ENGAÑOS, MISERIAS Y CAJEROS AUTOMÁTICOS
GUMERSINDO LAFUENTE
El engaño del PP.-
Ya lo hemos visto. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han quedado como dos
pardillos de la política. Ni uno viniendo de las viejas estructuras, ni el otro
presumiendo de su sagacidad teórica han sido capaces de igualar el trilerismo
de Mariano Rajoy. El presidente del PP y del gobierno en funciones lo ha vuelto
a hacer. La ética y la prudencia que ha venido exigiendo para los demás, él se
la ha pasado por el arco del triunfo con tal de recuperar la presidencia del
Congreso, como primer paso para revalidar la del Gobierno.
Con cara de
imbéciles, así se deben haber quedado Iglesias y Sánchez, y con un lío
creciente en sus partidos y un desconcierto absoluto entre sus electores, que
más que decepcionados, empiezan a sentirse en muchos casos traicionados. Tanto
esfuerzo, tanta ilusión, tanto ruido para tener que volver a soportar al PP una
legislatura más en el poder.
La perversión de
las leyes o las leyes perversas.- Llevamos años soportando la presión de un
puñado de asociaciones ultraconservadoras que, en muchos casos financiadas
directa o indirectamente con dinero público, se dedican de manera pertinaz a
perseguir a todos aquellos que opinan de manera diferente. El último caso ha
sido el protagonizado por la Asociación
de Amigos del Valle de los Caídos. No soportan que algunos pensemos que hay que
destruir ese monumento a la ignominia, al odio, al fascismo. Y se querellan. En
este caso contra Jon Lee Anderson, Ignacio Escolar y eldiario.es.
Ha sido este
Gobierno popular, a lomos de su perdida mayoría absoluta, el que les ha ido
dando argumentos legales para sostener sus demandas. La llamada “ley mordaza”
es el mejor ejemplo. Vivimos hoy una crisis de libertad de expresión agobiante
y creciente. Estamos rozando los niveles de perdida de libertad de una
dictadura. Quizá ese es el mundo ideal al que alguno le gustaría que
regresásemos.
Toma el dinero y
paga.- Nos libremos o no del PP o de los ultramontanos, de lo que difícilmente
podremos escapar es del cártel de los
cajeros automáticos. Los bancos, esas instituciones antes tan poderosas y en
los últimos tiempos tan endebles, siguen con su costumbre de exprimir nuestros
bolsillos de manera inmisericorde. Nos evangelizaron con las tarjetas, ya
equipados nos vendieron los cajeros automáticos y ahora, que celebrábamos la
caída de los intereses de las hipotecas, nos meten el rejón en los cajeros.
Saque la pasta en la calle, a pleno sol o diluviando y teniendo cuidado de que
nadie vea su número secreto, no se apure, que ya su banco se ocupará de
atracarle con la bendición urbi et orbi de la Comisón Nacional de los Mercados
y la Competencia.
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