ALBARES Y LA COBARDÍA
ANÍBAL MALVAR
El ministro de Asuntos
Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, durante un acto
el día de la Unión Europea, en el Ateneo de Madrid, el 9 de mayo de 2024, en
Madrid. - Alberto Ortega / Europa Press
Nuestro ministro de
Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, no está muy de acuerdo con que España
reconozca al Estado palestino en el consejo de ministros del 21 de mayo. O así
lo hizo intuir en recientes declaraciones. "Las resoluciones del Consejo
de ministros nunca se anticipan", afirmó con diplomática contundencia y
tomándonos un poco por tontos, dicho sea con respeto.
La opinión pública suele conocer bastante de antemano casi todas las resoluciones que tomará el Gobierno en sus sanedrines de los miércoles. O sea que sí se anticipan, ministro. A veces incluso en solemnes comparecencias de autobombo preelectoral. Ahí los ministros y presidentes anuncian inminentes medidas revolucionarias como voceadores de un barato, barato de mercadillo político.
Para zanjar este
asunto, antes de realmente analizar lo que significan las palabras del ministro
Albares sobre el reconocimiento del Estado palestino, he de decir que no me
parece muy listo ningún ministro que trate a sus votantes como bobos. Salvo que
sea de ultraderecha.
Asegura Albares que
para reconocer al Estado palestino hay que esperar "el mejor
momento", y a mí me parece sensato. Pero es que "el mejor
momento" se viene esperando desde 1948, cuando se impone la construcción
en territorio palestino del Estado de Israel. ¿Por qué no lo colocaron en
Texas? ¿O en Baviera? La pregunta es inocente, pero yo soy así.
Tampoco vamos a
precipitarnos por un quítame allá estos 75 años, ministro Albares. Setenta y
cinco años condenando a los palestinos a ser un pueblo de apátridas masacrados.
Por eso los colonos israelís llevan 75 años okupando a sangre y machete las
casas y tierras de los palestinos. Israel suma 75 años invadiendo un no-país y,
por tanto, asesinando a no-seres humanos. Y esa ha sido la gran excusa de las
pacíficas democracias europeas para contemplar si sale el sol por Antequera,
mientras EEUU encumbraba a un psicópata y anunciado genocida como Benjamín
Netanyahu.
Pero ahora la
hipocresía internacional tiene un problema. Ya no controla los medios. Las
teles han sido sustituidas por las redes sociales, y los periodistas a pie de
campo en Gaza nos filtran cada día imágenes de decenas de niños abrasados,
amputados, tiroteados, agonizantes, huérfanos.
Van 13.000 menores
gazatíes muertos por Israel. Pero Albares quizá considera prudente esperar a
que sean 14, 15 o 20.000 para encontrar su "mejor momento". Nunca
antepongamos la vida de decenas de miles de niños a las decisiones
diplomáticas, no vaya a ser que a nuestros cónsules y embajadores les dé un
estrés entre el té de las cinco y las pastitas de las ocho.
Dicen los
sabiólogos más politicudos que Albares no desea que el urgente reconocimiento
español del Estado palestino, junto a Irlanda, altere el resultado de las
elecciones europeas del 9 de junio. Y que por eso quiere posponerlo, para ser
más que ponderado. Si así fuere, yo le comentaría al ministro de Exteriores que
en las elecciones europeas, como en todas, se votan decisiones, no palabras
hueras y prudencias. A no ser que queramos convertir la política y la humanidad
en un desfile de moda de vestidos verbales sin cuerpo ideológico que los
sustente. Bellos trapos vacíos e inermes abandonados en una pasarela.
Si el Consejo de
ministros español no aprueba el reconocimiento del Estado palestino antes de
las elecciones europeas, será un gobierno cobarde y lacayo de esa ultraderecha
que va a enseñorear Europa. Precisamente por eso hay que tomar la decisión
antes de estas elecciones continentales. Y, además, sin duda movilizaría voto
humanitario. Hasta podríamos sentirnos, por un día, orgullosos de ser
españoles, que ya sería apoteósico.
El socialismo
europeo se muere de corbata y cobardía, y España es prácticamente el único país
donde mantiene cierta pujanza en el continente (Olaf Scholz, ya tal). Nuestro
gesto con Palestina tendría más alcance que el meramente doméstico, pues Pedro
Sánchez es, ni más ni menos, presidente de la Internacional Socialista, aunque
lo mantiene bastante en secreto. Quizá le dé pudor, siendo tan guapo.
Ya que presumen de cultos
caballeros, Albares y Sánchez deberían recordar aquella copla de Juan de Encina
que tan bellamente cantó Amancio Prada, y que dejo aquí sin más explicaciones,
pues en este contexto se entiende perfectamente. Carcelero, no te tardes, que
me muero.
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