NUBES DE HOSPITAL 16
DUNIA
SANCHEZ
Asciendo a las alturas de la desgana y me marcho y me despido. Ahora soy despedida de toda esa memoria que quedará en una voz silenciosa de mi reconditez. Ya es hora de partir, la conversación se hace pesada, aburrida, monótona. El vacío nos ronda con sus garras tirando de cada de nosotras y mi yo se evade en un cavilar intenso de que no estamos para perder el tiempo en lo obsoleto, en lo absurdo. Me marcho, de camino mientras llamo un taxi ese jardín es toda belleza, una llovizna frágil resbala por mi rostro y siento el habito de la sensatez. Me despido de todo aquello que amarro mi pasado. De que sirve el pasado, no sé, una experiencia en alas de mariposa del hoy , liviana, plena ¡uhm¡ Solo una muerte, una pesadez que arrojo en los riscos donde los antiguos aborígenes gritaban antes de arrojarse a la nada ¡Uhm , la tierra mojada¡ desprende una fragancia escasa en el día a día y ello lo agradezco. Disfruto de esta despedida, es como si destrozara hasta llegar a cenizas todo mal que me ronda. Y me despido, disimulo y para qué. Mi postura es evidente, es evidente como este universo se expande y contrae a medida de su caos. Es oscuro, me siento bien, el taxi tarda. Todo es silencio y ese callar deje. Un silencio vestido de la nada. Y es que precisamente que necesidad de aguantar la estupidez humana. No tengo tiempo, estamos aquí en un ciclo corto donde nuestra energía se concentrará en ese espacio habitado y la memoria será olvido.
Te olvido querida
y no es que no te halla amado. En mi vida el recorrido ha sido un sinfín de
ojos que miran mis ojos, de ojos que tocan mi cuello, de ojos que besan mis
labios y ahora no, no tengo tiempo querida. Ay, amiga del alma mía, te has ido,
yo me he ido. Los años pasa y todo se remueve en el sentido de otras pasiones,
de otros sueños. Si, sigo siendo la misma, pero con unos retoques de desinterés
por lo que es inconexo a mis sensaciones. Ay, amiga del alma mía, creo que no
nos hemos defraudado, solo que ahora nuevos sentimientos, nuevos anhelos,
nuevos sueños. Sigo en esta barca solitaria con rumbo a un horizonte donde las
estrellas gravitan en mi dolor. Porqué todo tenemos un dolor, una gota
quebrante a nuestras pisadas. Pero seguimos , seguimos a través de este cosmos
aportando un pedacito de nuestro yo. Ay, amiga del alma mía, adiós. Un adiós
condenado a perpetuo. Todo se ha acabado. No me llames, no insistas. Soy otra o
la misma. La misma u otra. Qué más da. Sí, qué más da. Lo anterior no sirve
para el ahora, para el todavía. Pero todavía cantan los pájaros y ello quiere
decir, amiga del alma mía, que nuestras esperanzas también pueden cantar, volar
en lo más alto de los crepúsculos y atravesar cumbres pedregosas, con
paciencia, con ganas. Escucha , escucha el sonido de la brisa, la lluvia caer y
los pájaros en su balada de alegría. Escucha, escucha tu espíritu como hija de
las ganas, las ganas de seguir en este mundo maltratado, desquiciado. Ay, amiga
del alma mía. El taxi llega y yo mi temblor ante la humedad que ha penetrado en
mis carnes. Me subo y le digo la dirección a la que voy. Al principio son
torpes mis palabras y después me concentro. Ay, amiga del alma mía. No miro
atrás. No hay que mirar, lo que no puede ser , no puede ser. No he nacido para
casarme con alguien y no lo haré. Libre ¡libre¡ las campanas suenan de este
lugar que me alejo. Suenan a campanas a los muertos. Un amor muerto. Ay, amiga
del alma mía ¡Uhm¡ es necesario esta ausencia en nuestras vidas. La ausencia tuya. La ausencia mía. Es difícil
ver el brío del mañana en estos instantes, pero lo veremos. Llego a la ciudad.
Me bajo antes para ir caminando bajo mi techo. Aquí no llueve, está todo
remolinado por un viento expresivo con sus dentelladas. Un desorden que marca
un vuelco en la visión de este mundo Y esta ciudad, esta isla me enamora. Un
amor cerrado para mi razón. Su corpulencia está teñida de una climatología
especial. Y arribo a ese otro jardín, donde se encuentra el edificio en que
vivo. Las mujeres de negro me esperan, es noche cerrada y el enmudecer de
cuerpos tendidos en el dormitar es visible. Me acerco a ellas, quieren
comunicarme algo…un algo que ignoro. Despacito, con el aliento de este nocturno
donde la ramificación de mis sienes se extienden en el convencimientos de mis
pisadas verticales, exactas , me aproximo a ellas. Danzan en la sombra de un
ficus donde nadie las puede ver. Danzan en la creación de una atmósfera con
velas en sus manos ….velas que no se apagan en sus movimientos sensuales,
perfectos, en el baile de la libertad.
Por un instante fugaz , me quedo quieta y las observo. Veo en ella mi mañana,
mi hoy, mi ayer. Delatan cada pedazo de mi entregado a esta existencia. Me
siento cómoda y el pavor es desconocido, es de una atracción conmoviendo mi
corazón, mi soledad. Ando de nuevo y ya muy próximas a ellas me invitan a su
danza imparable, pausada y me siento yo. Si yo, Jam, mi nombre es Jam , nombre
que se puede decir con un suspiro, nombre que mueve todos mis sentidos cuando
bailo con estas mujeres de negros. Mujeres de negro, mujeres de lucha,
agarradas a la supervivencia de las rutinas, de esas jornadas marcadas por el
gemido de algún alma bajo la influencia del desatino de otros. Mujeres de
negro, sacan sus pañuelos blancos, apagan sus velas y se insuflan de una
profunda y verdadera libertad
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