FUERTEVENTURA PROTEGE
SUS OLAS POR LEY
ANA SHARIFE
Unamuno, desterrado
en Fuerteventura por sus críticas al Gobierno de Primo de Rivera y Alfonso
XIII, deshizo la leyenda negra que rodeaba a la isla y la situó en el mapa
cultural mundial. “Te has hecho ya, querida mar, costumbre / para mis ojos,
pies, pecho y oídos, / cansados de esperar, y tus quejidos / añaden a los míos
pesadumbre”.
Considerada por
entonces un territorio desértico y sin encanto, para el escritor se convirtió,
sin embargo, en un regalo del destino: “La mar ciñe a la noche en su regazo”.
En los meses de 1924 que estuvo exiliado descubrió “la nobleza de la gente”, la
apacible calma del cielo, el océano turquesa y las playas de arena blanca.
Fuerteventura “atraerá más al peregrino de una tierra pura, evangélica, que al
hedonista de la sociedad de consumo”, escribió. No se equivocó. Apenas 60 años
después, la isla se convertiría en uno de los destinos de surf mundial, el
Hawaii europeo de naturaleza virgen donde remontar olas entre tortugas y peces
espada.
Fuerteventura
ofrece olas de primera calidad todo el año. Las condiciones del clima (21
grados de media) hacen que la isla sea perfecta para la práctica de una amplia
variedad de deportes de agua, pero el aumento del turismo atraído por las
actividades acuáticas ha necesitado de una infraestructura significativa,
puertos deportivos, escuelas para el aprendizaje, espigones e incluso playas
artificiales creadas a lo largo del litoral que han afectado a las olas, un
patrimonio ecológico y natural que genera una importante riqueza económica para
la isla.
Para remediarlo el
Cabildo de Fuerteventura ha decidido proteger y conservar las olas en las que
se practica surf y otras disciplinas como activo importante para la isla, tanto
a nivel cultural como social y económico, y ha pedido que se elabore un
catálogo de olas surfeables.
El informe estudia
48 olas (la mayoría, 39, están en la costa norte de la isla), y aplica las
mediciones en cada zona para determinar el área de influencia que tendría una
obra marítima, es decir la distancia que debe respetarse a la hora de ejecutar
una obra marítima para no afectar al desarrollo de las olas de surf.
En la memoria del
catálogo se señala que la isla “es reconocida mundialmente por el gran número
de olas surfeables a lo largo de su costa” y que el oleaje (tipo swell) “tiene
altos periodos ideales para la práctica del surf, windsurf, kite surf y
bodyboard”. Con esta declaración oficial aprobada por el Cabildo se pretende
evitar que el ecosistema natural y deportivo y el desarrollo económico asociado
al surf, se vea afectado por el crecimiento de la población y del turismo.
Fuerteventura se convertiría en la primera isla del Archipiélago en
comprometerse con el registro de sus rompientes.
Una ola vale 12
millones
Las olas son
procesos muy complejos que sufren grandes transformaciones en su movimiento
hacia la costa, tanto en la altura, en la forma, en la longitud de onda como en
la velocidad de propagación y el movimiento del agua a su paso (círculos,
elipses, segmentos, corrientes), llegando incluso a romper, por efecto del
fondo.
En la isla majorera
los amantes de los deportes acuáticos saben interpretar a vista de pájaro el
paisaje litoral, el viento y la profundidad del agua, pero sólo si eres natural
de allí puedes llegar a entender los mecanismos exactos que forma una ola
natal.
El catálogo final
redactado para el Cabildo, que ha contado con la colaboración de una comisión
de trabajo formada por asociaciones, clubes de Fuerteventura, otras entidades y
un ingeniero, incluye zonas de protección en una propuesta de “declaración de
olas de Fuerteventura como patrimonio natural y de interés deportivo”, así como
protocolos de actuación frente a supuestas actuaciones en el litoral.
En 2015, Canarias
acogió las Primeras Jornadas nacionales sobre las olas en donde expertos de
California, Francia o Gran Bretaña analizaron la importancia de este recurso
como motor económico de áreas geográficas. Los titulares de los medios de
entonces señalaban que “una ola puede suponer para la economía local 12
millones de euros anuales en ingresos por imagen, aprovechamiento energético,
uso recreativo o turismo”.
Un artículo que
cubría aquellas jornadas técnicas y recoge en su web la Federación Canaria de
Surf estimaba que “la utilización de la ola como fuente generadora de energía
renovable, su papel dinamizador para la economía local de muchos pueblos, su
cada vez mayor protagonismo para actividades asociadas al turismo alternativo o
su necesaria presencia para industrias relacionadas con el oleaje son razones
que evidencian la necesaria protección de este recurso”.
La proyección
exterior de Canarias como destino turístico está relacionada hoy, más que
nunca, con deportes basados en naturaleza y mar. De ahí que algunos deportistas
de enorme popularidad hayan hecho un llamamiento para que la iniciativa del
Cabildo de Fuerteventura se extienda como ejemplo al resto del Archipiélago.
Unamuno curó sus
miedos en Fuerteventura. Al residir en una isla, la contemplación reiterada del
mar le sosegó el alma. “Es en Fuerteventura donde he llegado a conocer a la
mar, donde he llegado a una comunión mística con ella, donde he absorbido su
alma y su doctrina”. Es en esta isla, en la que estuvo confinado, en la que
escribió sus versos más desgarrados e intensos, de crítica o amor desesperado a
España, o de evocación De Fuerteventura a París.
Unamuno dejaría
escrito: “¡Ser enterrado en lo alto de Gredos! ¡O en medio del páramo, o del
mar! Pero no en un sitio cualquiera sino en ¡Sierra de Ávila! ¡Páramo de
Palencia! ¡Mar de Fuerteventura!”. Las olas al romper habrían hecho el resto.
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