ESPECTÁCULO DE INVESTIDURA
DAVID BOLLERO
Amanecíamos ayer
con la ingenua esperanza de que, quizás, hubiera un acercamiento entre PSOE y
Unidas Podemos (UP) y pudiera conformarse un nuevo gobierno, fuera o no de
coalición. No fue el caso. Hoy, ni por
asomo habrá nuevo Gobierno y mucho habrán de cambiar las cosas para que una
segunda votación impida la celebración de nuevas elecciones.
Tanto por las
intervenciones de quienes tendrían que haber dado una lección de consenso como
por las de PP, Cs y Vox, la sesión de investidura se convirtió en un
espectáculo de investidura. Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (UP) ni se
rozaron. Están tan lejos el uno del otro que me pregunto a qué se han dedicado realmente
los equipos negociadores, porque por los reproches y ataques verbales que se
dirigieron mutuamente pareciera que ayer mismo fuera la primera vez que
negociaban un pacto.
Todavía hay quien
indica que lo de ayer fue parte de la puesta en escena -ya saben, del
espectáculo-, pero los ataques fueron tan duros que de cara a que el jueves
haya un acercamiento, ¿quién hará de poli bueno y quién de poli malo? Hasta eso
tendrán que negociar para que ninguna de las dos partes se sienta humillada
delante de la opinión pública y sus respectivas hinchadas y eso hoy parece
estar muy, muy lejos.
Respecto a los
partidos de la oposición, el más moderado fue Pablo Casado (PP), pero salpicó
sus discursos de tantas mentiras -como ya hiciera en los debates- que se mostró
indigno de la Cámara Baja. Llegó a dar una cifra hasta diez veces superior a la
realidad para referirse a la caída de la cifra de negocio de la industria
(habló de un 7% cuando en realidad es un 0,7%).
Peor estuvo Albert
Rivera (Cs), que ni siquiera sabe cuánta gente le votó, sumándose casi 200.000
votos más a los que realmente tiene. La gastroenteritis sufrida hace unos días
ha debido subírsele a la cabeza, porque la cantidad de diarrea mental que regaló
ayer al Congreso sólo fue superada por la de Santiago Abascal (Vox). El líder
de la extremaderecha, autopresentado como un santo mártir enfundado en un traje
un par de tallas menos, rebuznó tonterías como que el plan de Sánchez para
acabar con el envejecimiento de la población es la legalización de la
eutanasia. En eso se resume su sarta de tonterías que, me van a perdonar, están
al mismo nivel que quienes todavía las aplauden.
Hoy es el turno de
los partidos nacionalistas y algo me dice que serán los que menos contribuyan
al espectáculo de investidura que se inició ayer. Cuando el jueves que viene
caiga el telón, vuelvo a remitirme a mi artículo de ayer: Si PSOE y UP no obran
un nuevo Gobierno, serán ellos y sólo ellos quienes mentan en La Moncloa a la derecha
más rancia en unas nuevas elecciones.
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