ROTAS OLAS
DUNIA
SÁNCHEZ
Querida XXX:
Rotas
olas. Exactas en el serpenteante ocaso moviendo los cuerpos desnudos a ras del
viento. Las observo desde aquí, desde
este balcón donde las amapolas lucen su traje de difuntos recuerdos que nos
abriga en la intemperie de nuestros pasos. También te veo a ti. Sí, a ti…tan
fresca al son de una marea que evoca el precipicio a la nada. Me tomo mi café,
enciendo un cigarro…uno tras otro y me pierdo por espumas y caracolas que
agonizan en un grito. Ya sé que te disgusta que escriba estas cosas. Pero a
quien…dímelo tu, a quien escribir. Me balanceo sobre naves obscura siempre
durmientes bajo ese foco del llanto, de los atardeceres lamidos por la sangre
de otros pueblos que se van. Sí, se van hacia el gemido de niños y mujeres
banderas de la paz. Ya sé que soy pesada, tonel que rueda y rueda en la liada
hierba de una pena. Vale, me gusta escribirte. Por qué no…Estoy preparando mis
maletas, me voy hacer un corto viaje que me llevará por las sendas de la
armonía. Sí, sola. Qué más da. Allá me espera la casa de campo, un viejo piano
será lumbre de mis manos a medida que los pajarillos se revuelven en sus
tonadas. No desesperes, volveré. Tal vez
más animada. Tal vez más torpe en esta aventura enramada de la vida. Me llevo a
mi gata. Mi gata feliz como siempre, ronroneando el paso de los días, vigía de
todos mis movimientos. Ahora miro ese horizonte el menear de la marea. No soy
gris, solo, necesito tiempo.
Abrazos,yyyy
Rotas
olas. Coge su maleta añeja y estropeada. Mete unas cuantas cosas mientras mira
a su alrededor. Mira ese callar de su techo. Sale de su casa. Ahí está su
coche. Se va, se va no muy lejos donde la tranquilidad puedan ofrecerle un
halito de esperanza. Antes echa esa carta al buzón.
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