PRINCIPAL OBJETIVO: ¿MATAR
A PODEMOS?
JUAN CARLOS MONEDERO
Quien
paga, manda
En España, la
investidura la dirige el candidato a Presidente de Gobierno, que es a quien le
corresponde la iniciativa. Es él quien debe hablar con los grupos, negociar los
apoyos, pactar programas y leyes. En la lógica parlamentaria, se presupone que
vas a la sesión de investidura con los deberes hechos. Si te presentas a la
sesión de investidura sin los apoyos necesarios, lo que buscas no es la
Presidencia del gobierno sino el maldito relato. Vivimos en una sociedad donde
la política ya no la rige la ideología sino la narración. Por eso nadie sabe
quién es el responsable de ideología o programa del PSOE pero todo el mundo
conoce a Iván Redondo. Fracasa rotundamente Pedro Sánchez, que solo ha sido
capaz de ganar un voto, pero hay solo un
objetivo: culpar a Podemos. No al PNV, a ERC, a Compromís, a Ciudadanos, al PP
o al PSOE: a Podemos y, más en concreto, a Pablo Iglesias.
El PSOE se puede
permitir esos juegos porque cuenta con apoyos. ¿Cómo es posible que en la rueda
de prensa de la Vicepresidenta Carmen Calvo después del fracaso de la
investidura ni un solo periodista -¡Ni uno solo!- le preguntara por la
manipulación del documento de Podemos que salió de la Vicepresidencia. Era muy
fácil: «Vicepresidenta: ¿qué explicación da de que desde su despacho se manipulara
el documento de propuestas de debate de Unidas Podemos para filtrarlo a la
prensa como «exigencias»? ¿Quién lo manipuló? ¿Por qué filtraron a la prensa un
documento falso? ¿Va a haber alguna dimisión? ¿Qué buscaban con esa filtración?
Quien paga, manda.
Preparar
el fracaso y ganar tiempo
Sánchez ha perdido
dos veces una investidura de gobierno. Porque las dos veces no hizo los
deberes. En la sesión del jueves, Pedro Sánchez solo ha logrado un voto más
allá que los de su propio grupo. El del partido de Revilla. Es un bochorno. No
ha convencido ni al PNV ni a ERC ni a Compromís, entre otras cosas porque no
quiso prácticamente ni hablar con ellos. Y no les ha llamado porque sabía que
esos grupos iban a votar en las misma dirección de Unidas Podemos. Pero por una
mínima señal de cortesía, Sánchez debiera haber hablado con los grupos
parlamentarios a los que les iba a solicitar el voto o la abstención.
Con Unidas Podemos
sí ha hablado, pero tarde y mal. ¿Por qué no han hablado del gobierno de
coalición Unidas Podemos y el PSOE en los ultimos dos meses? Al corresponder la
iniciativa al PSOE, la respuesta es evidente: porque Sánchez tenía otros
planes. Basta ver la cara de desolación de los diputados de Unidas Podemos al
final del debate y las risas y cara de alegría de Carmen Calvo, Sánchez y
Borrel poniéndose de pie en sus escaños cuando la mascarada había terminado.
El PSOE ha vuelto
por donde solía y Sánchez no aprendió nada bueno de su castigo
En orden de
interés, Sánchez quería una abstención de Ciudadanos. Si eso fallara, una
abstención del PP. Si ese plan naufragaba, Sánchez quería ir a elecciones, pero
echándole la culpa a Unidas Podemos y, en concreto, a Pablo Iglesias. Por eso
la presión diciendo que Pablo Iglesias era el principal problema para un
gobierno de coalición. Cuando Iglesias dio un paso al lado, el PSOE se quedó
sin su bien más preciado: el relato. Por eso llamaron a negociaciones. A dos
días de la investidura. Es una tomadura de pelo. Sánchez quería ganar tiempo
para intentar recuperar su storytelling y convencer a los cuatro millones de
votantes de Unidas Podemos de que Iglesias, incluso habiendo hecho el esfuerzo
de retirarse, era el culpable de todos los males del universo. El grupo PRISA y
la Sexta le ayudarían en reconstruir el marco. Aunque después de ver la rueda
de prensa de Carmen Calvo, parece que los apoyos crecen salvo en Publico.es y
eldiario.es.
Unidas Podemos, aun
sabiendo que el deseo máximo del PSOE es la desintegración cósmica de Podemos,
tenía que negociar un gobierno de coalición porque es lo que queria y quiere
una mayoría de este país. Pero quizá ha
ido a la negociación con ingenuidad. Los 140 años de historia del PSOE sirven,
entre otras cosas, para saber hacer muchas trampas. Como cuando, qué fatalidad,
dos diputados del PSOE se equivocaron en la votación de RTVE a favor del PSOE.
Por cierto, Rosa María Mateos sigue de Presidenta “interina” de la radio y
televisión pública. Entre las trampas, está lo que hemos señalado: que la
Vicepresidenta del Gobierno manipuló los documentos que le mandó Unidas Podemos
para la negociación para poner arriba “exigencias” y presentar a los morados
como intransigentes. Una Vicepresidenta del Gobierno haciendo trampas de
colegio. Y así, de paso, intentar dinamitar las discusiones. De la misma
manera, se ofrecían simultáneamente ofertas que se rechazaban -por ejemplo,
Sanidad y cultura- y en el “relato” se han presentado de manera conjunta como
si se hubiera ofrecido todo a Unidas Podemos. No se rechazaba sino los pares o
tríos -a veces incluso un solo Ministerio- que se presentaban como ofertas
cerradas. Más trampas.
¿Debía
haber aceptado Unidas Podemos la oferta del PSOE?
Si Unidas Podemos
hubiera aceptado la supuesta oferta del PSOE hoy muchos estarían más contentos
y tranquilos. Es un sentimiento absolutamente comprensible. Los políticos
habrían hecho los deberes y la ciudadanía que pudiera se iría a la playa. Casi
todos podríamos estar pensando en otras cosas y esperanzados de que, por fin,
algo nuevo irrumpía. ¿Se han equivocado los negociadores de Unidas Podemos? ¿El
acuerdo era real o un espejismo? ¿cuánto nos duraría la alegría? ¿Les ha
engañado el experimentado PSOE? ¿Han triunfado las desconfianzas entre los dos
partidos?
No olvidemos que,
antes de empezar a hablarse, ya el PSO amenazó, en boca de Ábalos y de Lastra,
con nuevas elecciones. El chantaje vino previo a cualquier intercambio. Con la
cerrazón absoluta del PSOE que solo quería gobernar en solitario y con la
exigencia de que Pablo Iglesias se quitara de en medio. Y para rematar, al
tiempo que se negociaba, Sánchez pedía la abstención a Ciudadanos y al PP. ¿Iba
a superarse ese contexto tan belicoso en 48 horas? Los negociadores de Unidas
Podemos ¿podían ignorar tantas faltas de respeto del PSOE? ¿No es normal que se
sentaran a la mesa llenos de suspicacias? Pensar que un acuerdo de gobierno en
la cuarta economía del euro es una cosa tan sencilla es lógico pero irreal.
Aunque las muchas ganas nos hagan desear el deseo.
La única oferta
real del PSOE fue la expresada en el debate de investidura después de que
filtraran un documento manipulado. No son muchas garantías para fiarse. ¿Se
pacta así un gobierno en la cuarta economía del euro? Es algo peor que
intolerable. PSOE old style.
Lo que más
confusión creaba es que nada de lo que se ha ofrecido tenía contenido real ni
dotación presupuestaria más allá del título del departamento. Negociar en 48
horas es un disparate. ¿Debiera Unidas
Podemos haber aceptado la oferta del PSOE? La decisión no era sencilla. Si
Unidas Podemos lo hubiera hecho, hoy tendría una Vicepresidenta y tres
Ministerios y tendríamos gobierno de coalición. Suena realmente bien y podría
pensarse como un buen punto de partida. Aunque fuera para el fracaso.
Pero también podría
decirse: Unidas Podemos ya tiene sillones. ¿Para hacer qué? Al lado de un PSOE
que ha regresado por donde solía. Que ha pactado el nombramiento como
Presidenta de la Comisión a Van der Layen junto a la derecha, los liberales y
los social-liberales, más el entusiasta apoyo de la extrema derecha húngara y
polaca. Del PSOE que quiere en el FMI a una neoliberal y que pactó con PP y
Ciudadanos quitar más derechos en el Pacto de Toledo. Del PSOE que no ha
querido publicar la lista de la amnistía fiscal. Del PSOE que prometió derogar
la reforma laboral del PP y no lo ha cumplido. Del PSOE que no ha querido
limitar el precio de los alquileres ni dotar de presupuesto a la lucha contra
la violencia machista ni para la dependencia.
¿Quién no
quiere un gobierno de Unidas Podemos?
Quitarle hierro al
auge de la extrema derecha sería un delito. Pero no nos engañemos: la extrema
derecha es el plan B del capitalismo en crisis. Y basta ver los intentos de
Albert Rivera de imitar a Trup y a Salvini para saber dónde está el peligro
real.
El PSOE ganó las
elecciones en parte por el miedo a VOX. Esa ha sido su principal baza. Y la usa
como ha usado siempre el PSOE el miedo a la derecha para justificar y exigir el
«voto útil». ¡Que viene el doberman! Y con esa amenaza siempre ha pretendido
situar en el precipicio todo lo que estuviera a su izquierda. Anguita era un
mesiánico, Gerardo Iglesias un vividor -ambos de los pocos políticos que han
regresado a su trabajo- mientras Felipe González pactaba con el Jordi Pujol del
3%. El PSOE solo sabe justificar por qué hay que votarles con un discurso del
miedo. En ese se parece muchísimo a la derecha.
Creo que el PSOE
nunca ha querido un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Porque no lo
quiere la CEOE -dirigida por las grandes empresas, no por las PYMES ni los autónomos-;
no lo quiere la banca, especialmente el indultado Banco de Santander y el
protegido BBVA; no lo quieren los que
buscan seguir comiéndose la parte del león de los presupuestos del estado vía
deuda; no lo quiere la monarquía, ni la de Juan Carlos I ni la de Felipe VI; no
lo quiere el neoliberalismo imperante en Bruselas; no lo quieren las empresas
energéticas; no lo quieren las direcciones de las principales empresas de
medios de comunicación; no lo quiere el sector ultra de los cuerpos y fuerzas de
seguridad -los que nunca dijeron nada de Villarejo ni de Billy el Niño-; no lo
quiere la Internacional Socialista ni el club Bildelberg ni la Trilateral ni
los que se juntan en Davos para diseñar el mundo. No lo quieren tampoco los que
tienen planes personales sabiendo que van a ser mejor tratados por los medios y
no lo quiere una parte de España que ha comprado el discurso del miedo después
de décadas de adoctrinamiento. El «poder», ese que quiere a las mayorías en
España de rodillas y calladas, no quiere un gobierno de coalición de izquierdas
en España.
El objetivo de
Pedro Sánchez era acabar con Podemos demonizando a Pablo Iglesias. Perdió el
libreto cuando Iglesias se puso de lado. Anduvieron dos días descolocados. Ahí
estuvo la intervención brillante de Iglesias que dejó planchado en su asiento a
Sánchez que, por vez primera en la historia de la recuperada democracia, no
terminó la réplica en un debate de investidura. Pero los que mandan no iban a
dejar que Podemos se saliera con la suya. Sabían que el relato, que lo
construyen los medios, iba a estar de su parte. ¿Tenía que haberlo previsto
Unidas Podemos?
¿Cierre de ciclo?:
soluciones contra la depresión de los votantes honrados
Se está cerrando el
ciclo abierto por el 15M, aunque la desaceleraciéon de la economía promete
reeditar un nuevo ciclo de protestas. ¿Cómo cerrar ese ciclo? Cerrarlo con la
entrada de Unidas Podemos en el gobierno suena atractivo. Pero no es cierto.
¿De verdad nos vamos a creer que se puede cerrar un pacto de gobierno en 48 horas
y con un acuerdo de dos hojas? ¿Nos hemos vuelto idiotas? ¿Alguien cree que se
hacen así los gobiernos en un momento en donde los poderes que mandan en la
Unión Europea se juegan el fin del modelo de recortes? Unidas Podemos tendría sillones y, en dos
meses, también a los movimientos sociales en la puerta del Ministerio
protestando por la falta de avances: ¡Por qué cogisteis los Ministerios si no
podíais hacer nada! ¡Sólo os interesaban los sillones!
Quedan dos meses
para la segunda investidura. El PSOE ha dicho que da por cerrada la puerta de
las conversaciones con Unidas Podemos. ¿Por qué? ¿Porque así tiene brindada la
excusa para pactar con la derecha o convocar a nuevas elecciones? Pedro Sánchez
no tiene argumentos de peso, salvo la soberbía, para no seguir intentándolo.
¿Falta de confianza? De momento, los únicos que han mentido han sido los del
PSOE, en concreto Carmen Calvo, filtrando un documento a la prensa manipulado
por ella misma, y Adriana Lastra diciendo que habían ofrecido Ministerios que
nunca ofrecieron. (Les dije a los compañeros de Podemos: blindad las
conversaciones y tened cuidado que van a salir diciendo a los medios cosas que
no son verdad. Y así ha sido. Es lo que tiene pactar con un partido de 140
años). Si dos no hablan es porque uno no quiere. Y las bases del PSOE y sus
votantes deben exigirle al PSOE que retome las conversaciones.
Está en el aire un
gobierno a la portuguesa, con gobierno en solitario del PSOE y apoyos puntuales
desde fuera del gobierno. Con el PSOE con 123 escaños y la derecha con 147. Es
ingénuo cuando no tramposo, y solo sirve para que el PSOE pacte con la derecha
todas las cuestiones económicas, incluido un nuevo golpe a los pensionistas y a
los trabajadores, y con Unidas Podemos alguna promesa para el 2030 sobre cambio
climático. Cuando el PSOE no cumpla ninguna de sus promesas ¿qué tiene que
hacer Unidas Podemos? ¿Hacer una moción de censura con la derecha? En España,
el gobierno a la portuguesa, que es útil en el páis vecino, solo sirve al
régimen. El PSOE va a hacer chantaje por ahí. Y Unidas Podemos tendrá otra vez
que tomar una difícil decisión. La declaración de Izquierda Unida en esa
dirección hay que entenderla más como una cesión a los grupos internos que
prefieren vivir en la pureza del dogma antes que mancharse las manos
gobernando. Viejos problemas repetidos de la izquierda.
Está en el aire una
abstención forzada con malas artes con Ciudadanos -quizá sin Rivera- o con el
PP -amenazado Pablo Casado por Feijóo-. Y volveremos a la casilla de salida de
hace cinco años. Por fin, una gran coalición entre el PSOE y la derecha como en
Alemania.
Un objetivo
democrático: no regalemos al poder lo que más desea
Con una gran
coalición entre el PSOE y la derecha, el
fin de ciclo del 15M será entonces una especie de eterno retorno. Otra vez a
los recortes, al trabajo precario, a las privatizaciones, al empeoramiento de
las pensiones, a las leyes mordaza, a los golpes a la plurinacionalidad, a las
sospechas sobre las mujeres, a la manipulacion mediática. Y todos nosotros más
cansados y con golpes de cinco años sobre las espaldas. Pero también más
experimentados y menos ingenuos. Sigo pensando que el principal problema de
Podemos es haber fracasado en organizar el partido, en su implantación
territorial, en sus órganos colegiados, en haber creado los espacios de
deliberación propios de un «partido-movimiento». Y sigo pensando que lo mejor
que le ha pasado a la democracia desde la muerte del dictador ha sido Podemos.
Porque desde que existe Podemos la democracia en España es otra, un poco mejor.
Y por eso el objetivo del poder durante estos cinco años ha sido acabar con
Podemos. Disparando, uno por uno, a sus líderes, con la pieza mayor de Pablo
Iglesias marcada como el objetivo final de esa lista. Nunca ninguno de los
grandes problemas en España lo ha arreglado nadie que no haya sido el pueblo.
Están pendientes todas las exigencias
del 15M: reforma de la ley electoral, castigo a los corruptos, fin de los
privilegios políticos, transparencia democrática y mayor participación,
democracia económica, vivienda, empleo, servicios públicos de calidad, control
de los bancos.
El obstáculo para
que esas demandas salgan de la agenda es Podemos. Y sin embargo, Unidas Podemos
tiene la obligación de hacer lo imposible para llegar a un acuerdo con el PSOE.
Incluso plantándose en la sede de Ferraz hasta que les reciba. Que nadie dude
de la voluntad de acuerdo. Lo más difícil se hizo en su día: el acuerdo de
presupuestos. Si se cruza ese acuerdo con las propuesta últimas del PSOE y la
de Unidas Podemos, habrá gobierno de coalición. En agosto, no en septiembre. No
hace falta ponérselo más difícil a ERC que tendrá más presiones para no apoyar
si la sentencia del proces pone cuesta arriba las relaciones con el Estado. El
PSOE debiera hacer lo mismo. Y no jugárselo todo a una narración ganadora que
le permita cualquier suerte de gran coalición.
El relato, el
maldito relato, estará machaconamente en los medios pero también en la cabeza
de cada uno de nosotros y nosotras. Si creemos a los mentirosos, terminaremos
odiando a las víctimas y amando a los verdugos. Por ejemplo, repartiendo
culpas. Presionemos para que hablen. Es mucho más importante que llegar a un
consenso sobre los culpables. Si regalamos el relato a los que no quieren gobierno
de coalición, nos habremos dejado derrotar y regresarán los mismos fantasmas
que nos convocaron a las calles el 15M. Llevan cinco años con ese objetivo. Si
ganan, que por lo menos la derrota nos encuentre peleando. Porque en 2011,
cuando nos echamos a las plazas, teníamos claro que todo lo que hacíamos era
por dignidad. Y la dignidad ahora mismo está en exigir al PSOE y a Unidas
Podemos que se pongan de acuerdo en un gobierno que mejore la vida de la gente.
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