DESBORDAR AL PSOE
Para
recuperar la dimensión humana de la política hay que recordarle a Sánchez que
mire a su izquierda para que se dé cuenta de quiénes le apoyaron durante los
días de reflexión
PACO
CANO
Pedro Sánchez y
Yolanda Díaz en el anuncio del acuerdo de coalición
progresista el
pasado 24 de octubre. / Eugenia Morago
La economía
española va bien. Buenos datos de empleo, de cotización a la Seguridad Social,
subida del PIB, el FMI nos eleva las previsiones de crecimiento y
comparativamente con Europa, nos salimos. Lástima que la economía no sea un fin
en sí mismo, sino un medio para mejorar la vida de la gente y no parece que la
gente viva mejor. Si atendemos a las necesidades consideradas importantes para
analizar la calidad de vida –sanidad, educación, ayudas a las familias,
atención a los mayores, vivienda, trabajos dignos, etc.– se diría que estamos
en lo que Vicenç Navarro llama un bienestar insuficiente, una democracia
incompleta.
La economía se ha impuesto a la política, que debería ser la que instrumentalizara a aquella para dedicarla a la consecución de derechos básicos y de necesidades primarias. La crisis ya no es solo económica –para muchos sigue siéndolo, ya que las desigualdades aumentan– sino política, de vida.
Tan necesario es
abordar la vida y sus temas, que en esta campaña electoral en Cataluña los
asuntos de identidad han quedado relegados ante cuestiones prioritarias que
afectan al día a día de la ciudadanía y que son, afortunadamente, las que están
copando el debate político, si exceptuamos a Junts que aún no se ha dado cuenta
de que la linde se ha acabado. Ya solo quedaría eliminar del debate electoral
el morbo por los pactos posteriores, a los que la prensa dedica más tiempo y
espacio que a la cotidianidad. Otra vez, los partidos como centros de la
política desplazando a la ciudadanía.
Al PSOE, si le
dejan solo, sucumbe a los intereses capitalistas, como les ocurre a los
partidos que han estado en el poder durante demasiado tiempo
Nuestra democracia
debe replantearse la pérdida de legitimidad de los partidos si queremos
contribuir a superar el malestar que genera el modelo que habitamos: el poder
judicial, el papel de los medios, la representatividad real de los partidos, su
organización interna, el desapego de la ciudadanía y la falta de puentes reales
de participación para la sociedad civil. Porque lo que está en peligro es el
sistema público que garantiza los derechos fundamentales. Esa es la verdadera
diana que está en el punto de mira de los ataques de los medios, de las subjetividades
de jueces y de las presiones de los grandes poderes financieros a los partidos
políticos: el desmantelamiento de los sistemas de salud y educación públicas,
accesibles y de calidad, el sistema de pensiones y el de ayudas a necesitados.
Para evitarlo, hay que devolverle a la política su sentido y poner la dimensión
de servicio público en el foco de lo económico.
Esto solo se propone, por ahora, desde la izquierda del PSOE, incluyendo
a alguna izquierda del propio PSOE, que también la tiene, aunque esté
oscurecida actualmente.
Al PSOE, único
partido de progreso –a veces, solo a veces– con estructura suficiente para
gobernar –la ley electoral ya se encarga de ello– le sienta bien entrar en
coalición con organizaciones que le desborden por la izquierda. Si le dejan
solo, sucumbe a los intereses capitalistas, como les ocurre a los partidos que
han estado en el poder durante demasiado tiempo y que han perdido el sentido de
ser puente entre Estado y ciudadanía, convirtiéndose en sistema. Ya no representan,
se representan. Demasiados intereses internos y una indignante tendencia al
conservadurismo. No hay que olvidar que durante lo más duro de la crisis de
2008, el PSOE se puso de parte de los bancos, rescate incluido, renunciando a
su base social y colaborando en la desafección ciudadana hacia la clase
política e incluso hacia la democracia.
Ahora que ha
entrado en reflexión humanitaria, le toca abrir ventanas para orearse e
incorporar nombres independientes que ventilen la casa, porque también ha sido
protagonista copartícipe de la tensión. Óscar Puente y María Jesús Montero,
entre otros, aceptaron las reglas de juego que proponía el PP y también
contribuyeron a la crispación y al ambiente destructivo. En alguna ocasión,
Sánchez ha apuntado a esta renovación nominal y de ideas, proponiendo mirar más
allá del partido.
Para recuperar la
dimensión humana de la política es obligatorio recordarle al PSOE quiénes le
apoyaron durante los días de reflexión
Eso, internamente;
pero mientras que no se renueve la ley electoral para poder ajustar la
proporcionalidad y se permita romper así definitivamente con el bipartidismo,
al PSOE hay que desbordarle por la izquierda desde las afueras. Por ejemplo, y
volviendo a las elecciones catalanas, Illa, como posible presidente de la
Generalitat, tendría que apoyarse en unos Comuns fortalecidos que le obliguen a
desarrollar unos servicios públicos eficaces y de calidad y le recuerden a
diario que tanto la política como la economía deben estar entregadas a la
ciudadanía y al bienestar social. Para ello, los Comuns tendrían que
fortalecerse con votos, claro.
Para recuperar esa
dimensión humana de la política, de la que tanto se ha hablado estos días,
también es obligatorio recordarle al PSOE –y sobre todo al presidente Sánchez–
que mire a su izquierda para que se dé cuenta de quiénes le apoyaron durante
los días de reflexión, que no se llamaban ni González ni Guerra, sino Urtasun,
Errejón, Díaz, Lula, Petro o Arce. Apoyo que él mismo debería haber mostrado
cuando le tocó a Oltra, Montero, Iglesias o Rosell. De algo habrán servido los
cinco días de retiro si lo humano recupera el centro de lo político. De
momento, el próximo domingo en Cataluña, a quienes aquí votamos, nos toca
desbordar al PSOE desde lo humano, desde su izquierda.
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