RAJOY:
EL FORÚNCULO
JUAN HENRÍQUEZ
Puede que
los conservadores del PP tengan razón a la hora de defender a su candidato
Rajoy, pero no es menos cierto, que se ha convertido en un serio obstáculo para
que el propio PP configure un Gobierno estable y duradero. A las pruebas me
remito. Ya se quedó más solo que la una en las pasadas elecciones del 20-D, y
ahora, después de las nuevas elecciones del 26-J, sigue en la misma soledad.
Por supuesto
que nadie en el PP osa a pedir su retirada, salvo algún KamiKaze dispuesto a
suicidarse políticamente, que dudo mucho de que haya alguien que lo intente.
Todos/as sin excepción, defienden a su líder
contra todo pronóstico, sin tartamudeos ni ambigüedades, cómo una piña
con “el jefe”. Pero es que además, el propio Rajoy, convertido en el forúnculo
del PP, y del sistema, se permite desafiarlos, digo a los suyos, marcando el
paso de los métodos y discursos de cada día.
Él mismo,
hablo de Rajoy, se ha encargado, mediante una estrategia orquestada y
milimetrada, incluyendo la mayor parte de los medios de comunicación social,
lanzar la presión política sobre el PSOE y C´s, sin ni siquiera haberlos
sentado a negociar para tratar de asuntos concretos sobre política económica,
empleo y bienestar social, por señalar algunos puntos relevantes. Es su máxima
artimaña: meter la cabeza debajo del ala, y esperar a que los demás resuelvan
el problema. Así ha sido siempre, y así está siendo ahora. Basta recordar la
cantidad de veces que se ha hecho el loco sobre acusaciones de gran calado,
echando, por ejemplo, balones fuera en relación a la corrupción. Impensable
sería que un político como Rajoy, con lo que le ha caído, estuviera vivo,
políticamente hablando, en cualquier otro país democrático de nuestro entorno
europeo.
Me descojono
cuando analistas, incluso dirigentes, o ex, de su propio partido, caso del José
Bono en la Sexta, le piden a Pedro Sánchez un sacrificio de abstención para
investir a Rajoy, por el bien de España y de los españoles; y éstos mismos
barones de renombre, no tienen huevos, para exigir a Rajoy que se retire y de
paso a un candidato/a del PP que reúna los apoyos necesarios para constituir
Gobierno, por el bien de España y de los españoles. Éstos son los históricos
del PSOE, ¡no te jode!
Según el
dicho popular: para el gusto se hicieron los colores, y para oler las flores.
Puede que sea una gilipollada, pero es que a estas altura de la película política,
podemos concluir, sentir mayoritario de la ciudadanía, que el común denominador
del problema se llama Mariano Rajoy, personaje rechazado por la inmensa mayoría
de las fuerzas políticas parlamentarias, salvo su propio grupo, el PP.
Ahora vuelve
a planear en los ambientes políticos y mediáticos la amenaza de unas terceras
elecciones, cómo una presión o chantaje para que todo el mundo claudique a los
pies de Rajoy, y del PP. Pues mire usted, un servidor, que se pasó cuarenta
años sin poder votar, que ahora me convoquen a las urnas cada seis meses, hasta
contento me pongo, y, sí, como dicen los sondeos, el más beneficiado sería otra
vez Rajoy, lo único que se me ocurre decir, teniendo en cuenta que la soberanía
reside en el pueblo, es: ¡a joderse toca!
Hay un
detalle por el que todo el mundo pasa de puntillas, y nadie se para a meditar.
Sin ningún género de dudas, la aparición en la escena política de los nuevos
partidos como Podemos y C´s, han trastocado lo que se ha venido en llamar el
bipartidismo, pero que también el pueblo en las urnas ha decidido que se tengan
en cuentan en la configuración de la política nacional. Me pregunto: ¿Por qué
esta nueva realidad política y social sigue sin considerarse vital para los
pactos postelectorales? Será, digo yo, que alguien intenta meter la cuchara del
fascismo en el zafarrancho de los despropósitos. ¡Ahí lo dejo!
Dice la
derecha española que no hay alternativa a Rajoy. ¡Faltaría más! Bastaría que
alguna plataforma ciudadana, democrática, se alzara en pie de “guerra”
organizando una gran manifestación en todas las ciudades y pueblos de España exigiendo
un ¡GOBIERNO YA! y ¡RAJOY DIMISIÓN!, para que vean que se ponen de acuerdo en
menos de lo que canta un gallo. No hay más que hablar: Rajoy se ha convertido
en un forúnculo nacional que hay que extirpar. ¡O él, o la democracia!
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