HAY PARTIDO
Iglesias
hoy ha creado el único precedente. Al que, al rato, se ha sumado todo el pack
no-constitucionalista. Sería deseable seguir el precedente. Ampliarlo, negarse
a intercambiar argumentos, en tertulias o en sede parlamentaria con la extrema
derecha
GUILLEM MARTÍNEZ
1- En el momento en el que escribo estas líneas, en la Superliga solo queda el Barça y el Mad. Si el Barça la abandonara, la ganaría, ahora que lo pienso, el Mad. En otro orden de cosas, la irrupción –y el fallecimiento– de la Superliga ha sido determinante estos días. Ha supuesto una buena descripción del Estado neoliberal –la ausencia de IRPF y del pack post-45, verbalizado por Florentino, con la naturalidad de quien ha ganado todas las batallas, menos la de la Superliga, con estas palabras: “Si los de arriba tenemos dinero, y no perdemos dinero, fluye a todos”–. La mala noticia es que la Superliga, una forma de hacer política, ha sido rechazada para el fútbol, pero no para la política, donde ha sido acogida como programa. La pirámide azteca, que deja caer sangre hasta su base, para alimentar, precisamente, a su base, es la realpolitik desde hace años. Lo que indica que la locura del fútbol –el fanatismo, el blanco y negro, el todo a vida o muerte, el a por ellos– hoy no vive en su biotopo, el fútbol, sino en la política, el único punto del planeta en el que la poética de la Superliga no sonroja a nadie. Este hecho, determinante, lo explica todo. La política es, vamos, de los ultra-sur.
2- Por lo demás, en
las últimas horas, como sucede en el siglo XXI, no han parado de pasar cosas.
Ahí van. El CIS –todo el mundo escribe “el CIS de Tezanos”, donde “Tezanos” es
una nota a pie de página, que impide saber si el CIS es el CIS– apunta bajuna
de Ayuso, la mujer que, después de Eva, ha hecho más y en menos tiempo por los
cambios demográficos. Es posible, incluso, un gobierno progresista en Mad.
Gabilondo se ha caído de la mula. O la mula de Gabilondo cayó ceporra, como
todo el mundo, tras escuchar a Gabilondo. El caso es que, ya en pie, y con un rábano en la mano,
Gabilondo ha puesto a Dios por testigo de que su campaña parece haber dado un
giro. En plena campaña. Lo que habla del carácter líquido de la época. O, lo
que es lo mismo, pero peor, de los lectores de la época que los partidos
contratan como asesores. La apuesta ahora no es captar el voto
–constitucionalista, el concepto que aglutina a la extrema derecha– de C’s,
sino hacer lo que se pueda e intentar ligar coalición con MM y UP.
El PSOE no
abandonará la Superliga. Pero eso es una ocasión para las otras izquierdas
parlamentarias
3- Este cambio se
empezó a fraguar, aparentemente en tiempo real, en el debate televisivo de
Tele-Mad. Lo que explica que los debates electorales, como las cenas, solo se
ponen interesantes y adquieren utilidad cuando una dama o un caballero hacen
algo no previsto. Como invitar a una última copa en el belvedere o, en el caso
de los debates, salirse de la Superliga. En los debates televisados de la
campaña cat, la candidata de Comuns planteó el sesgo racista de algunas
políticas y partidos. Lo hizo à la catalane, en voz baja y sin aspavientos.
Eso, que creó silencio, estupor y temblores en el plató, ha ido creciendo desde
entonces como una bola de nieve. Permite –y permitirá más aún– hablar de más componentes
extremos de las derechas cat. Les ha quitado libertad. Algún día puede
quitársela toda. La ausencia de propaganda rampante, el silencio inaudito en
estos meses de posible negociación de un Govern cat puede ser un indicio de
ello. En el debate de la campaña Mad –Mad, ese país beligerante, en el que
nadie habla bajito– se habló de la muerte en pandemia por código postal. Es
decir, por ingresos. Eso tendrá su recorrido. El anuncio de Gabilondo de su
cambio de orientación, también. El PSOE no abandonará la Superliga. Pero eso es
una ocasión para las otras izquierdas parlamentarias. Para su centralidad. Para
que temas centrales, como la regulación de la vivienda, dejen de ser percibidos
como radicalidad por la Superliga. Por otra parte, ultra-radical, lo único
ultra-radical que hay en el biotopo. No es de extrañar que Ayuso no acepte más
debates. Es más, sorprende que haya aceptado uno.
4- Ayuso no precisa
ir a ningún debate, pues queda representada en ellos a través de las otras dos
derechas. Esa es una originalidad de los postfacismos. Si bien puede optar por
formularse a través de la confusión, de la declaración escandalosa, que
paraliza la información a través de contra-declaraciones de quien se siente
indignado por esas declaraciones, la extrema derecha se verbaliza a través de
otros objetos. En Cat, por ejemplo, JxC, salvo lapsus, no hace declaraciones
postfascistas. Las hacen otros objetos. Manifiestos que firman sus líderes,
fotos en actos de homenaje a fascistas de los años 30, organizaciones de las
que surgen cargos electos, tuits emitidos por cargos, RT –en su día– a
declaraciones de Trump, artículos, editoriales, programas televisivos que
hablan por ellos. En Mad las hacen también los medios, pero también Vox, un
partido –constitucionalista; no va más allá, salvo en su barroquismo, de la
extrema derecha formulada por Aznar– no muy diferenciado de PP, al punto que
cuando el PP falla –como en la votación de los New Generation–, Telefónica
llama a Vox, y Vox sustituye a PP y Vox cumple. Con su poética oral y gráfica,
Vox permite a PP ser moderado. Como también le permite eso a JxC, de alguna
forma. Les permite tener la pirámide de la Superliga limpia. No es preocupante
el fascismo –hasta que te lo encuentras rapado y en un callejón oscuro–, tanto
como lo es el postfacismo, esa cosa cotidiana, televisada, tertuliarizada y no
ubicada tanto en Vox como en desiertos no muy lejanos.
El calibre de las
balas enviadas en esas amenazas sea poli-mili incide en que algo raro –o peor,
normalizado– pasa en regiones de la policía y los militares
5- Y es preocupante
porque está salida de madre. La defenestración de Trump, un renovador, ha
pillado a los postfascismos esp en medio polvo –polvo: ese punto de la vida en
el que resulta imposible pasar a pensar en otra cosa a corto o medio plazo–.
Que es como ha pillado, por otra parte, al trumpismo en los USA. Trump ha
supuesto para los USA, y para el mundo, una inspiración. Ha sido un 1968 para
la derecha. Un momento liberador y creador. Es posible que, como sucedió con la
interrupción de aquel polvo izquierdista, que supuso la aparición, en Europa y
USA, de grupos armados izquierdistas, suceda algo parecido en la derecha
actual, sumamente irritada, por una interrupción no prevista. Lo que habla de
la intensidad del polvo –rayos; digo cuatro veces polvo en cuatro líneas; creo
que me pasa algo, doctor– derechista. Y lo que habla, da verosimilitud y dibuja
cierto estado de ánimo derechista, en las amenazas de muerte recibidas por
Fernando Grande-Marlaska, María Gámez y Pablo Iglesias. Que el calibre de las
balas enviadas en esas amenazas sea poli-mili –eso me dicen; no tengo ni idea
de pistolas; salvo de agua; cada vez que escucho hablar de cultura, así, me
echo la mano a la pistola de agua–, incide en que algo raro –o peor,
normalizado– pasa en regiones de la policía y los militares. Como el hecho de
que un cartel de Vox –solo podría ser más falso si el gasto en menores no
acompañados que afirma fuera en euros con la efigie de Popeye– haya sido
admitido por un juez como animal de compañía, habla de que algo extraño sucede
en la Justicia, ese objeto con el que Trump pretendía dar un golpe de Estado a
partir de una cultura de la democracia ya existente en Esp. Es imposible ya
hablar de todo ello sin hablar de la pirámide, de la política y economía
Superliga. Ese edificio que, por otra parte, no abandonará el PSOE ni jarto de
garnacha.
6- Pablo Iglesias,
en un experimento sin gaseosa, hoy ha hecho algo sorprendente. Abandonar un
debate en el que una chica Vox –ni siquiera en ese momento se alejó del
constitucionalismo matriz– intentaba implosionar el debate. No son fáciles esas
decisiones. Y menos sin precedentes. En un par de ocasiones –con Espe Aguirre,
y en Bruselas, con un exiliado–, yo mismo me planteé abandonar una entrevista
en tanto la falsedad vertebrada impedía hablar de nada. No lo hice. Es más,
publiqué el resultado. Por piloto automático. Por ausencia de precedentes.
Iglesias hoy ha creado el único precedente. Al que, al rato, se ha sumado todo
el pack no-constitucionalista. Sería deseable seguir el precedente. Ampliarlo,
negarse a intercambiar argumentos, en tertulias o en sede parlamentaria con la
extrema derecha. Más aún sabiendo que Vox no es el fascismo anunciado, sino uno
de los postfascismos locales. Es importante el matiz. El matiz no impide, sino
que facilita hablar con sus votantes. Y facilita ver que, detrás de todos estos
ultranacionalismos variados y esencialistas, hay un objeto peligroso, más
vigente que el fascismo, radicalmente antidemocrático, que se estudia en
facultades, que tiene instituciones, y que es más cotidiano e invisible. La
pirámide. El neoliberalismo. Bien por Iglesias.
Quizás la campaña
puede centralizar al PSOE, para que matice su neoliberalismo. Para que vea, en
casa, lo que pasa ahora mismo en los USA
7- Una campaña no
sirve para ganar elecciones. Se ganan mucho antes, por hegemonía, por
centralidad de temas. Esta campaña puede resultar útil para eso. Lo está
resultado. Ya ha aportado unos centímetros de centralidad a temas que desplaza
la pirámide –alquileres, una democracia poco edificante y ejemplar, con
regiones trumpistas a sueldo del Estado, un Bienestar invalidado en la anterior
reforma constitucional, el neoliberalismo como marco de las políticas y, más
aún de las políticas de la extrema-derecha, si bien no solo de ella–. Es más
fácil, de hecho, una victoria de las izquierdas en Mad, que el PSOE abandone la
pirámide. Esa cosa que no abandonó en 1995 en Mad. Quizás la campaña puede
centralizar –igual me estoy pasando– al PSOE, para que matice su
neoliberalismo. Para que vea, en casa, lo que pasa ahora mismo en los USA. Un
alejamiento, a su vez, de la pirámide. Debo escribir, ya, un articulete sobre
1995. Pero el siglo XXI no me dejaaaaa.
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