martes, 13 de abril de 2021

LABIOS CAÍDOS OÍDOS SORDOS

 

LABIOS CAÍDOS

OÍDOS SORDOS

                                                   QUICOPURRIÑOS

 Enciendo el televisor o la radio o leo el periódico, y veo, escucho o leo la noticia, me paro  y me pregunto ¿qué tienen en común? Pues que los protagonistas no paran de utilizar el insulto. Da igual de lo que hablen porque en defensa de sus tesis los argumentos se han sustituido por los insultos. Y al ver la `pequeña pantalla, oír el transistor, o leer las páginas, porque a mí la prensa me gusta en papel, me indigno, me enfado, hasta que me doy cuenta de que estoy cayendo en la trampa. Llegado a este punto, busco, en el diccionario de la Rae, insultar:, y leo: “ ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones”.

          Bien, ya vemos elementos esenciales e indispensables del insulto. Por un lado ofender a alguien. El insulto ha de ser dirigido a una persona para conseguir el ”insultodelincuente” lograr su objetivo, lo que persigue provocando e irritando al otro con palabras o acciones.

          Por tanto el buen insultador, sólo logrará su objetivo, si consigue que, a quien van dirigidas sus ofensivas palabras, salte, pues lo que busca es provocar en este una reacción airada.

          Provocar, entra necesariamente en la definición del término insulto. Y provocar, también según la Rae es : “ buscar una reacción de enojo en alguien invitándolo o estimulándolo con palabras u obras.

          Por tanto,  para vencer al insulto, al desbocado que lo utiliza en su actuar como político, empresario o profesional cualquiera, la reacción ha der ser la de labios caídos. El escudo frente a la provocación, es ignorarla, no caer en la trampa de lo que persigue el que nos lanza el insulto.. Gandhi luchó contra las tropas inglesas dejando los brazos caídos y logró vencerlas sin disparar un solo tiro. Frente a la violencia, la no violencia.

          Pues frente al insulto, frente a la ofensa, frente a  la provocación, frente a la violencia verbal, no caer en la provocación sino responder con la  indiferencia, con no violencia verbal, con labios caídos, con oídos sordos. Contestar a esa lamentable intervención sin tener en cuenta los insultos y provocaciones, ignorando de dicho  discurso las palabras hirientes, malsonantes, ofensivas, provocadoras, por  inútiles e  innecesarias, ese debe ser el contraataque. Y así una y otra vez hasta que se den cuenta del sinsentido y ridiculez de utilizar esos adjetivos para, vanamente, pretender dar fuerza o rigor a sus ideas. Si algún día alcanzan la madurez, deberán descurbrir que el diccionario les muestra, les brinda, les ofrece, pone a su disposición, miles de palabras que en libertad quedan para usarlas como herramientas, más que como armas, para defender una u otra postura, sin necesidad de acudir al lenguaje propio de tahúres y parroquianos de tabernas de mala muerte.

          Acuérdense de Gandhi. Si no saben quién es, lo pueden localizar a través de “Google”.

 

                      quicopurriños a 11 de abril de 2021


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