POR EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Nada
se instala por encima de nuestra libertad, nada por encima de la verdad que
debe imponerse a cualquier costo: llegar a ser naciones libres y soberanas.
Basta de estafas, mentiras!, basta de elecciones fraguadas en los hornos de las
redacciones de los medios!, basta de exclusión!, basta de promoción desde
centros mediáticos de la oligarquía, a inseguros, cobardes, mezquinos,
parásitos, incapaces, ignorantes… los que crean crisis inexistentes, al
precarizar, para luego vender el patrimonio del país, tal el caso de la
supuesta “crisis energética instalada en Argentina”.
Ah!
sumándome a la propuesta del presidente de Ecuador, Rafael Correa, pienso, que
ha llegado la hora, de llamar a votar a los habitantes de los pueblos de
Latinoamérica, si personas, con cuentas en paraísos fiscales, ¿pueden ocupar
funciones en gobiernos?, se impone hacerlo ¡ya!
La
libertad se eleva por encima de todos los pactos celebrados a espaldas del
pueblo, por presidentes, expresidentes, sindicalistas devenidos en
neo-oligarcas mentirosos, y asimilados a mercadear las libertades y la cultura
de los pueblos. Debemos elevarnos más allá del común denominador del yo y ser
libres; el resto para cobardes, no hay espacio para tibios, ¡ya no!
Un
ejemplo, que creo sintetiza mi pensar acerca de que todo lo que deba ser hecho,
se hará: ¿Quién hubiera pensado o intentado pensar, hace un par de décadas, que
Mauricio Macri, se convierta en presidente de la República Argentina?
Y
bien, parece que lo es, ¿no?… parece broma, pero no; no sé si felicitar a
quienes lo han votado o darles mi más sentido pésame… Y anuncio desde esta
columna, que dentro de un tiempo, no lejano, Marcelo Tinelli puede sin lugar a
dudas ser un candidato a la primera magistratura de la Argentina, de no
producirse un giro de 180º en nuestras vidas, siendo patriotas, solidarios,
inteligentes, libres y sobre todo, tomando conocimiento, que no se puede jugar
con las vidas de los habitantes de una nación, como Argentina.
Ha
bastado todo un aparato de publicidad montado, apuntalado por las corporaciones
económico mediáticas oligarcas, cómplices de dictaduras cívico-militares, para
que estos casuales personajes, ajenos a la realidad social y política de una
nación, lleguen a puestos en el pasado considerados de trascendencia…
La
historia muestra que se puede, al menos temporalmente dar un vuelco, gracias a
la voluntad liberadora e inspirada de hombres y mujeres que no admiten ser
explotados y perpetuar el fraude de nuestra historia. Historia fraguada en la
clandestinidad. Se trata de preparar nuestras mentes para la lucha vital por la
lucidez, y eso significa que hay que estar siempre buscando cómo conocer el
propio acto de conocer, haciendo de lado privilegios que reciben legisladores
bien rentados, que ya no se representan ni a sí mismos.
Solo
el “derecho colectivo a soñar” puede equipararse en importancia con los
derechos humanos, en su concepción más amplia: económicos, sociales, culturales
y de la persona. El orden vetusto ya no tiene espacio para quienes somos
herederos legítimos de una tradición donde el conocimiento implica
responsabilidad y el pensamiento tiene un sitio de honor en la vida de nuestra
comunidad.
El
derecho a soñar es sinónimo de búsqueda de alternativas, en una construcción
social cotidiana o en la elaboración de conceptos y teorías que promueven el
bien común. Una apuesta a comprender de otra manera nuestras vidas en
solidaridad, junto con múltiples y variadas relaciones entre los seres humanos.
Espero
que este “derecho colectivo a soñar” y cristalizar en realidad esos sueños, sea
asimilado por todos los habitantes del planeta. Leer constituciones, saber que
somos pueblo, que somos futuro, que conformamos los estados… para luego,
hacérselo saber a presidentes desenfocados de las necesidades de sus comunidades,
al producir indigencia, discriminación y una censura sistemática a la libertad
de expresión… presidentes mezquinos, ávidos, inseguros, incapaces que instalan
un estadio de pesadilla, propios de tiempos de dictaduras, en confrontación
clara y directa con los pueblos.
La
esclavitud, sutilmente, suavemente, cruelmente, se está instalando en esta
tierra. Nunca dejó de estar presente, pero bajo simulaciones de inútiles
democracias. El desparpajo tomó perfiles atroces… el modelo neoliberal
sangriento, represor, donde la libertad de expresión, insisto, esta eliminada,
nos convierten en víctimas de la desidia de los ricachones, los oligarcas y sus
trolls rentados.
Si
la ley es el límite, la legitimación a favor de las burguesías oligarcas y
corporacionistas, excede abundantemente a la propia ley; son la coartada de la
ley, su límite ilimitado.
Con
todo, el pueblo, sobrevive: agredido, herido, humillado, a veces mutilado, pero
aún activo y despierto, en acto, para desobedecer al destino adverso que le
programan los cínicos corporacionistas, entre los que se cuentan: periodistas,
legisladores, políticos, profesionales de todo tipo y cariz, farándula,
sindicalistas, uniformados, arrastrados tilingos/as… y la lista se extiende
hasta terminar con el último de los infelices que conspiran, a pleno sol,
contra el destino de un pueblo conformado por hombres y mujeres de todas las
edades y tendencias, aguardando existir en un mundo donde sean actores de sus
vidas, en una misma sociedad, donde la dignidad, hoy ausente, tenga un sitio de
privilegio.
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