LA REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE SUMAR
SATO
DÍAZ
Jefe de Política de
'Público'
Txema Guijarro, Yolanda
Díaz, Iñigo Errejón y Aina Vidal,
durante una reunión del Grupo Parlamentario Sumar, en el Congreso de los
Diputados, a 21 de febrero de 2024, en Madrid (España).- A. Pérez Meca / Europa
Press
Ríos de tinta se
han escrito en la última semana sobre la izquierda alternativa, su futuro, su
(des)organización. El desastroso resultado de Sumar y, sobre todo, de Podemos
en las elecciones gallegas fue detonante para tanto análisis. Sin embargo, dos
hitos cercanos hacen que el debate sea más acuciante. Ya es oficial, elecciones
vascas el 21 de abril. Antes, el 23 de marzo, tendrá lugar la asamblea
fundacional de Sumar.
Las elecciones gallegas arrojan vergonzosos números. Sumar no llegó al 2% del voto popular y Podemos tan solo consiguió el 0,26%. Poco más que añadir. Sin embargo, el BNG creció como la espuma, Ana Pontón logró consolidarse como la cara visible de un posible cambio en Galicia y robó votos a las izquierdas, también al PSOE, que obtuvo su peor resultado histórico en este territorio en unas autonómicas. Está de moda, estos días, el ‘ejemplo Pontón’, que no es más que una líder y una organización política trabajando con tiempo y a pico y pala, como si de una carrera de fondo se tratara, un territorio.
El 21 de abril
tocan elecciones vascas y, como ya es tradición cada vez que se acercan unos
nuevos comicios, a la izquierda alternativa le cae encima, como una losa, el
debate sobre la unidad. Sumar ha querido zanjar con premura el debate en
Euskadi para evitar que se demore durante un tiempo que no hay, pues la campaña
electoral arrancará oficialmente la noche del 4 de abril. Sumar y Podemos
concurrirán por separado. La precampaña, sin embargo, ya ha comenzado.
A diferencia de
Galicia, en Euskadi, Elkarrekin Podemos (la marca con la que concurrió la
izquierda estatal alternativa en 2020) sí que tiene presencia en el Parlamento
de Vitoria -seis escaños-. Las encuestas dicen que, de ir por separado, este
espacio político (Sumar y Podemos en dos listas) llega a la precampaña
reduciendo a la mitad su presencia en escaños. EH Bildu puede aprovechar esta
debilidad y presentarse a las elecciones como la única opción de cambio vasca y
aglutinar, así, más voto de izquierdas, desfondando a las otras dos
candidaturas. La izquierda aberzale tiene la pretensión de ganar las elecciones
vascas, de ser la fuerza más votada, y tiene serias opciones de conseguirlo.
La unidad, hoy en
día, entre Sumar y Podemos es casi imposible. Esto no tiene nada que ver con
que haya alguna diferencia relevante en sendos programas políticos, ni con
discrepancias organizativas o estratégicas de gran calado. Las disconformidades
entre Sumar y Podemos son de carácter personal, por malas relaciones políticas
y personales entre sus dirigentes, las cuales se han trasladado hacia abajo, a
las militancias. Hay una decisión tomada en ambos partidos de seguir caminos
distintos, la cual se visualizó con claridad el pasado diciembre, cuando los
cinco (ahora cuatro) diputados de Podemos abandonaron el Grupo Plurinacional de
Sumar para pasarse al Grupo Mixto en el Congreso.
La pugna no
terminará hasta las europeas. Podemos se presentará con Irene Montero como
cabeza de lista y quieren utilizar estos comicios de circunscripción única en
todo el Estado como escenario donde medirse las fuerzas y los apoyos. Tras las
europeas, habrá una foto objetiva de cuáles son las fuerzas y los niveles de
apoyo en las izquierdas alternativas. En la foto también estarán representados
los soberanismos de izquierdas (ERC, EH Bildu, BNG...) que en 2019 concurrieron
a las votaciones para el Parlamento Europeo bajo la marca Ahora Repúblicas.
Sin embargo, la
primera parte del proceso asambleario de Sumar tendrá lugar antes de las
europeas y de las vascas. El 23 de marzo arranca la asamblea fundacional del
proyecto de Yolanda Díaz. No es el momento más álgido de esta formación
política tras la debacle gallega, pero Sumar viene también de mantener el tipo
en las generales del pasado verano, lo que fue imprescindible para la reedición
del Gobierno de coalición de izquierdas y frenar un Ejecutivo del PP de Alberto
Núñez Feijóo con el Vox del ultra Santiago Abascal que pronosticaban las
encuestas. Ahora, Sumar ostenta cinco asientos en el Consejo de Ministros.
Las comparaciones
son odiosas, pero en la asamblea de este 23 de marzo será muy difícil no echar
la vista atrás un año y recordar el acto de Magariños en el que Díaz dio el
paso para ser la candidata en las generales. El ambiente en aquel momento, pese
al boicot de Podemos que no acudió al polideportivo madrileño, era de euforia.
La expectación fue tremenda. Y, sin embargo, resulta más realista que una
organización afronte una asamblea fundacional y sus debates programáticos y
organizativos en un clima más sosegado y calmado. Es buen momento para un
debate de las izquierdas.
Sumar, si quiere
perdurar en el tiempo más allá de la actual coyuntura (vascas, europeas...),
tiene que fijarse un horizonte a medio plazo y no tomar decisiones precipitadas
por la presión de la proximidad de otros procesos electorales. El nuevo
proyecto tendrá que desarrollar una metodología de trabajo republicana, en la
que el debate se base en premisas laicas y no en lealtades fanáticas y
personalismos, que hable más de ideas y menos de nombres propios... La mejor
aportación que pueden hacer los dirigentes que impulsan ahora Sumar es dotar de
herramientas a la organización para que esta pueda funcionar cuando estos
cuadros iniciales no estén en un futuro. Construir organización, desde abajo
hacia arriba y sin acelerones.
El tiempo político
que llega es incierto. La ofensiva reaccionaria es brutal a todos los niveles.
Las izquierdas han de crear proyectos colectivos que subrayen su principal
fortaleza, la gente. Y en los últimos años las dinámicas de algunas formaciones
políticas lo que han conseguido, precisamente, es lo contrario, expulsar a la
gente de las organizaciones por priorizar el liderazgo de los dirigentes.
El ejemplo de
Pontón, el modelo de EH Bildu... Hay ejemplos en los que la izquierda estatal
puede fijarse. Las izquierdas soberanistas, por ejemplo. Y, de paso, Sumar debería
de decidir cómo quiere relacionarse con estos soberanismos que, visto lo visto,
son actores políticos que cada vez toman más fuerza y vienen para quedarse.
Sumar ya colabora con algunas fuerzas territoriales, como Compromís, Más
Madrid, Chunta Aragonesista o MÉS. La lógica nos hace pensar en que es
necesario un acercamiento a EH Bildu, BNG y ERC, un escenario de trabajo
compartido entre fuerzas republicanas que tienen mucho más en común que ser
meras adversarias electorales. Valores republicanos para la República
Independiente de Sumar.
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