LUEGO VINIERON POR MÍ
ANITA
BOTWIN
Nuestro país es o
debe ser mucho más que lo que esa pandilla de poderosos corruptos quieren que
sea. En nuestro país deben ganar los cuidados, el apoyo al perseguido, la
solidaridad con quienes son calumniados, insultados y vilipendiados
… y quizá fue
demasiado tarde. No reproduciré el poema entero de Martin Niemöller, ya que se
han escrito ríos de tinta durante estos días sobre el mismo, pero sí me
gustaría seguir indagando sobre la idea, sobre lo que nos lleva al
individualismo propio de algunos intereses partidistas.
Como ha afirmado Rubén Sánchez, de Facua, «vivimos tiempos de golpismo sin balas» y añado que es una pena observar cómo ahora se echan las manos a la cabeza quienes miraron hacia otro lado mientras la casa de Irene Montero y Pablo Iglesias estaba asediada por los fascistas día sí y día también. Algunos no podían dormir pensando en Podemos, pero no precisamente preocupados por el bienestar de sus líderes o de de su militancia, todos ellos perseguidos por el lawfare. Me pregunto por qué a quienes no votaban al partido morado parecía darles igual que la persecución fuera tan brutal, propia de otros tiempos oscuros.
A algunas nos
preocupa el ataque entonces y ahora. Nos preocupa profundamente la persecución
mediante bulos y fake news, montajes policiales y judiciales y la manipulación
burda para defender los intereses propios pese a dinamitar con ello el bien
común. Me preocupaba entonces Irene Montero y me preocupa ahora Begoña Gómez,
igual que me preocuparon en su momento Mónica Oltra, Ada Colau o Vicky Rosell.
Sin embargo es una
pena ver cómo ahora algunos se preocupan por la persecución de la derecha hacia
«los suyos» cuando en Catalunya persiguieron a Anna Gabriel, o en Altasasu a
los chavales encarcelados o mucho tiempo antes con el cierre del diario
‘Egunkaria’. Muchos miraron hacia otro lado cuando perseguían a titiriteros o a
raperos. Muchos pensaron que con ellos no iba la cosa cuando perseguían a
cómicos por hacer tuits. Creían que la cosa no iba con ellos, cuando en
realidad iba con todos. Quizá eso es algo que debe hacernos reflexionar a la
izquierda, a toda ella, por qué gritamos cuando vienen a por nosotras, a por
las nuestras, cuando quizá ya es demasiado tarde para parar a los reaccionarios,
cuando se podía haber evitado todo el sufrimiento previo.
Por todo ello,
necesitamos democratizar el poder mediático con una ley de medios que
inhabilite a quienes socavan el derecho a la información, a quienes mienten
defendiendo sus propios intereses partidistas y generan odio y un caldo de
cultivo guerracivilista. Es urgente perseguir los bulos, las mentiras que
atacan el derecho a la información de la ciudadanía y generan un caldo de
cultivo de odio entre los ciudadanos. Y diré más, ahora que no ha dimitido
Sánchez, nos encontramos ante la necesidad urgente de la reforma urgente de la
ley orgánica del poder judicial para democratizarlo y sanearlo.
Dice García Montero
que «la voluntad política y humana de favorecer el bien común se funda en los
cuidados» y «contra el narcisismo ciego o la invasión dogmática de la vida de
los otros, el bien común se hace posible a través de los cuidados». Me sumo a
su canto al amor, a los cuidados, al compañerismo, al bien común, a la victoria
de la democracia frente a quienes tratan de derrocarla cada día con sus balas
mediáticas, sus golpes de toga y sus disparos a base de fake news. Nuestro país
es o debe ser mucho más que lo que esa pandilla de poderosos corruptos quieren
que sea. En nuestro país deben ganar los cuidados, el apoyo al perseguido, la
solidaridad con quienes son calumniados, insultados y vilipendiados.
Esperemos que el
poema de Niemöller no termine como vaticinó y haya mucho que cambiar, desde el
poder judicial hasta el mediático, llevando a cabo valientes reformas que nos
permitan vivir en una sociedad más democrática. Debemos centrar todas nuestras
fuerzas desde la izquierda para conseguirlo y desde el PSOE debe existir una
voluntad política para acometer estas reformas con arrojo.
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