jueves, 29 de abril de 2021

MI VOTO ES PARA EL LUTE

 

MI VOTO ES PARA EL LUTE

Ante este estado de cosas, he pensado escribirles a ustedes esta carta medio en serio para, sin dramatizar ni desdramatizar, contarles que ya he votado por correo, y lo que he votado, y por qué creo que sería bueno que otros votaran lo mismo

MIGUEL MORA

Emilio Mora, mi señor padre, dijo que prefería morirse a ser presidido por Aznar y se murió a los 58 años de un infarto fulminante un poco antes de que el tipejo más mentiroso y abyecto que ha conocido la democracia española llegara al poder. Fue una lección de vida un poco excesiva, porque de paso se perdió a dos nietas maravillosas y el único doblete del Atleti en 118 años, pero me sigue pareciendo que aquel burlanga imperturbable, que vivió dos o tres vidas en una porque apenas dormía, jugó sus últimas cartas, como siempre hizo en el tapete verde, con astucia y sensatez.

Han pasado 25 años de aquella despedida demasiado abrupta, y yo todavía recuerdo cada día a don Emilio fumando en la ducha y en la habitación del hospital donde nació mi hija mayor; pero la gran tragedia es que Aznar sigue dominando nuestras vidas desde esa sombra mafiosa de la que solo a veces asoma para seguir mintiendo, cada vez con más desfachatez y con una sonrisa más cínica y desagradable.

 

Ante las bravatas fascistas de unos y las majaderías trumpianas de otras, los coroneles mediáticos de las dos ultraderechas salen cada mañana desde sus cloacas

 

Su última criatura, la escisión neofranquista del PP-never-forget-el-lado-bueno-de-la-Historia, está sacando los colmillos pardos a paseo cada vez con más fiereza y con argumentos más gore, ante la conversión de la ex Dolorosa Ayuso en una falangista desatada y algo daliniana, capaz de imaginar que alguien le envía una carta amenazante ¡con un abridor de latas de mejillones!, objeto que no deben vender siquiera en el superchino de su barrio, mucho más fiable y duradero que la Superliga de su tito Florentimo Pérez.

 

Ante las bravatas fascistas de unos y las calculadas majaderías trumpianas de otras, los coroneles mediáticos de las dos ultraderechas salen cada mañana en manada desde sus cloacas, ya sin filtros ni frenos. Ahí tienen a Vallés, Quintana, Herrera, Losantos, Méndez, Aguilar, Savater, Ferreras, Marhuenda, Inda y Ana Pastor, el once de gala anticomunista, dándolo todo por la causa, temerosos de que sus líderes pierdan la Batalla de Madrid con su programa electoral de mínimos nazis: matar de frío a los niños de La Cañada Real, provocar a los vecinos de Vallekas, señalar a 269 menores refugiados y aplaudir en directo a un nazi ucraniano que juega en el Albacete.

 

La cosa podría incluso tener su gracia, si no fuera porque no tiene ni puñetera gracia. Y ante este estado de cosas cada vez más inquietante, he pensado escribirles a ustedes esta carta medio en serio para, sin dramatizar ni desdramatizar, contarles que ya he votado por correo, y lo que he votado, y por qué creo que sería bueno que otros votaran lo mismo.

 

Como algunos de ustedes sabrán, CTXT ha publicado ya un editorial en el que recomendamos a nuestra comunidad que vote masivamente el próximo 4 de mayo a cualquiera de las tres fuerzas progresistas, considerando que no es momento de ponerse exquisitos ni tiquismiquis, porque lo único importante en este momento es que esas fuerzas aparezcan y parezcan unidas para parar los pies a esa bestia parda deshumanizadora antes conocida como fascismo.

 

Ese editorial, síntesis de las distintas tendencias del plural consejo editorial de CTXT, fue publicado y escrito hace 15 días que parecen 15 años. Y como las cosas han cambiado mucho desde que Pablo Iglesias se levantó del debate de la SER, y no parecía pertinente publicar un segundo editorial sobre las elecciones, he decidido hacer público mi voto, siguiendo una hermosa tradición centroeuropea que viene de Hitler (Mi lucha) y que en CTXT solo ha practicado hasta ahora, con muchos menos muertos y más acierto, el inimitable Guillem Martínez –no se pierdan el siguiente párrafo, glups–.

Mi voto antifascista y por correo ha sido para Unidas Podemos. Por tres razones: a) aunque no somos amigos ni hemos merendado nunca juntos en el Rodilla como afirma falsamente Pacho Sánchez-Cuenca, Podemos y Contexto tenemos los mismos enemigos: las cloacas y la prensa canalla que inventa bulos; b) si Iglesias no se hubiese presentado, Ayuso y sus mariachis habrían ganado de calle, y creo es justo agradecerle que haya puesto patas arriba la campaña, y, sobre todo, c) mi hija pequeña me metió la papeleta en el sobre y ¿quién soy yo para llevarle la contraria a una tipa que con 24 años tiene toda la vida por delante, si esa vida que le hemos dejado ustedes y yo es bastante más injusta, jodida e incierta que la que nos dejaron a nosotros nuestros padres?

 

Tres razones más: d) el PSOE y Más Madrid necesitan toda la presión posible desde su izquierda para no quedarse ensimismados con las entrevistas-masaje, los titulares mimosos y las bajas presiones de la PRENS.A.; e) Pablo Iglesias es el hombre más acosado, odiado, quemado y temido de España desde El Lute –el hombre del saco de mi infancia–, y a los Lutes de la vida hay que protegerlos, no solo porque saben como nadie lo que sufren los gitanos sino porque en los linchamientos (sobre todo si están organizados por poderes no electos, o por el KKK) uno solo puede ir con la víctima, jamás con el verdugo ni con sus cómplices. La sexta, con perdón, o f): Iglesias tiene el reflejo democrático muy bien puesto. Mejor puesto que nadie, salvo quizá Yolanda Díaz, que lo tiene parecido. No, señora Ayuso, no se trata de elegir entre Comunismo o Libertad, se trata de elegir entre socialdemocracia o terrazas, entre fascismo o democracia, entre igualdad o miseria.

 

Como se cantaba en Bandiera Rossa, cuando enfrente están los explotadores, los fondos buitre, los propagandistas a sueldo, los brigadistas y los matones, las balas y los bulos y unas fuerzas de seguridad infestadas por el extremismo ultra, solo cabe una estrofa: “Y viva el comunismo y la libertad”.

 

 

 

La última razón por la que he votado a Pablo Iglesias es estrictamente personal. Es un tipo educado y tranquilo. Solo le he visto tres o cuatro veces en mi vida, y siempre por motivos profesionales, pero me parece una persona seria y competente. Gabilondo y García también me lo parecen, no crean que no. Pero no los persiguen tanto como a El Lute, y no tienen el reflejo antifascista tan bien puesto. O no tan rápido…

 

Último párrafo: no se lo pierdan que siempre es el mejor. Durante la ruptura del debate de la SER, Angels Barceló cogió de la manito a Iglesias para intentar que no se fuera, y le dijo “no te vayas muy lejos”. Confiaba en que su jefe, Daniel Gavela, le convencería para volver al estudio. Barruntando lo que pasaría, Iglesias no dejó entrar a Gavela y a Daniel Anido, director de los informativos de la cadena, en su camerino. Cuando salió, llevaba ya el abrigo puesto. Gavela intentó convencerle pese a todo, y al ver que no podía, levantó la voz y el dedo. Iglesias le contestó citando a Bertolt Brecht: “Vuestro problema es que no os dais cuenta de que ahora van a por nosotros, pero después irán también a por vosotros”. Y se largó.

 

Por eso es tan importante que ganen los social-comunistas en Madrid. Para que desde las trincheras con imprenta y altavoz no sigan deshumanizando a los adversarios de las cloacas. Para que las jóvenes puedan alquilar un zulo a menos de mil euros al mes. Para que los refugiados y los niños que pasan hambre y frío dejen de ser armas arrojadizas y pasen a ser el centro de las políticas públicas. Para que la sanidad, el futuro y la educación sean de todas, y no solo de unos pocos.

 

Y hasta aquí Mi lucha.

Prometo que, como decía don Emilio, será debut, homenaje y despedida: una y no más.


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