CRECEN LAS VOCES DEL FÚTBOL CONTRA LOS ABUSOS LABORALES EN CATAR
Varias
selecciones protestan ante el elevado número de trabajadores fallecidos desde
que al país le fue concedido el Mundial de 2022
RICARDO URIBARRI
La polémica ha acompañado al Mundial de fútbol de 2022 desde que la FIFA concedió su organización a Catar hace ya más de 10 años. Por las numerosas sospechas de corrupción habidas durante el proceso para elegir la sede, por ser un país donde no se respetan diversos derechos humanos, por las fechas en las que tendrá que jugar –entre noviembre y diciembre, a causa de la imposibilidad de hacerlo en verano por las altas temperaturas, lo que obligará a detener los campeonatos nacionales en todo el mundo– y también por el coste en vidas humanas que está habiendo durante la construcción de las infraestructuras necesarias para el evento, debido a las precarias condiciones laborales que sufren los trabajadores. Una situación denunciada por diversas selecciones nacionales en el reciente parón de compromisos internacionales y que hace que haya países donde incluso se debate sobre un posible boicot al campeonato.
“Derechos humanos.
Dentro y fuera del campo”, se podía leer en una camiseta que vistieron los
jugadores de Noruega antes de un partido jugado hace unos días. Los de Alemania
también optaron por lucir una con cada letra de las palabras ‘Human Rights’
(derechos humanos) mientras que en otro encuentro mostraron una pancarta en la
que se leía ‘Wir für 30’, en un gesto que remitía a los 30 artículos de la
Carta de los Derechos Humanos donde se hace mención a que la esclavitud está
prohibida. Por su parte, las selecciones de Países Bajos, Dinamarca y Bélgica
eligieron el mismo lema: “El fútbol apoya el cambio”. Todo esto después de que
el periódico inglés The Guardian publicara que más de 6.500 trabajadores
migrantes han muerto en Catar desde que se supo que el país celebrará el
Mundial, muchos de ellos relacionados con las obras del torneo. Unos datos
obtenidos de las embajadas y organismos de los países de los que eran nativos
esas personas: India, Bangladesh, Nepal, Pakistán y Sri Lanka. La cifra podría
ser aún mayor, ya que otros países como Filipinas o Kenia no facilitan
información. Hay que tener en cuenta que el 90% de los empleados contratados en
las obras son de fuera del país.
El periódico The
Guardian publicó que más de 6.500 trabajadores migrantes han muerto en Catar
desde que se supo que el país celebrará el Mundial, muchos de ellos
relacionados con las obras del torneo
Los abusos y la
explotación que sufren muchos empleados contratados para las obras del Mundial,
que no sólo abarcan la construcción de los estadios, sino también
infraestructuras de carreteras, de transporte público y de hostelería, están
siendo objeto de queja desde hace tiempo por parte de organizaciones como
Amnistía Internacional. Su responsable en Deporte y Derechos Humanos en España,
Carlos de las Heras, explica a CTXT que “los principales problemas que sufren
los trabajadores en Catar están relacionados con el sistema de Kafala, que es
el marco que regula las condiciones laborales de los empleadores con los
millones de trabajadores migrantes que están presentes en Catar y en otros
países del Golfo Pérsico. Básicamente es un sistema de patrocinio según el cual
los trabajadores quedan vinculados con sus empleadores, en unas condiciones
bastante preocupantes para los primeros, ya que tienen dificultades para
rescindir contratos e incluso para poder salir del país al necesitar el permiso
de sus empleadores. Además, tienen que sufrir jornadas laborales de hasta 16
horas diarias, con temperaturas muy elevadas, retraso en los salarios de hasta
siete meses y unas condiciones de alojamiento precarias, ya que en muchos casos
viven hacinados en barracones”.
En Amnistía
Internacional reconocen que no tienen una constancia concreta de las personas
relacionadas con las obras del Mundial que han podido morir, aunque ven posible
que la información de The Guardian se ajuste a la realidad. “Las propias
autoridades de Catar –señala De las Heras– dan credibilidad a esa cifra, aunque
señalan que muchos de los fallecidos no tenían relación con el evento y que en
un importante porcentaje se han debido a insuficiencias cardíacas o
respiratorias. Lo que no sabemos, porque los gobernantes del país no lo dicen,
es que ha causado esos problemas de salud, que en un gran número de casos
provienen de las durísimas condiciones laborales que tienen que soportar”. El
hecho de que en la mayoría de los decesos de los trabajadores no se realicen
autopsias y se cataloguen como muertes naturales “provoca que haya poca
claridad respecto a estos fallecimientos en el ámbito de la organización de un
Mundial”.
Fruto de la presión
internacional, las autoridades de Catar han establecido un salario mínimo de
274 dólares y han anunciado medidas encaminadas a flexibilizar el sistema
Kafala, como el permitir la libertad de circulación de los trabajadores y
facilitar la movilidad laboral. “Sin embargo –señala De las Heras– hay algunos
casos en los que ha habido personas que no han podido regresar aún a su país
por tener una vinculación laboral con su empleador”. Esos avances están además
en peligro después de que el Consejo de la Shura, un organismo consultivo del
Gobierno, haya pedido que se revoquen. “Nos han llegado noticias de que,
efectivamente, Catar podría despojar a los trabajadores migrantes de derechos
prácticamente recién adquiridos, como la eliminación de poder cambiar de
trabajo durante su contrato, la limitación del número de veces que podría
cambiar de ocupación durante su estancia en Catar, y el porcentaje de personas
de una empresa que podría cambiarse a otra. Algunas de estas cuestiones están
actualmente en juego. También está en discusión el porcentaje de trabajadores
que necesitarían permiso de salida para poder abandonar Catar. Actualmente está
en un 5% y podría quedar en un 10%. Todos estos hechos hacen que haya que
seguir muy vigilantes de los que ocurre en el país”.
Amnistía espera que
esas mejoras previstas “se lleven a cabo y que no haya retrocesos, como nos
estamos temiendo que podría haber. Lo que le pedimos a Catar es que pase de las
palabras a los hechos y que aplique todas esas reformas, que lo haga de la
mejor forma posible y que, además, introduzca otras cuestiones que ahora mismo
son deficientes. Entre ellas estarían reforzar los mecanismos para las
inspecciones laborales, con el objetivo de detectar y detener estos abusos,
facilitar el acceso de los trabajadores a la justicia y la posibilidad de crear
sindicatos. Solo así se puede avanzar un poco en cuanto a lograr el objetivo
final, que es poner fin a esta cultura de la impunidad que hasta ahora están
teniendo los empleadores en el país”.
Más allá de los
problemas que existen en Catar, hay que preguntarse por el papel que está
desempeñando en este proceso la FIFA, que es el dueño del torneo y quién
debería velar para que no se produzcan situaciones no deseadas. “El papel del
organismo futbolístico es crucial y la realidad es que no ha alzado
suficientemente la voz en relación a la difícil situación de estas personas
trabajadoras. Es verdad que ha dado algunos pasos para asumir la
responsabilidad que tiene, como el establecimiento en 2017 de una política de
derechos humanos, y la puesta en marcha en 2019 de una estrategia conjunta en
materia de sostenibilidad. Pero como decía antes, lo importante es pasar de los
papeles a la acción. Y como parte del deber que tiene en materia de derechos
humanos, debe utilizar esa influencia con las autoridades de Catar para
presionar en favor de una reforma significativa del régimen laboral en este
país. La FIFA no puede mirar hacia otro lado sobre lo que está sucediendo. Se
debe regir por los principios de Naciones Unidas sobre derechos humanos, que
señalan que las empresas son responsables de sus actividades también en el
extranjero. Y como organizadora del Mundial, también es responsable de la
situación en Catar”, explica Carlos.
A las denuncias de
organizaciones como Amnistía Internacional y a las informaciones periodísticas
se han sumado las protestas llevadas a cabo por varias selecciones durante los
recientes partidos de clasificación para el Mundial. Además de los lemas en las
camisetas y las pancartas, también ha habido declaraciones que iban en el mismo
sentido. Así, la federación de fútbol de Dinamarca emitió un comunicado en el
que decía que “la presión sobre Catar debería aumentar desde muchos
lados". El director del organismo, Jakob Jensen, manifestó que "la
decisión de celebrar el Mundial en Catar es errónea y controvertida ya que el
país enfrenta grandes desafíos en términos de derechos humanos para los
trabajadores migrantes”. La de Bélgica publicó el siguiente mensaje en su
página web: “Hacemos un llamamiento a los organismos internacionales y
federaciones de fútbol para que se pongan de pie y exijan una acción más firme
para mejorar las condiciones laborales y los derechos humanos en Catar. El
fútbol tiene el poder de crear un cambio positivo, usemos ese poder ahora”.
Por su parte, el
seleccionador de Noruega, Stale Solbakken, dijo que “los veinte meses que
quedan para el torneo son una oportunidad única para que la FIFA coloque a las
autoridades cataríes bajo una enorme presión. Si la FIFA plantea unas
exigencias muy duras y dice que solo habrá Mundial si se cumplen, será un jaque
mate para Catar”. Otro de los que dejó clara su postura fue el jugador del Real
Madrid e internacional alemán, Toni Kroos, que manifestó que “los trabajadores
migrantes están sometidos a jornadas sin descanso bajo temperaturas tórridas de
50 grados, sufren una alimentación insuficiente y sin agua potable. En esas
condiciones, no hay ninguna garantía de seguridad para quienes trabajan para el
torneo ni tampoco atención médica. Ese es un tema, pero hay más sobre lo que
puedes comentar. Por ejemplo, allí se castiga la homosexualidad. La decisión de
celebrar el Mundial ahí no fue buena”.
En Dinamarca, una
encuesta realizada por la empresa Megafon reveló que el 44% de los consultados
cree que su país no debería acudir a disputar el campeonato
De las Heras
considera que “la implicación de los deportistas es fundamental, porque pueden
actuar como grandes portavoces para denunciar estos abusos. Amnistía ha pedido
a través de sus oficinas a 27 federaciones nacionales que, como parte que son
de la FIFA, eleven la voz sobre este problema y presionen a Catar para llevar a
cabo estas mejoras. En España nos hemos dirigido por carta a la Federación
Española para que den ese paso, pero hasta ahora no hemos tenido respuesta. Nos
hubiera gustado una señal, un gesto, un guiño, hacia las personas migrantes en
Catar, pero desafortunadamente no se ha producido”.
En algunos países
incluso se ha empezado a debatir la idea de si las selecciones deberían llevar
a cabo un boicot al Mundial. En Dinamarca, por ejemplo, una encuesta realizada
por la empresa Megafon reveló que el 44% de los consultados cree que su país no
debería acudir a disputar el campeonato. Equipos noruegos como el Rosenborg o
el Tromso, presionados por sus aficionados, también han pedido a su federación
que apoye un boicot al evento, una decisión que se debatirá en una asamblea
extraordinaria en junio. El portavoz de la ONG afirma que “Amnistía
Internacional, no solo en este tema, sino en cualquier otra posibilidad, nunca
va a promover el boicot de ningún evento, ya sea deportivo, comercial o de lo
que fuera. Cada país es libre de promover o debatir si puede ser interesante un
boicot o no, pero para nosotros, lo que es importante es que, si este Mundial
se celebra en Catar, sea un marco para criticar la situación de sus trabajadores.
Pedimos que se utilice el propio torneo para denunciar las cuestiones relativas
a los derechos humanos en estos países”.
De toda la
problemática que rodea al campeonato, quizá debería extraerse la conclusión de
que para próximas adjudicaciones de importantes eventos deportivos deberían
tenerse en cuenta aspectos como los que se están denunciando ahora. Carlos de
las Heras coincide con esa apreciación. “Una de las lecciones que deberíamos
sacar de la situación de Catar es que, además de abordar lo que pasa
actualmente en el país, debemos aprender de cara al futuro. De hecho, para la
concesión de próximos Mundiales, como por ejemplo el de 2026, la FIFA ha
introducido en sus criterios algunos relacionados con los derechos humanos,
algo que no se hizo en Catar”. Por algo será.
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