EL NEGOCIO DE LA GUERRA Y LA MENTIRA
ANITA
BOTWIN
No se puede formar
parte de una manifestación que pide el fin de la ocupación en Gaza y el cese de
la violencia y por otro lado ser partícipe de la misma vendiendo armas para que
el Estado genocida de Israel perpetúe la limpieza étnica que lleva a cabo
No puedo evitar mostrar mi tristeza y mi rechazo tras enterarme de que el Gobierno de nuestro país vendiera el pasado noviembre un millón de euros en armas a Israel. Sin embargo, desde Exteriores se nos aseguró, tratándonos como a idiotas, que no había exportaciones bélicas el 7 de octubre. De hecho, tal y como señala el editorial de Diario Red, España fue el mayor vendedor de armas a Israel durante el mes de noviembre, en concreto el 52% del total de la Unión Europea, tal y como señalaba Laura Arroyo en El Tablero.
El 23 de enero de
2024 el ministro Albares decía en Cadena Ser pensando que quizá no nos
enteraríamos de que faltaba a la verdad: «Desde luego, es algo que España ha
realizado, desde el mismo día 7 de octubre de 2023 no se produce ninguna
operación de venta de armamento a Israel». Sin embargo, sus palabras faltan a
la verdad y a la transparencia, y son datos que aporta el portal oficial
DataComex de comercio exterior, gracias al cual conocemos que España sí ha
exportado armas a Israel tras ese 7 de octubre.
Además de estas
exportaciones que el Gobierno ha intentado ocultar sin éxito, también se
producen importaciones, ya que España es uno de los países que compra armas a
Israel. Contaba Pablo Elorduy en El Salto que el pasado mes de noviembre el
Ministerio de Defensa compró a Israel misiles Spike LR2 por 287,5 millones de
euros.
En una guerra no
solo mata quien dispara, también quien hace posible que se produzca el impacto.
En una guerra hay muchos asesinos y no son solo quienes empuñan el arma, esos
tan solo son los peones del campo de batalla. Hay muchos más implicados que
toman las decisiones, que señalan desde la diana, desde Benjamín Netanyahu
hasta los líderes mundiales interesados en que esta masacre siga produciéndose.
La industria armamentística israelí ocupa el décimo puesto en el comercio
internacional y países como el nuestro hacen que eso sea posible.
Me conmueve y me
produce una enorme congoja saberme cómplice indirectamente de un genocidio que
ha terminado ya con la vida de 30.000 palestinos y que no parece vaya a
detenerse hasta acabar con todos ellos. Vemos cada día en las redes sociales
vídeos de cómo son asesinados niños y niñas que tenían toda una vida por
delante, sin que podamos hacer nada. Pero sí podemos, podemos exigirle a
nuestro Gobierno que no mande ni la más mínima munición, que nuestros impuestos
no vayan destinados a la industria del crimen y de la muerte, que se destinen a
sanidad y a educación y a mejorar la vida de la gente y no a terminar con vidas
inocentes en la Franja de Gaza o en cualquier otro lugar.
Es necesario y
urgente que se tomen medidas concretas y valientes como el embargo de armas y
sanciones económicas a Israel. Como ha dicho Amnistía Internacional, El
Ejecutivo «debe ser más contundente, promover un embargo europeo de armas y
presionar a EE.UU para que cese el suministro de armas a Israel y apoye la
imposición de un embargo global». No olvidemos que las armas que se le venden a
Israel pueden y seguramente están siendo usadas para cometer crímenes de guerra
y que con el tiempo, aunque quizá sea demasiado tarde todo el mundo sabrá la
verdad y también se conocerá la banalidad del mal de quienes colaboraban con un
Estado genocida y no olvidemos tampoco que los vendedores de estas armas
podrían ser citados a declarar ante la Corte Penal Internacional.
No se puede formar
parte de una manifestación que pide el fin de la ocupación en Gaza y el cese de
la violencia y por otro lado ser partícipe de la misma vendiendo armas para que
el Estado genocida de Israel perpetúe la limpieza étnica que lleva a cabo. No
se puede estar en misa y repicando, no es tan complicado ser honesto. Recuerdo
a un Pedro Sánchez que decía que no dormiría por las noches si hubiera pactado
con Podemos. Creo que si yo formara parte de un Gobierno cómplice con la
barbarie cometida por Israel me costaría mucho más conciliar el sueño,
honestamente.
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