PABLO IGLESIAS AGUANTA
LA MIRADA
ANTONIO
MAESTRE
El motivo
fundamental por el que Pedro Sánchez se resiste a llegar a un acuerdo con Pablo
Iglesias para presentar un gobierno de coalición el próximo 22 de julio es
porque saldría adelante sin dificultades. Tan sencillo como eso. No existe un
problema de vetos o la necesidad de buscar los apoyos necesarios para formar
gobierno. Ya están. El PSOE lo tiene hecho. No precisa más que asegurarse los
votos de Unidas de Podemos y en julio tendremos gobierno. Pedro Sánchez seguirá
en la presidencia cuatro años. Pero así no quiere.
Tiene miedo a
parecer demasiado de izquierdas. En la lógica tacticista y negociadora que
estamos viviendo estos días el PSOE busca torcer el brazo a Podemos de una
forma torpe y poco creíble. Pedro Sánchez intenta hacer creer a Pablo Iglesias
que en un hipotético adelanto electoral el líder de Unidas Podemos tiene mucho
más que perder. Quebrar su voluntad con encuestas poco creíbles que le hagan
plegarse a sus postulados. Los argumentos enarbolados para este relato
argumentan, no con poca razón, que la formación morada puede perder más escaños
en unos nuevos comicios con lo que saldría enormemente perjudicado. Y es
cierto. Pero poca pérdida es esa para rendirse tan fácilmente. Sobre todo mirando
al que quiere convencerte.
En el arte de la
guerra, y una negociación lo es, importan además de fuerza disponible concreta
una serie de variables basadas en la subjetividad. Una de esas variables es la
percepción de la propia fuerza y la de tu adversario. Cuando consigues hacer
creer a tu rival que tu fuerza es mayor que la disponible puedes vencer incluso
sin comenzar la batalla. Pero en el PSOE existe el problema contrario, están
creyendo que la fuerza de la que disponen es mayor que la real. Y esa percepción
de la propia fortaleza es uno de los mayores errores que pueden darse para
vencer a tu rival.
En los órdagos es
indispensable hacerle creer al adversario que tienes mejores cartas que él. Es
posible que las del PSOE sean más poderosas que las de Unidas Podemos. El
resultado electoral es una baza incuestionable. Pero además de la fuerza y la
percepción existe otra variable que opera con mayor poder en los juegos de
fuerza y engaño. Esta no es otra que ver quién tiene más que perder con la
jugada. Cuando te quedan pocas fichas en la mesa es más factible que intentes
aprovechar la única mano decente que te queda para intentar recuperarte y
seguir en el juego, a Pablo Iglesias la correlación de fuerzas de estas
elecciones le ha dado la oportunidad para ponerse frente a Pedro Sánchez y
aguantarle la mirada sin tirar las cartas al tapete. Sus cartas pueden ser
peores, pero cuando se juegue el órdago tiene mucho menos que perder. Y eso le
hace más peligroso.
Abrir las urnas en
noviembre para Pedro Sánchez supone poner en riesgo su presidencia. Un poder
concreto que ya tiene en las manos. Algo por lo que tanto tiempo ha luchado y
por lo que ha derrotado a elementos muy poderosos de la oligarquía mediática y
política que quisieron acabar con él. El relato del héroe que le ha llevado a
la Moncloa puede perderse por lograr un resultado un poco mejor que el
anterior. ¿Va a arriesgarlo el PSOE convocando unas nuevas elecciones por un
cálculo electoral y algunas encuestas que le aseguran subir diez escaños? Mucho
riesgo para escasa ganancia. Y eso Pablo Iglesias lo sabe. No es creíble.
La renuencia de
Pedro Sánchez a que el líder de Podemos entre en un gobierno de coalición es
comprensible para sus propios intereses. Existe el convencimiento de que sería
incluir en el Consejo de Ministros a su oposición por la izquierda, insuflarle
aire y convertirlo en un escaparte político de tremenda relevancia. Tener a
Pablo Iglesias o Irene Montero en el ejecutivo conlleva un riesgo que bajo
ninguna circunstancia quieren asumir en Moncloa. Para comprender los motivos
fundamentales de esta negativa hay que mirar a Italia y ver la influencia
política y el peso nacional e internacional que tiene Giuseppe Conte frente a
Matteo Salvini. Desde un ministerio se puede lograr mucho. Esa puerta el PSOE
no la quiere abrir. Unidas Podemos necesita tumbarla.
Tendremos gobierno
a pesar de los miedos y reticencias del PSOE a girar de forma nítida a la
izquierda como le pidieron sus propios militantes en Ferraz el día de las
elecciones. El tiempo corre a favor de Pablo Iglesias. Ayuda mucho que Antonio
Garamendi y la CEOE le insuflen ánimo y fuerza pidiendo unas nuevas elecciones
en noviembre para evitar la entrada de los morados en el ejecutivo. La CEOE,
siempre solícita para pedir premura en las formaciones de gobierno y evitar los
bloqueos políticos que le dificulten hacer negocio, ahora pidiendo seis meses
más del mismo con tal de evitar el riesgo de Pablo Iglesias negociando
convenios junto a los sindicatos.
España necesita un
gobierno progresista, de izquierdas, sin miedo a afrontar medidas que traten de
recuperar los derechos sociales perdidos durante la crisis. Un gobierno que no
guste a la CEOE. Es un tópico histórico que el PSOE utiliza la etiqueta de la
izquierda como herramienta electoral para luego correr al refugio seguro del
centro cuando lo ha logrado. Pero en tiempos de retroceso de derechos sociales
con gobiernos marcados por la extrema derecha en Andalucía o Madrid es cuando
no hay que replegarse y dar un paso adelante. Valiente y a la izquierda. Para
eso el PSOE tiene que desprenderse de sus complejos y borrar las líneas rojas
que le marca la derecha para los pactos. El alma socioliberal de Pedro Sánchez
y los correajes conservadores de Iván Redondo le impiden moverse a la izquierda.
Hay que tirar de él. Y eso, solo se logrará si Pablo Iglesias le aguanta la
mirada y no cede en sus exigencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario