SÁNCHEZ DESCUBRE LA DEMOCRACIA ORGÁNICA
POR RAFAEL CID
“Y habremos
de ahondar en el misterio de las cosas
Como si
fuésemos espías de Dios”
(Shakespeare.
El rey Lear)
En su afán de
acabar con Unidas Podemos y su declinante prestigio, Pedro Sánchez se ha
instalado en un bucle. Acaba de abrazar la democracia orgánica como arma letal
para el sorpasso a los morados. Entre lo mucho que avanzó respecto a la
dictadura, la Transición dejó atrás la “democracia orgánica” en que basaba su
usurpación el franquismo. Familia, municipio y sindicato (en singular y
vertical), órganos de representación de aquel régimen caudillista (sus
ejercientes eran llamados “procuradores”), cedieron puesto y cargo a los
partidos políticos y el consiguiente ejercicio de derechos y libertades. Luego
la Constitución de 78 los consagró en su artículo 6º como agentes fundamentales
que “expresan el pluralismo político, concurren a la formación y la manifestación
de la voluntad popular y son el instrumento fundamental para la participación
política”. Hola, democracia parlamentaria, bienvenida.
Pues bien, hete
aquí que el presidente del Gobierno en funciones se lía la manta a la cabeza y
decide iniciar su particular rueda de consultas para rebañar una segunda
investidura, no con los partidos políticos sino con miembros escogidos de la
sociedad civil, asimilados como lobbystas cortesanos (vulgo estamentos).
Remedando al Luis XIV del “Estado soy yo”, en una versión profana de los
“viernes sociales”, Sánchez ha emplazado en La Moncloa a grupos feministas
(“no, bonita, no, los socialistas nos lo hemos currado”), sindicatos (dos en
persona y uno en esencia), colectivos de la ciencia, asociaciones de la cultura
y demás abajofirmantes que suelen activarse en favor de la izquierda
institucional en época electoral. Se desconoce si en el casting para el
besamanos presidencial figuraban los activistas en defensa de los emigrantes
que han denunciado el criminal boicot de Fomento a los barcos de salvamento
marítimo de las ONG Open Arms y Aita Mari; los ecologistas opuestos al
superpelotazo de la Operación Chamartín, o los grupos antimilitaristas que han
colocado a España en el ranking de la indecencia al vulnerar la legislación
internacional por vender masivamente armas en zonas de guerra y a Estados que
sistemáticamente vulneran los derechos humanos, como Arabia Saudita. Y puestos
a presumir de sociedad civil, ¿por qué no una representación de estrellas de
baloncesto, que tanto ascendente político tiene en el sanchismo?
Todo para segar la
hierba bajo los pies de Pablo Iglesias en ese avispero que es ahora UP, y
conseguir que acepte gratis et amore un gobierno del PSOE monocolor (como por
otra parte ya dictó por unanimidad la Comisión Permanente de Ferraz).A ese
chantaje lo llama solución “a la portuguesa”. Pero se trata de otro trampantojo
del “renacido”. Spain is different, porque lo que vende Sánchez no es un
gobierno de izquierda tal cual como en del país vecino, ya que aparte de Unidas
Podemos el PSOE necesitaría el concurso de partidos conservadores e incluso
confesionales, como el PNV, para salir airoso. Pero lo más importante, su
homólogo luso Antonio Costa no llegó al Gobierno gracias a un partido situado a
su izquierda, como si ocurre aquí con Unidas Podemos, factótum del triunfo de
la moción de censura que encumbró a Sánchez. Aparte de que el acuerdo
programático que ahora oferta el presidente en funciones, como alternativa a su
“no, es no” a una coalición con Iglesias, ya se intentó con el pacto
presupuestario que el líder socialista incumplió en su noventa por ciento.
La decisión de
Pedro Sánchez de satelizar a colectivos sociales otorgándoles status de
representantes preferentes de la sociedad civil, es un suma y sigue al veto
contra Iglesias con descalificación democrática incluida y del infame “ustedes
no tienen experiencia de gestión de gobiernos”, esgrimido durante su última
intervención. Otra bola monumental. Precisamente Unidas Podemos ha gobernado
con el PSOE en la Comunidad de Castilla La Mancha la pasada legislatura, y
acaba de entrar en los ejecutivos de Valencia, Aragón y Navarra. Como decir que
de haber cedido a las pretensiones de UP sería tanto como tener dos gobiernos
en uno, cada uno por su lado. Un insulto a la inteligencia. Que se lo digan a
los 19 gobiernos de coalición que actualmente existen en la Unión Europea de
los veintiocho, ¿tampoco son de recibo para la taxonomía sanchista? La mentira
tiene las patas cortas pero se convierte en zancadas olímpicas si, como ocurre
con el PSOE, cuenta con el botafumeiro de los principales medios de
comunicación (encuesta va, editorial viene) y restantes agentes de superior
influencia. Aunque sea para forzar un tongo, a Sánchez también le piace la
democracia iliberal.
Nada es verdad o
mentira, todo es reversible. El frente del “si” que está configurando Sánchez
con su apaño de “democracia orgánica” para tumbar a Iglesias, es el mismo pero
al revés del que hace dos semanas se conjuró en la orilla contraria. Cuando desde
los sondeos del CIS, pasando por CCOO y UGT, y terminando con los profesionales
que suscribían el manifiesto “Por un gobierno de progreso ya”, pedían a gritos
un Ejecutivo a dos entre PSOE y Unidas Podemos. Claro que, arrieros somos,
ellos también podrían argumentar en su descargo que el primero en faltar a la
acordado fue el propio Iglesias al autoexcluirse después que la militancia se
decantara con rotundidad por un gobierno de coalición sin vetos. En política,
mientras la gente lo tolere, lo de “yo no soy siempre de mi misma opinión”
seguirá siendo de comunión diaria.
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