EL MIEDO DE LOS VERDUGOS
ANÍBAL MALVAR
Lo
ha resumido todo el furibundo Salvador Sostres hoy mismo en ABC: “Este miedo es
la inteligencia de España”. El miedo como síntoma de inteligencia. No ladran,
luego no cabalgamos, amigo Sancho. Se ha hablado mucho de si el miedo ha sido
el que ha movido al votante español a confiar una vez más sus gallinas al
espadachín enmascarado Mariano Rajoy. El Zorro de la política española. “Pablo
Iglesias ha atribuido el mal resultado de Unidos Podemos al miedo al cambio. Lo
ha dicho como perdonándonos la vida, pero tiene toda la razón. Pablo Iglesias
da miedo. Alberto Garzón da miedo. Sus partidos, juntos o por separado, dan
miedo. Y este miedo es la inteligencia de España”, ha escrito el famoso vate.
Y
para espeluznarnos todavía más, apoya su tesis con una lección de Historia
versión cuñao de esas que ya salen pensadas desde el franquismo: “Nos dais
miedo porque hemos visto morir de hambre y de cosas peores a tantos y tantos
incautos que confiaron en vuestros correligionarios. Sois la lección más triste
de la Historia y no queremos ser los próximos. Claro que nos dais miedo. Y
claro que sabemos que lo más valioso del domingo no fue que ganáramos unas
elecciones, sino que milagrosamente, salvamos el cuello”.
“De
lo que tengo miedo es de tu miedo”, escribió Shakespeare quizá pensando en
Sostres. El miedo es el motor de las dictaduras, no de las democracias, tengo
entendido. Que la derecha asuma su miedo así, en primera persona grandilocuente
–“salvamos el cuello”–, sería una victoria histórica de la izquierda española
si no fuera una pose. Un recurso literario. Postureo catastrofista. Al
posfranquismo español siempre le ha ido muy bien con los fantasmas de la
conspiración judeomasónica y tal. En su relato, los verdugos (ellos) se
trasmudan en víctimas reactivas. Y lo hacen con tan escaso pudor que solo les
falta firmar el artículo con el carnet del PP entre los dientes: “Lo más
valioso del domingo no fue que ganáramos unas elecciones”. Hasta Paco Marhuenda
disimula mejor sus filiaciones.
Precisamente
en el periódico de nuestro comisario honorífico, La Razón, encontrábamos este
viernes al FAES José María Marco dando otra visión de la victoria marianista.
Algo se mueve en la derecha española: “Si el PP hace el esfuerzo de construir
un discurso consistente –y no limitarse a la moderación y al sentido común– el
voto de Ciudadanos volverá al PP”. Y regresamos al miedo. Marco nos desvela que
hasta los populares están aterrados con la relajación intelectual de Rajoy,
incapaz de afrontar ningún problema por miedo a descubrir que el problema es
él.
En
su editorial del mismo día, el periódico de Planeta arroja sobre la ciudadanía
la hoja de ruta que recomienda al nuevo gobierno para “abordar con garantías
las grandes reformas que necesita el país, la lucha contra el desempleo y los
complejos asuntos exteriores”. Si no supiéramos en qué país vivimos, quizá nos
asombraría un periódico capaz de radiografiar España sin tener en cuenta la
corrupción, y ni siquiera citarla. Pero tienen razón, en vista de unos
resultados electorales que me resume muy bien por mail una colega alemana: “Los
españoles votáis corrupto porque sois unos corruptos”. Le contesté con un
patriotero “y tú más”, pero sé que lleva toda la razón. Las gallinas han tenido
miedo a echarle huevos al asunto y han votado a la zorra para que siga
civilizando el gallinero.
El
otro día escuché a Marhuenda en una televisión advirtiendo de que si había
tercera ronda electoral Mariano Rajoy ascendía a los cielos de la mayoría
absoluta. Los demás tertulianos se rieron, como si fuera ocurrencia o boutade.
Yo, lo juro, me asusté.
Marhuenda,
contra todo pronóstico, fue el único español que vaticinó los resultados del
26-J con precisión. Marhuenda siempre acierta, porque Marhuenda se parece a
España y España se parece a Marhuenda.
El
orgullo gay
Ya
se ha sugerido arriba que hasta la derecha le está demandando a Rajoy más
discurso, menos como dios manda y más moderación. Ahora que ya han ganado las
elecciones, se sueltan un poco el pelo. El siempre inteligente David Gistau
encendía esta semana el debate sobre la conveniencia o no de que los dirigentes
del PP –en concreto Cristina Cifuentes— quieran ahora subirse a la carroza del
orgullo gay. “España es un país admirado por haber sido el precursor en
occidente de este derecho y que encima el Orgullo es la fiesta patronal del
año. Es entonces cuando el PP, oportunista, quiere salir de su cripta y pide
permiso para hacerse perdonar y aparecer en la lista de invitados. Pero les
dicen nanay, y no me extraña”. Cada vez que leo a Gistau, redescubro que hay
vida inteligente en la derecha española. Y no solo ese miedo suyo que tanto
miedo nos da a los demás.
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