SE BUSCA A FELIPE VI DESAPARECIDO
DAVID BOLLERO
Felipe VI ha vuelto a borrarse del mapa. En plena oleada terrorista con amenazas de muerte a altos cargos del Estado y a un candidato -y a su familia-, el monarca ha optado por no asomar la cabeza y reclamar el principal papel que sus defensores le asignan: mantener la unidad de España.
Las amenazas de muerte recibidas por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; la directora general de la Guardia Civil, María Gámez; el líder de Podemos y candidato de Unidas Podemos a las elecciones de la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias; y la ministra de Turismo, Comercio e Industria, Reyes Maroto han devuelto a España a una época en la que el terrorismo quería romper nuestra democracia.
Detrás de este clima de terror se encuentra el auge de la extrema-derecha, que no sólo trata de afianzarse en las instituciones a través de Vox, sino también del PP y su candidata en Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Ambos partidos rechazan condenar con contundencia las amenazas de muerte e, incluso, sugieren que se trata de un montaje pese a las evidencias policiales.
Incapaces de hacer
crítica política legítima -y no es porque no se pueda-, los mensajes de odio de
PP y Vox son el caldo de cultivo de esta espiral de violencia que termina por
'inspirar' a enfermos mentales, como ha sido finalmente el caso de la amenaza a
Maroto.
Este nuevo
terrorismo trata de romper la democracia, la unidad de España en torno a ella y
mientras, ¿dónde está el adalid de esta unidad? Salpicado por los escándalos de
corrupción de su familia desestructurada, Felipe VI se ha acostumbrado tanto a
esconderse en La Zarzuela que ya ni cumple con sus funciones. Y es que si sus
defensores históricamente le han atribuido el papel de pegamento patrio, la verdad
es que no está cumpliendo con su cometido. Ya sucedió con la pandemia, siendo
el último de los monarcas europeos en dirigirse a su pueblo cuando más azotado
y aterrado por el coronavirus estaba. Se quiso desquitar después con su Borbón
Tour.
¿A qué se debe que
justo cuando nuestra democracia está siendo atacada de manera tan flagrante el
monarca recurra a la estrategia de la avestruz? ¿Tiene algo que ver que los
defensores más ruidosos de la monarquía sean, precisamente, las hordas
fascistas? Lo cierto es que Felipe VI lleva mal eso de criticar el fascismo. Es
cosa de familia. Ni siquiera cuando en la órbita de las Fuerzas Armadas se
detectaron facistas dispuestos a fusilar a 26 millones de españoles, el rey dio
un paso al frente.
Nadie pide que Felipe
VI rompa su neutralidad, como de hecho sí hizo en octubre de 2017 con el
referéndum en Catalunya. Nadie exige que cargue explícitamente contra los
discursos de odio de PP y Vox, pero sí que realice un llamamiento general que
contribuya a bajar la temperatura de una España convertida en una olla a
presión. Claro, que si la amenaza de fusilar a 26 millones de españoles y
españolas no bastó para levantarlo del trono, ¿qué peso pueden tener ahora las
cuatro amenazas de muerte a altos cargos del Estado y el que hasta hace unas
semanas era vicepresidente del país?
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