lunes, 19 de abril de 2021

LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DE FLORENTINO

 

LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DE FLORENTINO

El presidente del Real Madrid acaba de ser reelegido para un nuevo mandato. Los duros requisitos que exigen los estatutos para poder ser candidato propician que desde 2006 no haya tenido rival en unas elecciones

RICARDO URIBARRI

El 2 de julio de 2006 se ha convertido en una fecha a recordar en el Real Madrid. Fue el último día que hubo votaciones a la presidencia del club blanco. Desde entonces, y coincidiendo con la vuelta al club en 2009 de Florentino Pérez y las posteriores reformas de los estatutos que endurecían los requisitos para presentarse, ha habido cuatro procesos electorales en los que siempre se dio la misma circunstancia: no hubo otro candidato que él. De esa forma acaba de ser nuevamente reelegido por cuatro años más por lo que, como mínimo, hasta 2025 no habrá elecciones en el club blanco. Habrán pasado entonces 19 años sin que los socios hayan podido elegir en las urnas al máximo dirigente de la entidad, un derecho que solo ellos y los de Barcelona, Athletic y Osasuna, los únicos de la Liga Profesional que no son sociedades anónimas en España, pueden disfrutar y que el resto de aficiones mira con envidia. Es la dictadura democrática de Florentino.

 

En apenas 12 días, los que van desde el 2 de abril, en plena Semana Santa, cuando se anunció la convocatoria de elecciones, hasta el martes 13, cuando se hizo la proclamación oficial del nuevo mandato de Pérez, el Real Madrid ha completado un proceso exprés de elección de presidente. Ni siquiera se nombra ya una junta gestora, como pasaba antaño en estas situaciones, al ser eliminada también esa fórmula de los estatutos, por lo que el dirigente merengue no ha tenido que dejar su cargo en estas dos semanas. La única novedad en esta convocatoria respecto a las anteriores ha sido el adelanto sobre la fecha prevista, que era en junio, cuando cumplía el anterior mandato. En el club justifican la decisión por la celebración en ese mes de la Eurocopa y por la necesidad de tomar decisiones respecto a las obras del estadio y la planificación de la plantilla. Lo cierto es que el anuncio se realizó una semana después de que el empresario Enrique Riquelme comunicara su intención de presentarse este año a las elecciones. Un deseo abortado por ese anticipo en el calendario que Riquelme ha tachado de “inexplicable” e “injustificado”.

 

Y es que cualquier candidato habría tenido apenas seis días laborables para cumplir con los requisitos necesarios para formalizar su candidatura, que no son pocos ni fáciles de conseguir. De hecho, son más duros que los que exige la Ley del Deporte de 1990. Desde que una asamblea de socios en septiembre de 2012 aprobase los cambios en los estatutos, es necesario que la persona que desee ser presidente tenga nacionalidad española y sume 20 años como socio, que es el doble de lo que se pedía hasta ese momento, mientras que el vicepresidente debe acumular 15 y los directivos 10. Además, y aquí viene lo más importante, cualquier precandidato debe presentar un aval, que en esta ocasión alcanzaba casi los 124 millones, que corresponde al 15% del presupuesto del club.

 

Para optar a ser presidente del Real Madrid es obligatorio tener un patrimonio millonario que posibilite hacer frente al aval, ser socio del club y tener 20 años de antigüedad

 

Es cierto que la Ley del Deporte de 1990 incluye esa exigencia pero la asamblea madridista (compuesta por socios compromisarios afines a la directiva) permitió que Florentino la endureciera con varios requisitos añadidos: el primero es que la ley solo reclama el aval al candidato que haya ganado las elecciones, mientras que en el club blanco lo hacen extensible a todos los precandidatos; el segundo es que la ley permite que haya una tercera persona que avale al candidato, mientras que los estatutos merengues exigen que se avale con patrimonio personal; y el tercero es que el aval tenga que ser concedido por una entidad registrada en el Banco de España, algo que tampoco pide la normativa estatal. De esta manera nos encontramos con que para optar a ser presidente del Real Madrid es obligatorio tener un patrimonio millonario que posibilite hacer frente al aval, ser socio del club y tener 20 años de antigüedad. ¿Cuántas personas hay en España que reúnan esas condiciones? Muy pocas. Ese es el motivo de que no haya habido más que un candidato a la presidencia blanca en los cuatro últimos procesos.

Por si esto fuera poco, la actual junta directiva cuenta con la ventaja de no tener que presentar un nuevo aval cada vez que se presenta a unas elecciones, ya que la ley le posibilita no hacerlo siempre y cuando el beneficio de las temporadas de su mandato sea al menos del mismo importe. Florentino presentó ese aval en 2009 (que entonces era de 75 millones), cuando comenzó su segunda etapa en el club, y desde que las cuentas le permitieron retirarlo cuatro años después, nunca más ha tenido que formalizarlo. Hay quien entiende que el espíritu de la ley concede esa prerrogativa a las directivas, pero no a los candidatos. Y que Florentino debería cumplir con ese requisito cada vez que se vuelva a presentar, pero lo cierto es que la Liga de Fútbol Profesional ha certificado que no está obligado a ello. De la misma manera, los cambios en los estatutos fueron llevados en su día ante la justicia por un grupo de socios y fueron avalados por una sentencia del juzgado de primera instancia en 2016, y ratificados por la Audiencia Provincial y el Tribunal Supremo en 2018. Todos los fallos se justificaron por la prevalencia del derecho de autoorganización de una entidad privada.

 

Sí se aprecian diferencias sustanciales entre los requisitos que exige el Real Madrid en este asunto y los que incluyen en sus estatutos los otros tres equipos que comparten el hecho de ser clubes deportivos. Por ejemplo, el club blanco es el único que obliga a preavalar a los candidatos y que además lo hagan con su patrimonio personal. De hecho, Laporta recurrió hace unas semanas a varios avalistas para poder completar la cantidad que se le requería para ser proclamado presidente del Barcelona. Es decir, que el resto se ciñe a lo que pide la Ley del Deporte (aval a la junta que sale ganadora de las elecciones y posibilidad de que avalen terceras personas) sin añadir otras exigencias. Athletic, Osasuna y la propia entidad blaugrana tampoco obligan a que los candidatos tengan que tener cumplidos 20 años como socio para presentarse. Vascos y navarros tan sólo piden uno.

 

Hay quien piensa que Florentino no necesitaba tomar estas medidas para dificultar el camino a sus hipotéticos contrincantes porque, aun en el caso de haberse celebrado elecciones, pocos dudan de que el actual mandatario madridista habría sido la opción ganadora. Pero eso no quita para que haya socios merengues que lamentan las trabas puestas desde el club, que están favoreciendo una situación inusual, la de que no haya elecciones durante más de tres lustros, perdiendo así la principal cualidad que les diferencia de las sociedades anónimas deportivas, donde sus abonados no tienen capacidad para elegir a los responsables de la entidad.

 

¿Qué hará Florentino dentro de cuatro años? En 2025 habrá visto cumplido su gran sueño, la remodelación del Santiago Bernabéu, una faraónica obra que, si se cumplen las previsiones, estará terminada en 2022 y en la cual se van a invertir, incluyendo los intereses, 796,5 millones de euros, conseguidos a través de un crédito que hipotecará al club desde 2023 durante 26 años a razón de 29,5 millones anuales. Se supone que habrá remodelado la plantilla con nuevas estrellas, e incluso es posible que ya esté en marcha la Superliga, el proyecto que él mismo abandera para multiplicar los ingresos económicos. Para entonces habrá cumplido los 78 años. A lo mejor le motiva seguir un nuevo mandato si aún no ha logrado superar los títulos de Santiago Bernabéu, del que está a cinco ahora mismo en la sección de fútbol. O quizá piense que es el momento de dar un paso al lado y dejar que otros puedan ocupar su puesto. Entonces es posible que los socios puedan volver a confrontar programas, escuchar propuestas y hacer uso del derecho que llevan tanto tiempo sin utilizar: votar al candidato que mejor les parezca. Siempre que haya al menos dos que cumplan los requisitos, claro.


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