LOS IGNORANCISTAS
ANÍBAL MALVAR
Dice Raúl Conde, en
El Mundo, que Pablo Casado ha convertido a Vox en «un partido dócil e
inservible». En la página de al lado, Eduardo Álvarez escribe que «los
ideólogos de aquellas sentadas [del 15-M] han sido domesticados y estabulados
en el hemiciclo. Podemos, igual que ahora Vox, ya no da miedo alguno al
sistema». El bipartidismo encuentra en nuestros viejos periódicos de papel su
analgésico: calma el dolor, pero no cura. Nuestros viejos periódicos de papel siguen
perdiendo tantos lectores como votos el PSOE y PP. Es un síntoma de algo,
supongo.
No nos pasa solo a
nosotros. Ni solo en Europa. En EEUU, la llegada a la presidencia de Donald
Trump también ha roto allí el bipartidismo. Trump no es republicano, ni
siquiera demócrata (en los dos sentidos). Trump es ignorancista. Es decir, un
líder capaz de concitar el apoyo de los ignaros, que siempre son mayoría. En
Madrid acaba de ser nombrada presidenta Isabel Díaz Ayuso, otra ignorancista,
capaz de asegurar sin pudor que la contaminación es cultura e, incluso, un
atractivo turístico.
La derecha
española, o sea el PP, no ha sido domesticada por Vox o viceversa. Siempre
fueron los mismos, al revés que en Neruda. Como demuestra el currículum de sus
electos, Vox solo es una bipartición infecunda de la vieja ameba de nuestro
fascismo. De nuestro añorado franquismo, contra el cual moríamos mejor.
Es el PSOE el que
no se deja domesticar por Podemos. A medida que el tiempo pasa, uno, siempre
equivocado, va sintiendo que Podemos solo nació de una emergencia histórica
destinada a recordarle a los nuevos socialistas que el socialismo no es el
PSOE. Que el PSOE de los últimos cincuenta años ha sido y es un partido
ultraliberal. Por eso Pedro Sánchez, el más rojo de los secretarios generales
que han tenido los del puño y la rosa en esta triste democracia, prefiere hacer
manitas ideológicas con Albert Rivera y con Pablo Casado, y no con Pablo
Iglesias, ante el que está protagonizando la cobra más larga de la
reptilocracia amorosa. Qué dolor de cuello.
Si no resultara
patético, sería divertido desde un punto de vista psicológico analizar las
cuitas políticamente románticas de nuestro bello líder Pedro Sánchez. Llora y
traiciona para hacerse querer por la brunete mediática, mientras esta lo
entierra una y otra vez en las cunetas de la falacia.
El editorial de El
Mundo de hoy mismo habla con consciente mendacidad de la «política fiscal de
acoso a los trabajadores y a las empresas» del PSOE. De «la voracidad fiscal de
la izquierda». De un PP que, santamente, «no acosa con impuestos a ciudadanos y
empresarios». Y uno va y se acuerda de las subidas del IRPF y el IVA del
escasamente voraz Mariano Rajoy, un antiguo personaje de ficción cuyas huellas
biográficas se pueden rastrear en esa obra magna de nuestra literatura
universal titulada Los papeles de Bárcenas.
Los ignorancistas,
esos que dicen que no hay ultraderecha y que el PP baja impuestos a los
trabajadores, son ya legión en el occidente de la desinformación masiva que nos
ha traído internet. Los que votaron a Díaz Ayuso bajo afirmaciones tan
estúpidas y falsas como esta:
O cuando aseguró
que «hay carriles bici que está claro que se han puesto en zonas estratégicas
para causar muchos más atascos». Eso no se recuerda en el editorial de El
Mundo. Como tampoco, aparte de la voracidad fiscal del PSOE, se recuerdan los
casos de corrupción de Esperanza Aguirre o Cristina Cifuentes cuando se habla
del pasado de la comunidad madrileña. «No es de extrañar, por tanto, que Díaz Ayuso
quiera seguir la senda de sus antecesores», se admira el periódico de la bola.
Se olvida el editorialista de citar la senda de Ignacio González, pero bueno.
Los más sabios ignorancistas saben del poder educativo de la elisión. Y así van
ganando elecciones. Habría que pensar mejor quién está domesticando a quién.
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