PACO MARHUENDA Y EL ESTATUTO DE LOS
TRABAJADORES
La autora lanza un mensaje al
director de ‘La Razón’: “Me gustaría pasar un día contigo, Paco, y enseñar al
mundo que tu ejemplo no es el que levanta España”.
Querido Paco:
Espero que al recibo de estas letras te
encuentres bien. Yo no querría asustarte pues sé que eres un hombre temeroso de
Dios pero creo que tienes un problema serio. Desde hace tiempo tu imagen y tu
voz es tan recurrente que pareces formar parte de mi familia y eso me ha
impulsado a escribirte esta misiva trasladándote mis más hondas tribulaciones.
He de avisarte que además me dirijo a ti para ofrecerte mi consejo profesional
como representante sindical. Sé que en este momento mirarás a un lado y a otro
para cerciorarte de que nadie lee en tu pantalla ciertas palabras subversivas
que pudieran manchar tu nívea reputación de vasallo real. Los expertos en
hincar rodilla sois especialmente suspicaces con cualquier cuestión
reivindicativa, pero tú, Paco, eres director de un periódico de dudosa
reputación, tienes licencia para leer hasta panfletos rojeras.
Como jefe de La Razón puedes permitirte ese lujo y alguno más
como el de tener un lacayo que te suba las cocacolas a imagen y semejanza de lo
que hacías en tus primeros años trepas en El Noticiero Universal según
recuerda tu amigo Arcadi. Aunque creo que el joven servil tendrá problemas para
encontrarte en la redacción o quizá te lo lleves contigo a modo de ujier
ministerial en ese tour de France radiotelevisivo que te haces cada mañana para
extender la palabra verdadera como haría cualquier hombre de bien.
Con la ubicuidad que concede el
ser tertuliano todoterreno se te puede escuchar en el
programa de Onda Cero Más de uno, ver las
caiditas de ojos que le dedicas a la Griso en su Espejo Público, gimotear en Al Rojo vivo porque Ferreras no te deja hablar
mientras no paras de hacerlo. No conozco director de medio que salga en la
televisión que conecte menos desde su propia redacción que tú, Paco, que debes
tener memorizada la dirección de tu trabajo en el TomTom por si por casualidad
vas para no perderte.
Por si fuera poca toda esta actividad,
(yo a estas alturas te confieso que estaría acabada), además eresprofesor titular interino de la universidad Rey Juan Carlos y
guardas en una nave industrial los 30.000 volúmenes de los que se compone tu
biblioteca. 30.000 libros que supongo habrás leído, Paco. La pregunta es
¿cuándo? Y es que por más que le doy vueltas no logro averiguar cómo lo
haces. Teniendo en cuenta que estás una media de 2:30 horas en cada televisión,
incluyendo peluquería para que no pierdas ese toque de flequillo, puedes pasarte
toda la jornada laboral de 8 horas en la televisión. Y todavía te quedaría el
periódico, las clases y recibir tus premios honoríficos de comisario, que se me
ocurre que Fernández Díaz te puede poner el turno de noche que parece que aún
te queda libre.
Por la tarde hay dos opciones, o ejerces
de profesor titular o te dedicas a lo que parece un ligero trabajo de director
de periódico. El fin de semana otra vez en la tele, en La Sexta Noche, en horario nocturno, para variar.
Supongo que a estas alturas de la semana tu sesión de maquillaje se debe
parecer más a un programa de tuneo de coches a la americana con reposición de
piezas incluido, de no ser así no podríamos disfrutar de esa aparente lozanía
hasta las intempestivas horas en las que concluye la enésima tertulia política
en la que participas.
El domingo tal vez descanses, aunque
tendrás que preparar las clases y leer volúmenes con olor a nave
industrial. Yo te recomiendo un manual de cómo dejar el
dequeísmo porque, querido Paco, eso ya no se lleva y a pesar de
que seas un clásico recalcitrante hay cosas que hay que dejar atrás.
En conclusión, te saltas al completo el articulado de la jornada laboral
del Estatuto de los Trabajadores: las 12 horas obligatorias de descanso entre
jornadas, el máximo de 40 horas semanales de trabajo efectivo, el máximo de 9
horas por jornada, el día y medio de descanso a la semana, la conciliación
familiar… Vamos, lo que dirían tus amigos del partido, un completo. Eso o
es que en realidad no dedicas todo el tiempo que se supone que requiere la
carga de trabajo que asumes semanalmente.
Pero tú no eres de
esos, Paco, tú eres un trabajador que se va el último de la oficina, ni el
mejor ni el más eficiente, sólo el que más se le ve, ese es tu mérito, ser una
valla publicitaria de la pacatería, la falta de personalidad y la dedicación
absoluta a la causa. El ejemplo de los deseos de la CEOE si no fuera por tu
abultado sueldo. Me gustaría pasar un día contigo, Paco, y
enseñar al mundo que tu ejemplo no es el que levanta España. Tú solo
te levantas unos cientos de euros por aparición televisiva y unos miles por una
dirección basada en la ausencia. Las empresas no las sostienen gente como tú,
las sostienen los trabajadores que son efectivos en su horario laboral, que le
dedican horas a su familia, que tienen ideas propias y que luchan por la
dignidad que tú nunca tendrás.
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