¿DE
QUÉ ESTADO PALESTINO NOS HABLA EL GOBIERNO DE SÁNCHEZ?
POR CORRIENTE ROJA
A un mes para las elecciones europeas, el gobierno español sigue anunciando
“su disposición al reconocimiento unilateral del Estado palestino”, si la UE no
da ese paso de forma conjunta. Este anuncio del gobierno español, vino
precedido de una gira europea de Pedro Sánchez y el ministro de exteriores
Albares, para intentar recabar apoyos en ese reconocimiento.
Pero la promesa de Sánchez no es ni nueva ni novedosa. Suman quince años de compromisos similares incumplidos por los sucesivos gobiernos españoles antes que él. Actualmente nueve países de la Unión Europea YA reconocen el estado palestino. A siete meses del conflicto entre Hamás e Israel, se impone la pregunta: ¿de qué estado palestino nos hablan?
Una vez más, la fábula de los dos estados
El
reconocimiento del Estado palestino esgrimido por Sánchez y otros mandatarios
europeos, no es otra cosa que la vieja y fallida solución de los dos estados
que 75 años después de la creación del Estado de Israel, vuelve a desempolvar
la diplomacia occidental.
Uno de los
argumentos repetidamente esgrimidos por José Manuel Albares, es que Palestina
“tiene derecho a un futuro con esperanza igual que el pueblo israelí tiene
derecho a un futuro de paz y seguridad”.
Bonitas
palabras con las que intentan ocultar que Israel no es un país. Es una
ocupación sionista en el territorio de la Palestina histórica y un enclave
militar al servicio del imperialismo estadounidense en el corazón de Oriente
Medio. La razón por la que todos los gobiernos occidentales la defienden sin
excepción, es porque produce y exporta armas y herramientas de inteligencia,
utilizadas por las fuerzas policiales occidentales en la represión de las
luchas en sus respectivos países.
El mal
llamado gobierno progresista del PSOE-SUMAR, se llena la boca hablando del
derecho de los palestinos. Pero no tiene ninguna intención de romper relaciones
diplomáticas, comerciales ni militares con Israel, al que reconoce “su legítimo
derecho a la defensa”.
Aunque
Palestina no es actualmente estado de pleno derecho en la ONU por el veto de
EE. UU., 139 países dentro de esa institución la reconocen como “país
soberano”. Defendemos el derecho democrático del pueblo palestino a exigir esa
votación en la Asamblea General de la ONU. Pero no podemos olvidar que fue la
propia ONU la que mediante su Resolución 181 de 1947, formalizó con el voto
favorable de la URSS de Stalin, la partición de Palestina y legalizó el derecho
de Israel a existir como Estado, por lo que, más allá de su rostro humanitario,
es directamente responsable del genocidio en curso.
Ese
reconocimiento del estado palestino en el marco de la solución de los dos
estados, que actualmente defiende toda la izquierda reformista, no es otra cosa
que mantener el régimen de apartheid que lleva 75 años existiendo, ahora en
peores condiciones para los palestinos. Implica reconocer el estado colonial,
racista y sionista de Israel, que al contrario de lo que dice Albares, no tiene
ningún derecho a existir. La defensa de la solución de los dos estados que
Israel ni siquiera está dispuesto a aceptar, legitimaría el genocidio y la
masacre actual que está llevando a cabo el Estado de Israel.
Un estado
palestino que, si antes no tenía ninguna viabilidad económica y política, ahora
tendría que ser levantado después de que el 80% del país haya sido bombardeado,
el 90% de la población desplazada y 14.000 niños y niñas asesinadas. Si antes
del 7 de octubre, dos tercios de su población vivía en la extrema pobreza tras
17 años de bloqueo, según declaraciones de funcionarios de las naciones unidas,
la devastadora masacre israelí en la Franja de Gaza, ha dejado unos 37 millones
de toneladas de escombros, que podría llevar unos 14 años eliminar. “Estamos
hablando de 14 años de operación con 100 camiones por día”.
Gaza, que ha
retrocedido 40 años en su desarrollo, es la parte más visible del genocidio, pero
la masacre israelí también está afectando a Cisjordania, que vive su peor
situación desde 1948, en la que su población sufre a diario redadas,
asesinatos, ocupaciones por parte de colonos, ataques a casas, coches,
plantaciones etc., con una violencia desmedida.
Igualmente
ocurre en los territorios de la Palestina ocupada, mientras miles de
prisioneros y prisioneras palestinas, muchos de ellos menores, se pudren en las
cárceles israelís. Después que Gaza fuese destruida, Rafah, cuya población
podría ser atacada por el ejército israelí en los próximos días, pasó a ser
ahora el mayor campo de concentración del mundo con un millón y medio de
personas intentando sobrevivir en medio de los bombardeos, las enfermedades y
una hambruna generalizada.
Por otro lado,
la Autoridad Palestina, que es una entidad extremadamente corrupta, con lazos
muy estrechos con el gobierno de Israel, está más deslegitimada que nunca. La
mayoría de los ciudadanos en Cisjordania la ven como extensión de Israel en
Palestina. Según algunas encuestas, actualmente el 71% de los palestinos en
Gaza y Cisjordania están de acuerdo con la decisión de la resistencia palestina
liderada por Hamás, de lanzar el ataque, a pesar del enorme costo material y
humano. Y 90% de los palestinos en Gaza y Cisjordania, entienden que la
resistencia palestina no cometió ninguna atrocidad.
Estos datos
indican que la inmensa mayoría de los palestinos prefieren luchar y arriesgarse
a morir, antes que conformarse con los bantustanes coloniales administrados por
la OLP, que, si antes no tenían viabilidad alguna, ahora tras la destrucción
masiva y el daño hecho por Israel, son una broma macabra.
La maniobra
diplomática de establecer una falsa equidistancia entre opresores y oprimidos,
es acompañada además, de la exigencia de “alto el fuego”, por parte de los
gobiernos, vinculándolo a la liberación de los rehenes retenidos por Hamás.
De este modo,
el llamado a un alto el fuego a Israel que defienden sinceramente muchos
activistas horrorizados con la masacre de Israel, se intenta utilizar para
atacar y socavar la legitimidad de la resistencia palestina. Recordemos que un
alto el fuego es un acuerdo entre dos adversarios para deponer las armas, que
siempre implica al menos una exigencia a ambas partes. En este caso, transmite
la idea de que Israel puede continuar bombardeando, disparando, torturando y
matando de hambre a los palestinos hasta que todas las facciones palestinas
acuerden dejar de contraatacar y aceptar los términos que Israel y Estados
Unidos pongan sobre la mesa de dicho acuerdo.
Aunque Hamás
aceptó en las últimas horas la propuesta de Qatar y Egipto para un alto al
fuego en tres fases, Israel sigue con su plan criminal de invadir Rafah,
dejando sin refugio a los palestinos que lograron sobrevivir a la catástrofe de
esta nueva Nakba.
Por una Palestina sin muros ni campos de concentración. ¿Cuál es el camino?
Desde la LIT
y CR no igualamos la violencia del opresor y la del oprimido, como hacen la ONU
y el gobierno progresista de Sánchez. Hay una guerra y en ella tenemos un lado,
el lado de los palestinos. Nos situamos incondicionalmente del lado del pueblo
palestino que tiene derecho a resistir y a luchar, incluso con medios
militares, para lograr su liberación, al igual que cualquier otra población
bajo ocupación colonial y régimen de apartheid.
Comprendemos
las ilusiones pacifistas de quienes, aun acordando con exigir a Sánchez la
ruptura de relaciones con Israel, piensan que sería mejor lograr la igualdad
para los palestinos, reformando el Estado de Israel. Esto es, presionándolo
para que este otorgue igualdad de derechos a israelíes y palestinos y el
derecho de retorno para los refugiados palestinos. Sin embargo, es imposible
cambiar la naturaleza racista de las instituciones del Estado de Israel
mediante su democratización, porque como hemos dicho antes, Israel no es un
Estado burgués normal; sino un régimen de apartheid que se basa en la limpieza
étnica permanente de los palestinos.
Que se apoya
en más de 60 leyes, que distinguen entre ciudadanos(judíos) y árabes o de otras
etnias. Solo los primeros, que como colonos habitan las tierras y casas que
desde 1948 han sido sistemáticamente expropiadas a los palestinos, disfrutan de
plenos derechos civiles, sociales o laborales. Baste decir que pese a las
muertes documentadas de menores en la franja de Gaza por inanición, un 75% de
los israelís, continúa defendiendo que se mantenga la prohibición de entrada de
alimentos a Gaza. Lo único que explica por qué Israel da la espalda al mundo y
pretende avanzar aún más en el genocidio, no es otra cosa que su naturaleza
racista.
Por eso
seguimos defendiendo la solución histórica defendida en su día por la OLP de
una Palestina laica, democrática y no racista del río hasta el mar que ha sido
confirmada por los brutales acontecimientos en estos seis meses, como la única
solución de fondo y justa. Una palestina a la que retornen los palestinos en el
exilio y en la que puedan vivir en libertad quienes acepten vivir en paz con
los palestinos.
Una Palestina
libre del río hasta el mar, que no será posible sin derrotar militarmente y
destruir el Estado de Israel mediante una nueva intifada y una ola de
revoluciones en los países árabes, sumado a la solidaridad internacional.
Muchos activistas nos dirán con justa razón, que es imposible derrotar el
Estado de Israel, dada la militarización de su sociedad, su amplio poderío
bélico y la amplia financiación imperialista. El genocidio de Israel cuenta
además con la complicidad pasiva o activa de todos los imperialismos,
incluyendo China y Rusia. A esto se suma la pasividad de los gobiernos árabes
del llamado eje de la resistencia, que de momento no movieron un dedo en
defensa de los palestinos a excepción de los hutíes de Yemen.
¡El movimiento estudiantil en solidaridad con el pueblo palestino marca el
camino a seguir!
Sin embargo,
en las últimas semanas, estamos viendo como las protestas protagonizadas por la
juventud, especialmente en el corazón del imperialismo hegemónico, se reavivan
en todo el mundo y marcan el camino a seguir. Unas movilizaciones fuertemente
reprimidas por los gobiernos, revelando la falsedad de “su” democracia y en las
que participan además decenas de asociaciones judaicas antisionistas,
desenmascarando la falsa equiparación entre antisionismo y antisemitismo. Unas
movilizaciones que nos llenan de esperanza porque muestran la firme
determinación de una nueva generación, que no está dispuesta a ser cómplice del
sionismo ni a ser criminalizada por defender la causa palestina.
Nunca el
sionismo estuvo tan desprestigiado en el mundo. Incluso la corte penal
internacional, está estudiando la posibilidad de dictar una orden de detención
contra Netanyahu y
otros altos cargos del Gobierno hebreo, para ser juzgados como criminales de
guerra. Esto, aunque es improbable que ocurra, tampoco es imposible y hay que
seguir luchando por ello.
La causa del
pueblo palestino es la causa de toda la humanidad. Desde CR apoyamos las
acampadas pro-palestinas que se están extendiendo por los campus del Estado
Español. Llamamos especialmente a la clase trabajadora y a la juventud de los
países árabes, pero también del resto del mundo, a organizarse
independientemente de sus gobiernos, para impulsar la solidaridad con
Palestina. Más que nunca, se hace imprescindible que sigamos luchando hasta
lograr que Netanyahu pague por sus crímenes y el sionismo sea arrojado al
basurero de la historia.
Laura R.
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