de la izquierda presentaron
sus proyectos, alternativos al del PP de los últimos 25 años, y explicaron
diversas medidas. Edmundo Bal (Ciudadanos) también hizo lo que pudo por
articular un plan serio, que planteó como opuesto al de Vox, pues según él lo
que se dirimía en las elecciones era si Ayuso gobernaba con los
ultraderechistas o con ellos (ánimo, crack). Bal dejó un par de ideas que dan
testimonio de lo que Ciudadanos pretendía ser, como desplegar equidistancia
entre los bandos de la guerra civil (nadie más sacó la guerra civil), o esa
propuesta para estimular la natalidad de que se desgrave la congelación de
óvulos.
Al volver atrás
sobre la gestión de la pandemia, todos los candidatos, pero especialmente los
de izquierdas, lanzaron una batería de datos que alguien se estará encargando
de factcheckear sobre cómo la covid hizo más daño en Madrid. La crisis de las
residencias ocupó bastante tiempo en este primer tramo de debate. Gabilondo
declaró que las órdenes de no trasladar mayores a los hospitales fueron una
decisión ideológica más que una mala gestión, Mónica García habló de “traición
a los mayores”, Edmundo Bal señaló que en una de cada tres residencias no hay
personal sanitario, cosa que proponía corregir, aunque después llamaría a no
“politizar el dolor”. Ayuso echó balones fuera y vino a decir que aquella
tragedia “no se podría haber evitado, hicimos una lucha por la vida”.
En ocasiones, los candidatos
parecían profesores de la ESO intentando dar una clase de ética o de ciudadanía
mientras la líder popular dibujaba distraídamente unos cojones y un rabo en
cada una de las páginas de su cuaderno.
Pablo Iglesias le
preguntó a Ayuso si conocía una serie de cifras sobre la sanidad madrileña.
Ayuso miraba sus apuntes y sonreía mientras Iglesias nombraba a los más de
20.000 muertos por la covid en la Comunidad, y este se lo recriminó. La
respuesta de Ayuso consistió en una retahíla de insultos personales: “Me río
porque usted no es creíble”, “Da vergüenza ajena”, “Nadie le quiere en Madrid”,
“Es mezquino”. Y ya estaría. Poco después, amenazó a Gabilondo: “Usted quiere
ser defensor del pueblo, no lo será si de mí depende”.
Rocío Monasterio no
solo sacó a relucir el mensaje racista contra menores migrantes que aparecía en
un cartel de Vox y que causó indignación y denuncias el otro día en la estación
de Sol, sino que lo convirtió en el centro de su discurso. Se dedicó una
cantidad de tiempo casi inverosímil a esta cuestión.
Fue tal vez Mónica
García (es médica, ¿lo sabíais? ¡y madre!) quien pudo articular con más energía
la crítica compartida al modelo de Ayuso, a quien llamó “presidenta nini”.
Aunque Gabilondo e
Iglesias mostraron sus discrepancias en los puntos que ya conocemos (impuestos,
regulación de alquileres), al final del debate, el candidato del PSOE se situó
por fin junto al de UP: “Pablo, tenemos 12 días para ganarles”, le dijo.
A ver,
tía, tampoco es eso (21-A)
Podemos ha
presentado su programa electoral, que plantea una reorganización fiscal un
poquito de todo: bajar el primer tramo del IRPF, eliminar la bonificación para
las herencias de más de un millón de euros, esas cosas. Además, regulación de
precios del alquiler en zonas tensionadas, impuesto a las viviendas vacías y
meter un buen chute de inversión a la educación y la sanidad públicas, que es
en lo que parece coincidir toda la izquierda. Pablo Iglesias ha reivindicado la
Constitución española, que es su libro fav desde la última campaña electoral, y
ha citado unas declaraciones antiguas de Cristina Pedroche en contra del PP que
se hicieron virales ayer (no se les escapa una de Twitter, ¡nos leen!).
Entrevistada por
Antonio García Ferreras en Al rojo vivo, Ayuso ha expresado su deseo de
mantener el toque de queda de las 23 horas hasta las 6 de la mañana, las
limitaciones del tamaño de los grupos en los bares y la prohibición de celebrar
reuniones en espacios privados cerrados tras el fin del estado de alarma,
previsto para el 9 de mayo. Considera que estas medidas que limitan derechos
fundamentales, al coartar la libertad de circulación de los ciudadanos, son
“una solución intermedia” frente a otras que, entendemos, consideraría más
radicales como… ¿cerrar el interior de los bares? Rocío Monasterio ha
propuesto… retrasar el toque de queda una hora, hasta medianoche. Tampoco hay
que confundir la libertad con el libertinaje. Edmundo Bal ha señalado que no es
legalmente posible mantener esta medida.
En una valla
publicitaria de la estación de cercanías de Sol, en el centro de Madrid, ha
aparecido propaganda de Vox con un mensaje xenófobo contra menores de edad.
CTXT ha montado una campaña (entre otras surgidas de otros lados) para pedir su
retirada a Renfe y a los posibles responsables. Podemos lo ha denunciado a la
Junta Electoral y Más Madrid ante la Fiscalía, por un posible delito de odio.
Da la casualidad de que justo ayer los medios se hicieron eco de una agresión
racista a un niño de 12 años en Guadalajara. Ayuso se ha pronunciado en contra
del cartel, ya que afirma que el “problema” al que se refiere no es competencia
autonómica.
Esta noche, a las
21:30 horas, primer debate televisado entre los seis candidatos en Telemadrid.
Dame más
alcohol (20-A)
Parecería que hay
que ser muy osada para arrancar una campaña electoral reconociendo que la vida
en la Comunidad cuya administración presides es “difícil”, que hay “grandes
distancias”, que “se paga mucho por la vivienda”, pero que, oye, tras pasar el
día “trabajando y sufriendo” podemos ir a empifolarnos en un bar, eso sí, “a la
madrileña”. Sin embargo, esa exaltación de la incomodidad ha sido siempre la
base del discurso de Isabel Díaz Ayuso (“Hablar de empleo basura es ofensivo
para quien está deseando tener ese empleo”, 2019), que lidera las encuestas con
una estimación de voto en torno a un 40% en las elecciones a la Asamblea de
Madrid del martes 4 de mayo. A algunos os parecerá absurdo, igual que un día a
mi compañera de piso empezó a parecerle absurdo que se ligase así en Ponzano,
presumiendo de las 12 horas al día que dedicas a ese trabajo en esa consultora
tan exigente, pero este es el estado de la cosa.
Ángel Gabilondo, el
segundo candidato en intención de voto, que rondaría el 24%, sigue impasible,
citando a Camus y anunciando medidas de protección social para los mayores:
habla de un complemento de 400 euros anuales en las pensiones no contributivas,
“el mayor de España”. Ante la constante búsqueda de confrontación con el
Gobierno central por parte de Ayuso, Gabilondo ha dicho, de un modo que casi
produce ternura, que “el candidato soy yo, no Pedro Sánchez”. Ayuso ha
reaccionado riéndose de él por no haber mostrado oposición a medidas suyas como
mantener la hostelería abierta, o haber dicho que no subirá los impuestos, y le
ha animado a ir a un mitin suyo de “telonero”, en un empujón que el hombre
tranquilo seguramente ignorará. Gabilondo cuenta con el apoyo de Jorge Javier
Vázquez, que, atención, elogia de él su carácter “reflexivo, educado y nada
faltón”. En casa del herrero, cuchillo de palo.
En un foro
patrocinado por Asisa y Microsoft, el candidato de Ciudadanos, Edmundo Bal, ha
arremetido contra la ley Celaá.
Mónica García (Más
Madrid) ha visitado la estación de metro de Gran Vía. Sí, había una estación de
metro ahí, ¿te acuerdas? Un amigo me suele decir que en esta ciudad, por
diversas razones, nunca se puede dar una obra por terminada y estoy empezando a
pensar que (socorro) tiene razón. Más Madrid propone una tarifa plana de 90
minutos de transporte público por todas las zonas y un “abono social” para
personas en situación de vulnerabilidad. Propuestas de descuentos en las que no
se contempla el desconcertante factor de la edad.
Podemos ha
publicado un vídeo curioso, obra de Daniel Guzmán. Dos chicos de barrio están sentados
en una plaza. Uno de ellos empieza a hablarle al otro de política por la cara y
con descaro (tremenda pereza) y le cuenta que hay que votar porque se rompe
España, vuelve ETA, nos vamos a convertir en Venezuela, y se va a llenar esto
de inmigrantes que nos quitan el trabajo. “¿Y los inmigrantes que tiene tu
padre trabajando en la construcción?”, pregunta el primero. “Ese es otro tema,
esos son otro tipo de personas, aparte, mi padre está levantando España”,
responde el otro. Viendo el percal, el primer chaval, que mostraba desinterés
por la política, decide ir a votar… lo contrario de lo que dice su
interlocutor. Veremos si UP logra lo que se ha propuesto, pero es interesante
ver esto en campaña. Todo transversal no puede ser.
Ya es primavera
(17-A)
Ha pasado lo peor o
eso parece, ha llegado la primavera, el solecito, van poniéndose vacunas a
pesar de todo, se vienen los fondos de la UE, y en la precampaña madrileña, el
discurso de los partidos se centra en diseñar la recuperación y darle gas (o
voltios). Hoy tanto Mónica García (Más Madrid), en el desayuno informativo con
Europa Press, como Ángel Gabilondo (PSOE), en la presentación de su programa,
han hablado de reforzar los servicios públicos, sobre todo la sanidad.
García ha propuesto
un plan de choque para superar la crisis denominado Reanima Madrid, que
incluiría, además de ayudas directas para los sectores más afectados, la
contratación de más de 2.000 nuevos sanitarios y la de 1.300 docentes. También
ha explicado sus planes para el hospital Zendal a largo plazo: convertirlo en
un health lab, un espacio de investigación colaborativa a semejanza del
MediaLab Prado. ¿Qué supondría esto? Pues… casi que pregúntale a ella, lo
siento.
Ángel Gabilondo ha
presentado el programa del PSOE en el Ateneo de Madrid, un escenario
ciertamente solemne. El candidato socialista ha iniciado su discurso citando a
Josefina Carabias, que contaba una anécdota sobre Manuel Azaña. Dijo Gabilondo
que Azaña tenía 50 años cuando alcanzó la presidencia de la República española,
y dejó caer un: “Quién los tuviera…” .
En modo druida,
Gabilondo ha presentado su paquete de 350 propuestas recuperando el viejo lema
de “no dejar a nadie atrás”. Le ha puesto un nombre épico: “El programa de los
olvidados”.
Incluye medidas de
lucha contra la pandemia, como abrir los centros de salud para la vacunación
todos los días de la semana, y otras de inversión en sanidad en general, como
construir 30 nuevos centros de salud, garantizar la salud dental gratuita a los
niños y prestar más atención y recursos a la salud mental.
Gabilondo, que se
sabe mayor, ha hablado bastante de los mayores. Propone una ley integral para
su cuidado que incluya la creación de una bolsa de cuidadores, ayudas
económicas, etcétera. Y ha apuntado la necesidad de poner en marcha una
“estrategia contra la soledad”.
También ha
asegurado que su gobierno sería “feminista”, paritario y ha propuesto un plan
contra la violencia de género que incluya la alternativa habitacional.
Ayuso, por su
parte, ha dicho en Mercamadrid que deberían poder vacunar las mutuas y las
farmacias, y anuncia que propondrá que los que quieran ponerse AstraZeneca y
Janssen lo hagan bajo su propia responsabilidad, que mejor eso que tirarlas.
Más info sobre esto, aquí.
Ahora pasemos al
heavy metal, es decir, la televisión.
Iglesias ha
dedicado el grueso de su intervención en el programa Las cosas claras, de TVE,
a rajar de la policía y el sistema judicial, a propósito de las detenciones por
los disturbios en el acto de Vox en Vallecas (“Cuando son los nazis los que
agreden, ¿dónde están las detenciones?”, “Si eres el rey puedes hacer lo que te
dé la gana”), y ha animado a no creer en las encuestas que pronostican una
victoria clara de la derecha. Además ha calificado la idea de subir el IBI a
viviendas vacías como “de cajón”.
Antes, en Espejo
Público de Antena 3, Susanna Griso entrevistó a Rocío Monasterio, que se dedicó
a explicar que si gobierna en Madrid “no hará falta el pin parental” que Vox ha
exigido en Murcia, porque derogarán toda ley sobre educación sexual en la
escuela. Monasterio hablaba exaltada al pensar en la corrupción de los
inocentes infantes por las ideas de los degenerados, y Griso hacía amagos de
cortar el chorro de su discurso: “No, esto no es así…”, “¿Eso dónde lo dice?” A
continuación, la periodista preguntó a la candidata qué opinaba de “los
impuestos ideológicos, los mal llamados impuestos sobre la riqueza”.
Por cierto, El
Mundo ha publicado un reportaje sobre Ayuso en Chueca. El titular de la versión
en vídeo es: “A mí me da igual cómo configure cada uno su vida en su cama”.
Ah, y la Audiencia
de Madrid ha invalidado finalmente la candidatura de Toni Cantó.
Continuará…
Choose your fighter
(14-A)
El otro día me
dijeron que la Junta Electoral había reñido a Ayuso y yo dije que por qué y me
enseñaron una noticia de El País que explicaba lo siguiente: la Junta Electoral
provincial amonestó a Isabel Díaz Ayuso por aprovechar un acto institucional en
el Hospital de la Paz, al que acudió como presidenta, para promocionar su candidatura.
Además, la Junta solicitó a PP, PSOE y Podemos que retirasen las imágenes de
sus respectivos candidatos de cartas y folletos dedicados a “promocionar el
voto por correo” y pidió también la retirada de la lona gigante con la cara de
Gabilondo desplegada en la plaza de Callao (como propaganda, se supone).
Leí la noticia por
encima. Superado el desconcierto, murmuré: “Ah, claro, que aún no estamos en
campaña…”. La campaña electoral para la Asamblea de la Comunidad de Madrid
empieza oficialmente el 18 de abril, este domingo: lo de ahora se llama
precampaña, pero eso da igual porque la campaña es constante, no puedes huir de
la campaña; mientras tú duermes, los demás están haciendo campaña, bitch. Por
ahora, la cosa va como sigue:
Isabel Díaz Ayuso
(PP) lleva las de ganar. Su mensaje es algo así: Madrid es libertad y la
libertad soy yo. Todo lo demás es comunismo, es decir, lo contrario de la
libertad, una mierda como un templo. La máxima expresión de la libertad son los
bares. ¿Tres euros por caña? El precio de la libertad. Y sí, quizás trabajas como una mula y te
cuesta llegar a fin de mes, no puedes con tu vida, pero te compensa porque eso
va en el pack de la libertad, a ver qué te has pensado. Los que no viven aquí
no saben lo que se pierden. Losers. Tú eres mejor que ellos.
Factor importante,
juega en casa: el PP lleva dos décadas y media gobernando y ha ordenado las
cosas a su gusto. El discurso de Ayuso se asienta sobre una masa de cosas y
algunas guardan parecido con la realidad. Madrid es la comunidad más rica,
también es la más desigual. Ayuso ha anunciado que finalizará la campaña con
una corrida de toros a la que prevé una asistencia de unas 6.000 personas (el
25% del aforo de Las Ventas). Este acto, que tiene energía de pedorreta, por
supuesto, también tiene que ver con la libertad.
Ángel Gabilondo
(PSOE) es lo opuesto a Ayuso. Nunca haría una pedorreta. Si Ayuso fue community
manager de un perro (trabajo que no puedo descartar ejercer en algún momento),
Gabilondo es catedrático en Filosofía (cosa muchísimo menos probable). Es un
candidato moderado, aparentemente más preocupado de minimizar daños (¿Subir los
impuestos, yo? ¡Qué dices!) que de otra cosa. Como líder de la oposición, fue
discreto incluso en los momentos más críticos de la pandemia, cuando algunas
noticias sobre la gestión de la Comunidad respecto de los ancianos, los niños,
los enfermos y los pobres daban ganas de arrancarse los pelos de la cabeza.
Ese papel de
opositora parlamentaria lo ha desempeñado Mónica García (Más Madrid), que
además es profesional de la sanidad pública (¡anestesista!, un gran poder que
conlleva una gran responsabilidad) y habla con conocimiento de causa. Los
carteles la definen como “médica, madrileña, madre”: tres características que
no descartarían en absoluto que se tratase de un ser horrible. Como candidata,
le ha faltado finura en ocasiones, y puede parecer que este concepto no es
pertinente cuando Ayuso habla de “COMUNISMO O LIBERTAD”, así en mayúsculas,
pero los discursos trumpistas son finos a su manera y, si te despistas, te
fuerzan a adoptar decisiones duras, como la de ir a tomarte un café al 100
Montaditos.
Luego está Pablo
Iglesias (UP), exvicepresidente del Gobierno, que ha venido aquí a interpretar
uno de mis arquetipos favoritos: el pistolero crepuscular. Sabe que su misión
es difícil, está de vuelta, se la sopla todo un poco y, liberado de la
formalidad institucional, se enfrasca en rifirrafes con los fachas y los
grandes medios de comunicación. Esto quizá no es práctico, no es prudente, pero
qué más da. A él le iban a atizar igual y así por lo menos nos reímos un poco.
Aunque nos han
intentado engañar con el vídeo de Ayuso corriendo, el verdadero candidato
runner es Edmundo Bal (Ciudadanos). También es abogado del Estado. Es decir,
una máquina. Sin embargo, lo tiene muy difícil. Quizá por eso, porque de
perdidos al río, su campaña ha escogido como lema “Madrileños por Edmundo”, una
frase de la que varios tuiteros han reclamado la autoría, o quizá les ha
parecido realmente una idea genial, no sé, yo ya me pierdo.
¿Qué decir de Rocío
Monasterio (Vox)? Fueron a Vallecas. Yo diría que les fue bastante mal ahí,
aunque las opiniones sobre esto son variadas. En redes sociales, han afirmado
que deportarían a Serigne Mbayé, número tres de las listas de UP y ciudadano
español, si pudieran, causando la indignación de, entre otros muchos, Bertrand
N’dongo, asesor de la propia Monasterio. También han dicho que estaban en
Carabanchel cuando estaban en Pinto. No sé.
Telemadrid, la tele
pública, ha ofrecido organizar un debate entre los candidatos. Ayuso dijo que
pasaba, pero ahora dice que igual sí.
La partida ya ha
empezado... Choose your fighter.
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