POR EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
“En nombre de la libertad y con pretensiones
de servirla, nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un
despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la
biografía de los argentinos. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la
independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán,
que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de
barbarie y caudillaje” (Juan Bautista Alberdi. Escritos póstumos. Ensayos sobre
la sociedad, los hombres y las cosas de Sudamérica. Buenos Aires. 1899).
Se conmemora en
estos días, el Bicentenario de la Declaración de la Independencia de las
entonces Provincias Unidas del Río de la Plata de la Corona Española, celebrada
el martes 9 de julio de 1816 en el Congreso de Tucumán que sesionó en la ciudad
de San Miguel de Tucumán.
No puedo, ni deseo
dejar de mencionar la primera jura de la Independencia de España y de cualquier
poder extranjero, celebrada en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) el 29 de
junio de 1815, a instancias de José Gervasio Artigas, quien organizó el
Congreso de los Pueblos Libres, con la presencia de los diputados de la Banda
Oriental, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Misiones.
En dicho Congreso
de los Pueblos Libres, se exhortaba al resto de Provincias Unidas del Río de la
Plata a integrarse a un sistema federal, y algunas tomaron la decisión de no
acudir al Congreso de Tucumán, organizado por el Directorio, como respuesta a
la postura del gobierno bonaerense de promover la invasión, con ayuda de
Portugal, de la Banda Oriental para neutralizar a José Gervasio Artigas.
En este
Bicentenario tenemos poco por festejar, ante el estado de las cosas, en que se
debate Argentina, los que no nos asimilamos a las políticas de sumisión y
entrega, del gobierno en función, que castiga y reprime cualquier tipo de
disidencia y que de espacio al sentido y destino de un pueblo, el argentino.
Frente a la
imposición del olvido, en la versión mitrista de la historia, que nos ofrece el
diario La Nación y sus devotos seguidores, medio que impone, desde su
fundación, la colonización e infiltración de todo lo que nos es ajeno y extraño
a nuestro ‘ser nacional’ y a la reconciliación amnésica del relato del poder.
¿Cómo narrar la
historia?, ¿Qué puede decir la ficción literaria y mediática sobre los
acontecimientos pasados?, ¿Cómo narrar a partir de los blancos y lagunas que
deja sin completar la ‘docta versión oficial’?, ¿Cómo hacerse cargo del
pasado?, ¿Cómo reordenar esa masa informe de hechos, esa cadena de datos que
nos llega como ruina textual?, en definitiva ¿qué (cuento) cuenta el novelista
de la Historia?
Si al igual que los
mitos, todas las vertientes oficiales apuestan a la fetichización del pasado –
la de la generación del documento en monumento nos dice Foucault- y a decretar
cual es la verdad única e irrefutable, la narrativa de estos últimos meses de
gobierno neoliberal, que disputa, impone y confronta, con los deseos de poner
en juego todos los datos conexos e inconexos, que actuarían de sutura, para
poder llegar a acercarnos a la ‘verdad original’ de nuestra historia, sin
ocultamientos, ni silencios oportunistas, de los mercenarios que pretenden
escribir una Historia a decretazo ‘limpio’.
La Historia, desde
la perspectiva de los oprimidos, explotados, no es sino la historia de una suma
de derrotas, ¿de qué independencia pueden hablar, quienes son silenciados,
sufren exilios y amenazas a su libertad de expresión?… y es hora de que ‘el
relato de la Historia’, sea recorrido por los pliegues del fracaso y la derrota
victoriosa, de los que fuimos y somos perseguidos y exluídos, por haber llegado
a ser visibles y libertarios, con sonrisas que iluminan el paisaje del
territorio de la República Argentina… y serán leídos en ese sentido por las
generaciones futuras, como distopía.
Esa empatía con el
vencido me permite visualizar, las razones del fracaso, las que no son
ignoradas por los que han entregado nuestra soberanía, en períodos extensos de
nuestra historia, que alcanza el ‘hoy’, los que bastardearon y bastardean, lo
que pudo haber sido una Historia escrita con la voluntad del sentido veraz y
auténtico del habitante de esta tierra.
Escribir textos que
operen cual fragmentos del discurso histórico aplicando modelos proyectivos y
retroactivos, para de-construir la temporalidad homogénea del relato de los
‘vencedores’. En este intento de narrativización de la Historia, transforma
todo presente de la enunciación en un futuro-pasado. Es una Historia
retrospectiva que elige el pasado, como fundamento del presente: “historia
magistrae vitae”, frase acuñada por Cicerón, que actúa eficazmente, recobrando
significación, a la nueva narración de la historia.
De que
independencia podemos hablar, con un pueblo hambreado, con sus derechos
individuales suprimidos, en estado de pobreza, de ausencia de libertad de
expresión, con la educación y salud en estado deplorable… con funcionarios y
neo y paleo oligarquías y burguesías traidoras, mezquinas, ávidas, plenas de
ladrones, estafadores, mentirosos, cobardes, entreguistas, de toda una clase
política y empresarial corrupta, (salvo excepciones sin prensa), mercachifles
que negocian nuestra historia y existencia, en libertad y armonía, la de los
habitantes de la República Argentina.
Pero ya está
preparado el Logo y la Canción oficial del Bicentenario de la Patria, fraguado
en las usinas del gobierno de Mauricio Macri… deviene en declamar al unísono
con todas las voces, que se elevarán sobre la fantasía oficial: “Viva la
Patria”.
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