EL BBVA LANZA UNA OPA HOSTIL AL SABADELL Y EL GOBIERNO SE OPONE
DIARIO RED
El resultado de la
operación está en manos de los grandes fondos de inversión que tienen el 53%
del capital del banco catalán
La cúpula del BBVA parece considerar imprescindible para el futuro del banco la adquisición del Sabadell y por eso lanza una OPA hostil contra la entidad que le dio calabazas hace un par de días, en una maniobra que no suele utilizarse en las fusiones del sector bancario, siempre amistosas o pactadas —la última OPA hostil que se recuerda en la banca española fue la del Banco Bilbao sobre Banesto en los 80, y fracasó—. El resultado está ahora en manos de los grandes fondos de inversión que detentan el 53% del capital del banco presidido por Josep Oliu. El Gobierno rechaza claramente la operación porque “introduce efectos lesivos potenciales en el sistema financiero”. Carlos Torres, presidente del BBVA, no da razones concluyentes para justificar la decisión, mientras la entidad cae en bolsa más de un 5%.
Según la Comisión
Nacional del Mercado de Valores (CNMV) una Oferta Pública de Adquisición (OPA)
es “una operación en la que personas físicas o sociedades ofrecen a los
accionistas de una empresa que cotiza en Bolsa la compra de sus acciones. La
cantidad que se paga suele ser en efectivo, aunque también es posible ejecutar
la operación mediante acciones o con una fórmula mixta, incluyendo dinero y
acciones”. Una OPA hostil, la fórmula decidida por el BBVA tras la negativa del
Sabadell a la negociación amistosa, es una oferta lanzada en la bolsa a los
accionistas, que una vez comunicada no puede retirarse. El BBVA debe remitir a
la CNMV en el plazo de un mes la documentación de la oferta. El supervisor
tiene cinco días para admitirla a trámite y luego 20 para analizarla, pero
puede prolongarla a su gusto y suele hacerlo por más de seis meses. Después, el
plazo de aceptación de la oferta dura entre 15 y 70 días.
Está claro que los
fondos de inversión, encabezados por los gigantes BlackRock o Vanguard, con
participaciones inferiores al 4% cada uno, tienen todo el tiempo del mundo para
hacer números y decidir si prefieren el dividendo que promete el Sabadell o el
pago por acción que ofrece el BBVA. No hay que olvidar al magnate mexicano
David Martínez Guzman, que según la CNMV detenta casi el 3,5% de la entidad.
Quienes es evidente que deberán someterse al resultado son los minoristas, ese
47% de accionistas que incluye a la hipotética viuda de Cuenca de la que hablábamos
el otro día. El éxito de la OPA se condiciona a obtener el 50,01% del capital.
La ley no solo
impide al BBVA retirarse, también reduce la capacidad de defensa del opado
Sabadell, obligándole al llamado “deber de pasividad”, que le impide ampliar
capital o lanzarse a por otras entidades para aumentar su tamaño y dificultar
la ofensiva. En esta guerra económica tanto el atacante como el atacado pueden
perder, pero quienes no tienen ningún margen de maniobra son los pequeños
accionistas, sometidos al dictado de los fondos; los clientes, que pueden
sufrir cambios en las condiciones de sus préstamos y depósitos o perder la
oficina habitual, y los trabajadores, víctimas de un ERE inexorable.
El presidente del
BBVA no da razones de peso para la OPA mientras la entidad se hunde en bolsa
Desde el Gobierno
se critican incluso “las formas” utilizadas por el BBVA y se asegura que la
fusión «supondría un incremento en el nivel de concentración que podría tener
impacto negativo en el empleo y en la prestación de servicios financieros». La
operación curiosamente es negativa incluso para el PP, tradicionalmente
favorable a cualquier decisión de los grandes del Ibex. El presidente de la
Comunidad Valenciana, Carlos Mazón asegura que “destruye valor, destruye trabajo,
destruye territorio, destruye competencia” y se hace “en contra de la provincia
de Alicante, en contra de la Comunitat Valenciana y en contra del consumidor”.
No olvidemos que el Sabadell trasladó su sede social a Alicante en los tiempos
del Procés.
El BBVA ofrece a
los accionistas del Sabadell las mismas condiciones que en la propuesta de
absorción de hace dos semanas, una acción de nueva emisión por cada 4,83
actuales. De esta forma el valor de Sabadell estaría en unos 11.600 millones de
euros. Un día antes de lanzar la OPA, Torres aseguraba que no tenía margen para
mejorar la oferta, como así ha sido, porque “la capitalización bursátil de BBVA
ha descendido en más de 6.000 millones de euros”. Por eso resulta complicado
entender sus motivaciones, especialmente cuando en la oferta amistosa había
asumido unos gastos aproximados de 1.450 millones de euros antes de impuestos,
que dañarían la calidad del capital del futuro banco en la ratio que mide el
riesgo.
El presidente de la
entidad opante asegura que, en principio, cuenta con la preceptiva autorización
del BCE, aunque puntualiza: “No tenemos una luz verde explícita pero sí una
opinión favorable”. Afirma también que “la entidad resultante va a generar
resultados positivos para la economía y una base fiscal mayor”, por eso, por el
aumento de la recaudación de impuestos, considera que el Gobierno acabará
respaldando la operación. Ahora no lo hace, según él, porque estamos en un
periodo electoral.
Para defender la
OPA aduce que el nuevo banco tendría “una capacidad adicional de concesión de
crédito de 5.000 millones de euros al año en España” y prevé unas sinergias, la
temida palabra mágica, de 850 millones de euros anuales, que estarán en marcha
completamente al tercer año de la operación. Estas sinergias se reparten entre
100 millones de ahorro en costes financieros y 750 millones por reducir “costes
operativos”, así se llama en neolengua el cierre de oficinas y el despido y/o
prejubilación de trabajadores. De lo que no habla es de la imperiosa necesidad de
incrementar beneficios ante la anunciada rebaja de tipos del BCE, que
explicábamos en este artículo.
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