CINISMO SURCANDO BARBATE
Pedir la
dimisión de un ministro que debería haber sido cesado hace tiempo no arreglará
este problema, como bien saben en el PP del Feijóo amigo del narco, en el
propio narco y en la Guardia Civil
GERARDO
TECÉ
Alberto Núñez Feijóo realizó
una intervención abierta a medios
en su viaje a Barbate. /
Partido Popular (Youtube)
Marlaska no debería dimitir ni tampoco ser cesado por lo sucedido en Barbate. Más que nada porque Marlaska jamás debería haber llegado como ministro del Interior a la pasada semana. Hace tiempo que debimos haber perdido de vista a un ministro de gobierno socialista, que podría serlo de uno fascista, que calificó como ejemplar la actuación de la policía española frente a la valla de Melilla en la que perdieron la vida 23 personas a las que Marlaska, de propina, llamó violentas con sus cuerpos aún calientes. Fue justo antes de empezar a mentir negando que aquello sucediese en suelo español, como quedó demostrado. Hace mucho que debería haberse ido el ministro de las devoluciones ilegales en frontera, incluidos menores, el que ha permitido que la ultraderecha campe a sus anchas dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, el que no mueve un dedo cuando un antidisturbios golpea la cara de un pensionista que se manifiesta sin justificación alguna.
Es curiosa esta
derecha que sólo pide dimisiones cuando el muerto es uniformado. Y ni siquiera
lo hace siempre. Cuando se estrelló aquella tartana con alas llamada Yakovlev
en la que murieron, por la patria y por las subcontratas, 62 militares
españoles, el entonces ministro del PP no consideró que la falta de medios
fuese un asunto como para que ningún cargo público, en concreto él mismo,
tuviera que irse a casa. En la política española el cinismo tiene medios
suficientes para arrollar a la decencia embistiendo contra ella a todo gas y
con total impunidad. No se entiende de otra manera que el mismo PP que recortó
el número de efectivos de la Guardia Civil denuncie que hoy, con una plantilla
mayor, haya pocos. De Feijóo, el amigo del alma del narcotraficante gallego con
el que compartía vacaciones en yate, mejor no decir nada tras verlo dirigirse a
Barbate para dar su apoyo en la lucha contra el narcotráfico.
Decía Juan Franco,
alcalde de la Línea de la Concepción al que el PP debería escuchar con
atención, aunque sea por su apellido, que igual hay que pensar en legalizar el
hachís para evitar que el tráfico ilegal desde Marruecos siga siendo el negocio
que es en las costas de Cádiz. Explicaba que se estima que son más de 10.000
los detenidos en la zona en los últimos años relacionados con el narco, y que
más detenciones no habían supuesto, en ningún caso, menor actividad delictiva.
Como diría la derecha hablando de los pozos ilegales que roban agua y destruyen
Doñana, no podemos negar que el narcotráfico en las costas de Cádiz sea una
forma de ganarse la vida para muchas familias. Saben bien en el PP, lo sabe
Marlaska y lo sabe el consumidor de drogas al que van dirigidos los fardos que
entran en lancha, que no hay buques armados que puedan detener un negocio
rentable. Es el mercado, amigo. Saben que el negocio es tan brutal que hay para
todos, incluidos miembros de la Guardia Civil. Hace unos meses era desmantelada
la unidad especial antidroga de la zona tras las sospechas de que el jefe del
operativo cooperaba con los principales clanes del narco. Y si no entra por
Cádiz entrará por Granada de la mano del coronel de la Guardia Civil que
permitió que pasasen sin problema a la Península más de 4.000 kilos de hachís.
Pedir la dimisión de un ministro que hace tiempo debería haber sido cesado no
arreglará este problema, como bien saben en el PP del Feijóo amigo del narco,
en el propio narco y en la Guardia Civil. Pero la lancha cínica seguirá
surcando la política española sin preguntarse si industrializar y darles
trabajos dignos a los habitantes de una zona abandonada a su suerte sería una
mejor solución para este problema. Eso, por supuesto, sería demagogia. Y aquí
estamos para cosas serias.
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