jueves, 9 de mayo de 2024

DESBORDAR AL PSOE

DESBORDAR AL PSOE

Para recuperar la dimensión humana de la política hay que recordarle a Sánchez que mire a su izquierda para que se dé cuenta de quiénes le apoyaron durante los días de reflexión

PACO CANO

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el anuncio del acuerdo de coalición

progresista el pasado 24 de octubre. / Eugenia Morago

La economía española va bien. Buenos datos de empleo, de cotización a la Seguridad Social, subida del PIB, el FMI nos eleva las previsiones de crecimiento y comparativamente con Europa, nos salimos. Lástima que la economía no sea un fin en sí mismo, sino un medio para mejorar la vida de la gente y no parece que la gente viva mejor. Si atendemos a las necesidades consideradas importantes para analizar la calidad de vida –sanidad, educación, ayudas a las familias, atención a los mayores, vivienda, trabajos dignos, etc.– se diría que estamos en lo que Vicenç Navarro llama un bienestar insuficiente, una democracia incompleta.

 

La economía se ha impuesto a la política, que debería ser la que instrumentalizara a aquella para dedicarla a la consecución de derechos básicos y de necesidades primarias. La crisis ya no es solo económica –para muchos sigue siéndolo, ya que las desigualdades aumentan– sino política, de vida. 

 

Tan necesario es abordar la vida y sus temas, que en esta campaña electoral en Cataluña los asuntos de identidad han quedado relegados ante cuestiones prioritarias que afectan al día a día de la ciudadanía y que son, afortunadamente, las que están copando el debate político, si exceptuamos a Junts que aún no se ha dado cuenta de que la linde se ha acabado. Ya solo quedaría eliminar del debate electoral el morbo por los pactos posteriores, a los que la prensa dedica más tiempo y espacio que a la cotidianidad. Otra vez, los partidos como centros de la política desplazando a la ciudadanía.

 

Al PSOE, si le dejan solo, sucumbe a los intereses capitalistas, como les ocurre a los partidos que han estado en el poder durante demasiado tiempo

 

Nuestra democracia debe replantearse la pérdida de legitimidad de los partidos si queremos contribuir a superar el malestar que genera el modelo que habitamos: el poder judicial, el papel de los medios, la representatividad real de los partidos, su organización interna, el desapego de la ciudadanía y la falta de puentes reales de participación para la sociedad civil. Porque lo que está en peligro es el sistema público que garantiza los derechos fundamentales. Esa es la verdadera diana que está en el punto de mira de los ataques de los medios, de las subjetividades de jueces y de las presiones de los grandes poderes financieros a los partidos políticos: el desmantelamiento de los sistemas de salud y educación públicas, accesibles y de calidad, el sistema de pensiones y el de ayudas a necesitados. Para evitarlo, hay que devolverle a la política su sentido y poner la dimensión de servicio público en el foco de lo económico.  Esto solo se propone, por ahora, desde la izquierda del PSOE, incluyendo a alguna izquierda del propio PSOE, que también la tiene, aunque esté oscurecida actualmente.

 

Al PSOE, único partido de progreso –a veces, solo a veces– con estructura suficiente para gobernar –la ley electoral ya se encarga de ello– le sienta bien entrar en coalición con organizaciones que le desborden por la izquierda. Si le dejan solo, sucumbe a los intereses capitalistas, como les ocurre a los partidos que han estado en el poder durante demasiado tiempo y que han perdido el sentido de ser puente entre Estado y ciudadanía, convirtiéndose en sistema. Ya no representan, se representan. Demasiados intereses internos y una indignante tendencia al conservadurismo. No hay que olvidar que durante lo más duro de la crisis de 2008, el PSOE se puso de parte de los bancos, rescate incluido, renunciando a su base social y colaborando en la desafección ciudadana hacia la clase política e incluso hacia la democracia.

 

Ahora que ha entrado en reflexión humanitaria, le toca abrir ventanas para orearse e incorporar nombres independientes que ventilen la casa, porque también ha sido protagonista copartícipe de la tensión. Óscar Puente y María Jesús Montero, entre otros, aceptaron las reglas de juego que proponía el PP y también contribuyeron a la crispación y al ambiente destructivo. En alguna ocasión, Sánchez ha apuntado a esta renovación nominal y de ideas, proponiendo mirar más allá del partido.

 

Para recuperar la dimensión humana de la política es obligatorio recordarle al PSOE quiénes le apoyaron durante los días de reflexión

 

Eso, internamente; pero mientras que no se renueve la ley electoral para poder ajustar la proporcionalidad y se permita romper así definitivamente con el bipartidismo, al PSOE hay que desbordarle por la izquierda desde las afueras. Por ejemplo, y volviendo a las elecciones catalanas, Illa, como posible presidente de la Generalitat, tendría que apoyarse en unos Comuns fortalecidos que le obliguen a desarrollar unos servicios públicos eficaces y de calidad y le recuerden a diario que tanto la política como la economía deben estar entregadas a la ciudadanía y al bienestar social. Para ello, los Comuns tendrían que fortalecerse con votos, claro.

 

Para recuperar esa dimensión humana de la política, de la que tanto se ha hablado estos días, también es obligatorio recordarle al PSOE –y sobre todo al presidente Sánchez– que mire a su izquierda para que se dé cuenta de quiénes le apoyaron durante los días de reflexión, que no se llamaban ni González ni Guerra, sino Urtasun, Errejón, Díaz, Lula, Petro o Arce. Apoyo que él mismo debería haber mostrado cuando le tocó a Oltra, Montero, Iglesias o Rosell. De algo habrán servido los cinco días de retiro si lo humano recupera el centro de lo político. De momento, el próximo domingo en Cataluña, a quienes aquí votamos, nos toca desbordar al PSOE desde lo humano, desde su izquierda.

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