DUNIA SANCHEZ
15
Las ánimas, corren
por el boscaje mientras ella con sus ojos grises se ahuyenta de la luz solar.
Almas perdidas en el enredo desorbitante de la naturaleza, su casa. Sola, con
la tenacidad vibrante de una existencia alejada de toda civilización, de toda
sociedad. Su cabello moreno cae más allá de su espalda. Sus pies desnudos son huella del barro . No
importa el frío. No importa las corrientes zanjando en navajazos gélidos en su
cuerpo. Solo sabe que no debe salir de los límites de ese bosque de faya y
brezales. Qué hermoso es se dice, cuando en la mañana con la claridad del astro
hoy su piel se tiende para saborearlo.
Una sustancia boscosa que llega hasta el
mar. Allí se dirige, con sus pocas prendas, corriendo como animal abatido por
chillidos de las balas. Habla con los espíritus, ella los ve. No entiende muy
bien el porqué pero siempre ha sido así. Ignora el mundo, en la clausura de sus
palabras difícil de expresar. Ignora el tacto sutil del cariño, de la ternura
en las rejas impuestas en su ser. Solo, el oleaje caricia su cuerpo que se
desnuda al son de un canto monótono. No teme ese mar brutal, violento del
otoño. Solo la brevedad en que permanece en su masa líquida la impulsa en su
estar en esta vida. No se pregunta si hay alguien más. Nacida en los albores de
una primavera y aconsejada por una voz , solo una voz, tras la puerta donde
habita. Una nada rasgueando su crecimiento, sus cuestiones, su esencia. Esa
nada que habita en cada uno de sus sentidos acostumbrándose, retrayéndola.
Creando unas manos de guaridas donde la soledad embriaga cada conversación de
sus pensamientos, de sus labios ¡Oh, otoño¡ Mujer engendrada en el seno de
velatorios. Mujer amortajada cuando la sonoridad de su cuerpo deambula a través
del oleaje. Y nada con las ballenas llegadas en su migración por la estación, y
nada con peces plateados en la frondosidad de algas y caracolas que cuando
llega a la orilla la embelesan. Entonces, los espíritus se forman ante su
figura como luz que va, como luz que viene y ella extiende sus manos para
acoger de su calidez. Entonces, comienza su baile, un baile donde almas
animadas la acogen en el rito perseverante de los años. Ah, mujer, continua con
tu danza lenta, haciendo giros en el aire como parte de él. Ah, mujer, todo ha
de terminar, la ceguera de tu rumbo se reorientará y no serás mujer de
desiertos eviternos ¡Ven¡ ven le dicen las ánimas del bosque , ven con nosotras
pero ella desoye, se aísla como soñadora bebiendo del néctar de su
verticalidad. Corre y corre sus zancadas la llevan ante una madre tierra
creativa, ilusionada en el volar y volar con la intensidad de sus sueños. Y los
espíritus le hablan, le aconsejan y ella sigue y sigue en su lucha con la
supervivencia, con su libertad cuando es hija de la nada...CONTINUARÁ
No hay comentarios:
Publicar un comentario