MENOTTI SE FUE, QUEDA EL MENOTTISMO
El técnico argentino apostó por un
tipo de fútbol atractivo para el aficionado por encima de la búsqueda del
resultado por cualquier medio
RICARDO
URIBARRI
César Luis Menotti,
Hay técnicos que pasan por el fútbol dejando simplemente una huella deportiva, más o menos importante, al final de su carrera. Otros van más allá y se convierten en referentes de un determinado tipo de juego y de una actitud ante la vida. Cesar Luis Menotti fue todo eso. Tocó la cima a nivel competitivo al proclamarse campeón del mundo con Argentina en 1978, pero su influencia fue mucho más allá. Cuando a un profesional de cualquier ámbito se le añade un “ismo” a su apellido es que su legado ha trascendido más allá de un momento determinado. Y eso es lo que ha pasado con él. Menotti ha fallecido a los 85 años. El ‘menottismo’ sobrevivirá a su creador.
¿Qué es el
menottismo? Una respuesta simple diría que es la apuesta por un modelo concreto
de juego, que defiende la estética y la vistosidad antes que cualquier otra
consideración para conseguir un resultado. La técnica por encima de la táctica,
dar libertad a la creatividad del jugador en lugar de las rigideces de los
sistemas, cuidar la pelota frente al despliegue físico. Su filosofía es que “el
fútbol debe ser un espectáculo, un show para la gente. No podemos conformarnos
con partidos aburridos y llenos de pelotazos”. Pero profundizando un poco más,
podría sustanciarse en una de sus frases más famosas: “Se juega como se vive”.
Y ahí enraíza con su visión personal del mundo. Militante del Partido
Comunista, para él, “hay un fútbol de izquierda y otro de derecha. Los más
generosos, los más artistas, los más cultos siempre fueron de izquierda,
siempre estuvieron más cerca de mí que lo otro, el mercado. Un fútbol generoso,
abierto, comprometido con la gente, el orgullo de la representatividad, el
orgullo de la pertenencia... todo eso que pregono me suena más a la izquierda
que a la derecha. Después hay otro fútbol, al que no le importa la gente,
solamente le interesa el resultado”.
“El Flaco”, el
apodo que le acompañó toda su vida por su complexión física, llegó algo tarde
al fútbol profesional. Con 22 años jugaba en una liga rural cerca de su Rosario
natal, pero le salió la oportunidad de disputar un amistoso con un equipo
juvenil del Rosario Central, club del que era aficionado. Los técnicos vieron
cualidades en él, un mediapunta de zancada larga, ritmo pausado, buen disparo y
con facilidad para anotar, aunque algo indolente, y le ofrecieron quedarse en
el segundo equipo. Pocos partidos le bastaron para dar el salto al primer
equipo. Su debut en la máxima categoría fue a lo grande: con triunfo ante Boca
Juniors y marcando un gol.
Su filosofía es que
“el fútbol debe ser un espectáculo, un show para la gente. No podemos
conformarnos con partidos aburridos y llenos de pelotazos”
Su progresión, que
le valió para jugar con la selección, hizo que el Racing le fichara en 1964 por
16 millones de dólares, una gran cantidad para la época. No duró mucho tiempo
en el club de Avellaneda porque Boca le contrató unos meses después. Con los
bonaerenses estuvo dos temporadas, pero no llegó a triunfar y, en 1967, dio el
paso de irse a jugar a Estados Unidos, con los Generals de Nueva York. Allí
destacó en un amistoso contra el Santos de Pelé, lo que le valió ser fichado
por el conjunto brasileño. Meses después, se incorporó al Juventus de Sao
Paulo, donde acabó su carrera como jugador en 1970.
El tiempo que
estuvo en Brasil influyó de manera decisiva en el concepto del fútbol que más
tarde desarrollaría como técnico, como confesó alguna vez. Tener la oportunidad
de jugar y entrenar con talentos como el propio Pelé, (el mejor de la historia
para él), Clodoaldo, Rivelino o Tostao y ver su estilo de juego le cautivó, más
si cabe con lo que se estilaba en esos momentos en el fútbol de Argentina, “en
el que solo había patadas y palizas”. De vuelta a su país, empezó su etapa en
los banquillos. Primero haciendo de ayudante de su excompañero Juárez en clubes
como Central Córdoba y Newells Old Boys. En abril de 1971 le llegó la
oportunidad de ser el primer entrenador de Huracán, que atravesaba un mal
momento y estaba último en la tabla. Tras una racha de doce partidos sin perder
lo puso noveno al final del campeonato. Al año siguiente, logró acabar en la
tercera posición, pero siendo ya el equipo más goleador. Era el preludio de lo
que estaba por venir. En 1973, Huracán se proclamaba campeón de Liga por
primera vez en su historia tras realizar una campaña inolvidable, saldando
varios partidos con goleadas.
El éxito en Huracán
y su propuesta ofensiva de juego le valieron para ser elegido seleccionador en
un momento en el que Argentina venía de no clasificarse para el Mundial de 1970
y de caer en la segunda ronda en el de 1974. Por su banquillo habían pasado
nada menos que diez seleccionadores entre 1960 y 1974. Pero la llegada de
Menotti supuso un antes y un después en un combinado albiceleste que tenía por
delante el compromiso de jugar un Mundial en casa, en 1978. El técnico se
propuso jerarquizar la selección, darle prioridad por encima de otra
consideración en el fútbol argentino, pidiendo que la Federación prohibiera
traspasar al extranjero a los jugadores menores de 25 años que fueran susceptibles
de ser llamados por el equipo nacional.
El técnico se
propuso jerarquizar la selección, darle prioridad en el fútbol argentino,
pidiendo que se prohibiera traspasar al extranjero a los menores de 25
En pleno camino
hacia la preparación para la cita mundialista, llegó el golpe de Estado
perpetrado por militares en marzo de 1976 que interrumpió la democracia y dio
paso a una dictadura al frente de la cual estuvo el general Videla. Menotti
pensó que sería destituido teniendo en cuenta su militancia política de
izquierdas. No siempre había sido así. De joven defendía las ideas peronistas
siguiendo la tradición familiar. Fue el hijo único de un matrimonio acomodado.
Su padre murió cuando César tenía 15 años a causa de un cáncer de pulmón por su
adicción al tabaco, lo cual no impidió que el Flaco fumara mucho, entre 40 y 60
cigarrillos al día, durante toda su vida. En una ocasión confesó que uno de sus
mejores amigos le dijo que pensara donde se había refugiado Perón tras su
exilio en 1955, refiriéndose a su asilo en países que tenían un dictador al
frente, como Paraguay y España. Eso le hizo reflexionar y cambiar su
pensamiento político.
Lo cierto es que
Videla antepuso el interés deportivo a las ideas de Menotti y le permitió
seguir en el puesto, gracias, también, al respaldo del presidente de la
Asociación de Fútbol Argentino, (AFA), Alfredo Cantilo, que no aceptó la
renuncia que le presentó el técnico poco después de producirse el golpe. César
se refirió a esta etapa varias veces años después, confesando que él sabía que
el poder le estaba utilizando y que incluso se perseguía a gente de izquierdas,
pero que nunca creyó que el régimen pudiera llegar a cometer las atrocidades
que se conocieron posteriormente. De hecho, aún en tiempos de dictadura, fue uno
de los firmantes de una carta, dirigida a la Junta Militar, en la que se pedía
hacer pública la lista de personas desaparecidas por motivos políticos y se
informara sobre el paradero de estos. Y protegió en su casa durante un mes a
una joven a la que perseguía la Junta Militar hasta que consiguieron que se
fuera a Europa. En cualquier caso, siempre tuvo que escuchar algún reproche de
los que piensan que en esos años podía haber tomado otra actitud más
beligerante con los dirigentes del país.
Fue relevado en el
cargo de seleccionador argentino por el que se convirtió en su gran antagonista
durante muchos años, Bilardo
Otros tampoco
olvidan que pudo beneficiarse de ciertas maniobras de la dictadura durante el
Mundial, en referencia a un partido decisivo ante Perú, que Argentina
necesitaba vencer por cuatro goles de diferencia para pasar a la final (acabó
6-0), y que siempre ha estado rodeado de sospecha de un posible amaño. Las
imágenes de Videla entrando al vestuario peruano antes y después del partido
ayudaron a sembrar la duda. Lo cierto es que Argentina terminó imponiéndose en
la final a Países Bajos y ganando su primer cetro mundialista en un estadio
situado a menos de un kilómetro de un edificio en el que se torturaba y se
mataba a gente por sus ideas políticas.
Un año después,
Menotti volvería a saborear un gran triunfo al llevar a la selección juvenil
argentina a proclamarse campeona del mundo de la categoría. Un combinado en el
que destacaba Diego Armando Maradona, el mismo al que meses antes había dejado
fuera del plantel definitivo que disputó el Mundial en casa, una decisión que
El Pelusa nunca le perdonó, aunque alguna vez dijera que había sido el mejor
entrenador que tuvo. Juntos fueron al Mundial de España en el 82, pero
Argentina no pudo repetir la gesta y cayó eliminada, marcando el adiós de
Menotti a la selección. Fue relevado en el cargo por el que se convirtió en su
gran antagonista durante muchos años, Carlos Salvador Bilardo, que ganó el
Mundial del 86 con la albiceleste, y que dio nombre al ‘bilardismo’, la
corriente opuesta en conceptos y filosofía al ‘menottismo’, que llegó a separar
al mundo del fútbol, especialmente en Argentina, entre adeptos a una y otra
manera de ver y entender el fútbol. Un digno heredero de los principios
futbolísticos de Menotti es Pep Guardiola, por el que el argentino siempre
confesó una especial predilección.
Sus últimos años
los pasó creando una escuela de entrenadores online y ocupando un cargo como
director de Selecciones de la AFA
El técnico comenzó
entonces una larga andadura por banquillos de varios países. En España estuvo
en el Barcelona una parte de la campaña 82-83 y en la 83-84: ganó la Copa del
Rey, la Copa de la Liga y la Supercopa; y unos meses en el Atlético de Madrid
en 1987, donde, tras un buen inicio, con victoria en el Bernabéu incluida por
0-4, una racha de malos resultados le llevó a ser destituido por Jesús Gil. En
1991 fue nombrado seleccionador de México, cargo en el que estuvo año y medio.
También pasó sin demasiado éxito por el Peñarol uruguayo, la Sampdoria italiana
y los clubes argentinos Independiente (en tres etapas), Boca Juniors (dos
etapas), River Plate y Rosario Central. En 2006 volvió a México para dirigir al
Puebla y poco después al Tecos, en el que acabaría su carrera como entrenador
en activo.
Sus últimos años
los pasó creando una escuela de entrenadores online y ocupando un cargo como
director de Selecciones de la AFA, lo que le permitió estar cerca de nuevo de
las selecciones nacionales y los internacionales. Hace tiempo le preguntaron en
la revista El Gráfico si estaba retirado. Su respuesta fue: “No, yo no me
retiro nunca, sólo la muerte te puede retirar”. El fútbol guardará su herencia.
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