¿QUÉ QUIERE DE VERDAD
PEDRO SÁNCHEZ?
GERARDO TECÉ
Si las vacaciones
están para desconectar, Pedro Sánchez no ha podido hacerlo mejor. A su vuelta
de Doñana, el presidente en funciones se ha encontrado con una política
española desconectada, fuera de cobertura, esperando un anuncio suyo: el de
que, en uno de sus paseos vacacionales, se encontró con los apoyos necesarios
para formar un Gobierno. “Estaban ahí, tirados detrás de una roca, ¿te lo
puedes creer?”. Este anuncio no ha llegado.
Mientras Sánchez
espera a que –Bang– se forme un Gobierno por generación espontánea, el resto
seguimos esperando respuesta a algunas preguntas que, ni comprando el
argumentario del PSOE, parecen tenerla. De acuerdo: la culpa de la falta de
Gobierno la tienen los demás partidos. PP y C’s por votar en contra y Unidas
Podemos por abstenerse, porque no quiso aceptar “una oferta estupenda” para
formar un Gobierno de coalición. ¿Por qué, con tiempo aún por delante para
cambiar la abstención de UP por un sí, esa propuesta “estupenda” del PSOE ya no
está sobre la mesa? Siguiendo el argumentario del PSOE, esto se debería a que,
tras el primer intento de investidura fallida, se produjo una desconfianza
mutua entre ambos partidos. Una situación de solución imposible a pesar de que
Unidas Podemos se ha mostrado dispuesto a seguir negociando, a renunciar a
competencias. ¿Cuántos días creen en el PSOE que se necesitan para lograr
confianza mutua? ¿Cuántos días para negociar la formación de un Gobierno de
España? ¿Cómo creen en el PSOE que funciona una negociación? ¿Creen que
negociar con prisas durante los dos días previos a la investidura es
suficiente? ¿Es una negociación de dos días una negociación seria para formar
un Gobierno para España? Para esto, el argumentario del PSOE no tiene
respuestas.
Según repite estos
días la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, intentando dar por zanjado
el asunto coalición, Unidas Podemos no podría entrar jamás al Gobierno de
España por cuestiones de Estado: hay temas muy importantes en los que
chocarían. Bien. Compremos de nuevo el argumento. ¿Por qué se le ofreció
entonces entrar al Gobierno “con una oferta estupenda” a un partido con el que
chocarías en temas de Estado? En el argumentario del PSOE, tampoco hay
respuesta para esta pregunta. Sí que hay referencias a la urgencia de formar
Gobierno. Vale. Compramos de nuevo. ¿Por qué, ante esta urgencia, Pedro Sánchez
ha decidido dejar otra vez las reuniones con quienes podrían hacerlo presidente
para pocos días antes de que acabe el plazo? Esta pregunta, como todas las
anteriores, tampoco tiene respuesta por parte del PSOE y nos obliga a hacernos
una pregunta que sobrevuela todas las anteriores: ¿Qué quiere de verdad Pedro
Sánchez?
“Un spin doctor es
alguien que se tira por un barranco por su cliente, por su presidente”. Es la
respuesta dada por Iván Redondo, actual jefe y estratega del gabinete de
Sánchez, cuando hace unos años le preguntaban en qué consistía su trabajo.
Precisamente un barranco sirve para explicar la situación actual, para explicar
qué quiere de verdad el PSOE, qué pretenden Iván Redondo y Pedro Sánchez. Al
barranco lo llamaremos repetir unas elecciones que ya tienes ganadas con la presidencia
–pactando– en tu mano. La estrategia del PSOE consiste en maximizar beneficios
mediante el análisis de tres escenarios que se darían en torno al barranco. En
dos de estos tres escenarios el cliente de Iván Redondo ganaría más de lo que
tiene actualmente. Es decir, mejoraría lo que tiene en la mano: gobernar junto
a Unidas Podemos disgustando al sistema y legitimando a los morados como
partido de gobierno. El primer escenario se basa en la hipótesis de que Unidas
Podemos perdería más que el PSOE en una repetición de elecciones. Un buen
estratega como Iván Redondo es incapaz de renunciar a una ventaja como esa. La
hipótesis de victoria en el escenario número uno consiste en que, llegado el
momento del precipicio, Unidas Podemos daría un frenazo, un paso atrás
renunciando a entrar en el Gobierno por pura supervivencia. Gana Pedro Sánchez,
que pasa a gobernar en solitario. Para que se cumpla este primer escenario, hay
que acercarse al precipicio todo lo posible dejando las negociaciones para el
último momento. En eso estamos. El segundo y tercer escenarios son aquellos en
los que hay que saltar. Ambos escenarios se basan en la hipótesis de que Unidas
Podemos no dé ese paso atrás, no renuncie y siga reclamando su derecho a formar
parte de un Gobierno que necesita de sus cuatro millones de votos. Si esto
pasara, el salto a lo desconocido para todos sería seguro, pero un buen
estratega como Iván Redondo, con el paracaídas de las encuestas favorables en
la mano, saltaría encantado, confiado en que se produciría el segundo
escenario.
En el segundo
escenario, la repetición de elecciones nos dejaría un resultado similar al
actual. Sánchez y Redondo saben que las mayorías absolutas, como los
videoclubs, ya no existen. Es decir, el PSOE volvería a ganar sin la mayoría
necesaria y PP, C’s y Vox tampoco lograrían sumar los 176 escaños para formar
Gobierno. Es este segundo escenario, todo el mundo, el propio país incluido,
sale desgastado. Pero en el desgaste gana Sánchez. Llegados a ese punto, de
nuevo sin la mayoría necesaria y con la hipótesis de la coalición enterrada, el
presidente en funciones sería la única opción. Cuando los grandes poderes
económicos sufran un año de parálisis estatal, cuando los contratos y
adjudicaciones no lleguen porque el país, ya entrado el 2020, siga congelado,
harán su trabajo para que PP o C’s –o ambos– se abstengan facilitando un
Gobierno en solitario de Pedro Sánchez por responsabilidad. PP, C’s y UP,
debilitados, Pedro Sánchez, ganador.
El salto al vacío
deja también la posibilidad de un tercer escenario posible. El de que el
paracaídas de las encuestas esperadas no se abra como se espera. En política,
el cambio de escenario provoca también cambio en las encuestas. Que le
pregunten a Sánchez tras ganarle a Rajoy la moción de censura. El salto al
abismo podría hacer girar el viento con resultado impredecible en el
paracaídas. Un resultado impredecible podría ser una desmovilización que
provocase que PP, C’s y Vox sí sumaran la mayoría necesaria para gobernar el
país. Un resultado impredecible podría ser que parte de la izquierda entendiese
que el PSOE se ha negado a la única opción viable de izquierdas que había
–pactar con Unidas Podemos– y decida castigar a Sánchez. En cualquier caso, en
este tercer escenario, Unidas Podemos queda descartado como partido con
posibilidades de gobernar algún día. Una victoria estratégica a largo plazo,
pero el cliente despeñado a corto. En el tercer escenario, el PSOE de Sánchez e
Iván Redondo habría pasado en unos meses de tener al alcance de la mano presidir
un Gobierno de izquierdas a ser oposición de un Gobierno con la ultraderecha
dentro de la Moncloa.
¿Se la jugarán?
¿Qué sería de un buen asesor, un buen estratega de la asesoría, si se dedicase
a gestionar las opciones fáciles, las que tiene en la mano? Si no se tirase –y
con él el país– por un barranco por su candidato. Si no se dedicase a hacer el
trabajo para el que lo han contratado: sacar la máxima rentabilidad posible
para su cliente. “Fiché a los mejores asesores fiscales”, dijo Cristiano Ronaldo
ante el juez cuando se vio sentado en el banquillo por evasión fiscal. Pues a
lo mejor ese ha sido el problema, Cristiano, pensaron algunos.
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