‘EL PAÍS’, ERRE QUE ERRE…JÓN
ANÍBAL MALVAR
Anda El País
aireando con impudores excesivos su idilio con Íñigo Errejón, el Pat Garrett
que titoteó a Billy Iglesias en su particular duelo al Sol. A la Puerta del
Sol. No es que uno esté muy en contra de los amores posibles, pero la cosa
Errejón/El País empieza a empalagar tanto que a veces se te quedan los dedos
pegados en los papiros y las revistas de Prisa.
Tres entrevistas en
apenas 15 días lo convierten en el Hugh Grant de la política romántica
española. O quizá de la comedia política española, romántica o no. Es curioso
que en dos de ellas los titulares contengan alusiones a la virilidad. En la del
día 20 de julio, revista S Moda, decía que «hablar de ropa reta la masculinidad
de algunos». En la de este día 5 de agosto, contraportada firmada por la
compañera Natalia Junquera, nos advertía de que «la política viril es estéril».
La del día 2 está firmada por la misma periodista y escrita con aires menos
frívolos: «No me planteo dar el salto a la política nacional». Ninguna alusión
a la testosterona en el afamado texto.
Errejón está
consiguiendo sustituir a Albert Rivera como yerno ideal de los directores de
nuestros grandes periódicos de papel, en vista de que el celestinaje
Pedro/Pablo, Sánchez Iglesias, nunca lo han observado con ojos muy católicos.
A Errejón se le
permite incluso dar consejos a Podemos sobre unidad sin que al periodista le
den ganas de transcribir unas carcajadas: «La cooperación llega más lejos que
la competencia», les dice a los morados, sin ponerse ídem de vergüenza, el
líder que los escindió en Madrid. Es como si Neymar le diera lecciones a Messi
sobre la lealtad a los colores.
El voxero Espinosa
de los Monteros llama a Errejón «manos blanditas», y «cara dura» le llaman sus
excompañeros de Podemos. Supongo que ésta es la prueba del nueve de que el
chaval está centrado, en un país en el que se califica como centro a toda forma
de derecha que no contemple sacar los tanques a la calle.
Es curioso observar
cómo los disidentes de Podemos gozan de un trato mediático casi amoroso, como
ovejas descarriadas que han regresado al redil. Ramón Espinar, en cuanto salió
del partido, anda repartiendo su honestidad cocacolera por La Sexta, radios,
televisiones y otras cunas arropadas. Hay quienes sueñan llegar a ministros
para garantizarse un cómodo futuro. Ahora se ha inventado otra fórmula: huir
airadamente de Podemos.
–¿Y tú qué quieres
ser de mayor, hijo mío?
–Maestro.
–¿Y por qué no
haces oposiciones a ex de Podemos, que es más seguro?
Cierto es que el
aniñado Errejón da muy bien para los cuentos dickensianos que tanto gustan a
nuestra prensa. Errejón es y será siempre el niño de las navidades venideras.
Cualquier día los vemos cantando números con los de San Ildefonso en la
lotería. «Para mí fueron difíciles las navidades pasadas, en las que asumí que
estaba en un sitio donde no me querían». ¿No dan ganas de adoptarlo? ¿Quién
puede no querer a un errejoncito en Navidad? Si parece el tamagochi de nuestra
política, colocado debajo de las lucecitas del árbol y alrededor de otros
ilusionantes regalos.
El género
periodístico de la entrevista amable, hoy denominada entrevista-masaje, siempre
ha existido. Durante el franquismo, se practicaba con muy patriótica devoción.
Pero tres veces en 15 días, y en el mismo medio, causa ya un poco de hartazgo.
–¿Dónde llevamos
hoy la entrevista de Íñigo? –preguntarán cada mañana los maquetadores de El País
a sus jefes.
De las tres
entrevistas ametralladas por Prisa estos días, me quedo con una frase: «Si solo
tienes pragmatismo, te puedes convertir en un cínico», dice el autor de la
teoría de la fisión del núcleo irradiador. Tradúcela como quieras, atribulado
lector. Traduttori, traditori. «Son moderados todos los que tienen miedo o
todos los que piensan traicionar de alguna forma», dijo un tal Ernesto Che
Guevara.
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