A contracorriente
ODIO, PREJUICIO, IGNORANCIA…
Enrique
Arias Vega
Llevamos una semana de odio. Y van…
Odio está tras los tiroteos de El
Paso y Dayton, en Estados Unidos. En una medida no tan cruenta, está también
bajo las cobardes agresiones sexuales en manada. Y, en otra forma, en los
escraches a tus adversarios políticos (aquí y fuera de aquí) y en las
celebraciones por la excarcelación de asesinos etarras.
Cuando parecía que la humanidad se
había acostumbrado a la frustración de que no todo es posible y a que la
solidaridad es lo deseable, vuelven a exacerbarse las diferencias, a considerar
al otro como un simple objeto (sin derechos políticos o para mera y cruel
satisfacción de nuestros apetitos sexuales o nuestro afán de exterminio).
El odio, además, está basado en los
prejuicios: raciales, sexuales, políticos… En la falsa superioridad de unos
sobre otros, sobre la mujer, el extranjero o simplemente la persona distinta y
en situación más vulnerable.
Y no la practican sólo los tipos más
grises y anónimos de la masa social, sino líderes representativos, como el
aventado Donald Trump o el
inenarrable Joaquim Torra. Más
conocido por sus exabruptos el primero, no olvidemos la calificación del
segundo de “bestias con forma humana”
a los españoles que no comulguen con el catalanismo.
Ya ven que el fenómeno está extendido
y es preocupante por la posición social de algunos de sus ejercientes. Pero es
que, además, esos prejuicios sólo son fruto de la ignorancia, como la del
asesino de El Paso, quien pretendía evitar “la
invasión hispana de Texas” cuando la historia es justamente la contraria:
el Estado de la Estrella Solitaria le fue arrebatado por los gringos a México,
tras una efímera independencia.
¿Y qué no decir de esos machos en
minúscula, que sólo en grupo se sienten suficientemente valientes para violar a
mujeres más inteligentes y preparadas que ellos, con más cultura y cuya
aportación a la sociedad no consiste en sólo eyacular a lo bestia sobre seres
indefensos?
Podríamos hablar también de esos
independentistas que ignoran el papel de los vascos en la unidad de España y su
expansión territorial o de la españolidad de que se aprovecharon algunos
catalanes sin mérito para enriquecerse con el comercio de esclavos y otras
industrias que tenían un mercado cautivo.
Odio, prejuicio e ignorancia son pues
un peligroso cóctel que en los peores momentos puede atizar guerras y
holocaustos y que es obligación de todos evitar pacíficamente.
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