lunes, 19 de agosto de 2019

LA ISLA.1


LA ISLA.1
DUNIA SANCHEZ
TORMENTA:

Estás ahí, lejana, confusa, fatigada pero te abrazas a ese madero del naufragio. Mi ira te embravece, luchas contra mi fuerza descomunal pero es inútil. Te ahogaras como tantas otras, mujer de la nada. Sí , eres mujer de la nada agarrada en un madero de la esperanza. Qué hacer contigo. No voy a calmar el oleaje, lo grotesco de este viento. Te afincas y quieres vivir, solo eso, mujer de la nada. Yo, tempestad de la vida de ataúdes anónimos, tiro de ti pero te empecinas en seguir adelante aunque tu voluntad mermada se estacione en la ilusión mujer de la nada. No quieres ser una más, te comprendo, de este mundo cobijado en minas sangrantes para vosotros. Luchas y luchas y yo me agrando y al mismo tiempo me deshago abatido por tu grandeza, por tu ánimo de sueños del ayer, del presente. No pregunto por tus compañeros, ya sabemos donde están, muertos flotantes del silencio. Quieres llegar a la orilla, tus ojos radian el agotamiento, desorbitados quieren ser parte de tierra. No, no te queda mucho. Yo no puedo detenerme, tienes que luchar con el abismo, con el terror, con el temor de ser una más de estas profundidades. Callas, ni tu gemir , ni tus chillidos se escuchan ya.

ELLA:
Déjame en paz. Llegaré agarrada en este madero a la costa. No, no me convertirás como los demás, huesos insonoros, intocables en el paso de los tiempos. Tengo que llegar. Tú, tiempo cruel, abominable, alocado, desafiante. Sí, me desafías y yo aquí, en esta marea revuelta, violenta, bestial acepto el reto. Llegaré, ante mi mirada una luz me ofrece el camino, no el de la muerte, sino el de la vida…el de la vida. Vete ya, qué la calma venga y te disuelva en el callar, en tus bruscos movimientos. Somos ya muchos, demasiados los que hemos dejado la existencia aquí. ¡Aquí, en este fondo hondo del quebranto¡. Llegaré, veo la orilla temblorosa ante mis ojos. No, no me conoces pero he decirte que el espíritu libre y asentado puede más que tu rabia, que tu veneno. ¡Calla¡¡Calla¡, déjame sobrevivir como las aves que migran a distintos lugares. Y si no llegaré, ya estoy cerca. Todavía me queda algo de entereza, por mis hijos, por mis muertos, por mis amigos, por mi familia. No me sigas azotando más y más ¡Basta¡ Ahí, ahí está la orilla y llegaré…y llegaré.

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