CASADO A LAS FINAS HIERBAS
Y CAYETANA
ANÍBAL MALVAR
Decía el otro día
Luis María Anson que Pedro Sánchez no quiere a Pablo Iglesias en el Gobierno
porque «se lo comería con patatas a las finas hierbas». Se refería el veterano
periodista y académico al «equipaje cultural enorme» que carga el líder morado
frente a la cierta alevedad gramática y académica que se le adivina a Sánchez.
Al parecer, el
líder del Partido Popular, Pablo Casado, no sufre esos complejos. El reciente
nombramiento de Cayetana Álvarez de Toledo así lo evidencia. Los periódicos
conservadores de estos días andan voceando por los empedrados capitalinos
extensos panegíricos y laudos hacia la nueva portavoz popular en el Congreso.
Entre la intelectualidad derechona, de Norma Duval a Vargas-Llosa, gusta mucho
eso de aristocratizar a los representantes del pueblo, elegirlos de entre gente
que lleve el de del apellido no postizo y que haya cursado sus masters como
Academia manda, y no en Harvardavaca
.
Pablo Casado ha
metido en su camarote a un tifón de los oceános desatado desde su nacimiento,
con unas convicciones tan firmes y categóricas que no parecen ya convicciones,
sino imposiciones, un animal Faes dispuesto a invadir Irak o Polonia si la
servidumbre no trae el té de las cinco en su justa temperatura. Plagiando a
Anson, yo creo que Cayetana se va a comer a Casado con patatas a las finas hierbas.
En esta fallida
sesión de investidura que vivimos entre tantos anhelos y decepciones, llamó la
atención en los corrillos de plumillas que Cayetana fuera la única diputada del
PP que no aplaudía fervorosamente a Casado. «La marquesa no se rebaja a jalear
a la plebe», susurró algún nihilista.
La muy saludable
feminización de las portavocías en el Congreso se estrena en una legislatura
belicosa. Cayetana por el PP, Adriana Lastra por el PSOE, Inés Arrimadas por
Ciudadanos e Irene Montero por Podemos son todas políticas de oratoria
contundente y puesta en escena ciclónica. Subirán el nivel dialéctico de Rafa
Hernando y otros voceros, hazaña por otra parte bastante asequible, pero
seguramente también los decibelios. Esta será la legislatura del todos contra
todos.
Con el nombramiento
de Cayetana, Casado deja claro que se prepara para la guerra. La décimo tercera
marquesa de Casa Fuerte nunca está cómoda en tiempos de paz. Cuando su partido
sesteaba en la cuna de Mariano, fue una disidente feroz que dejó textos rayamos
en lo insultante hacia la vieja dirección popular de las sorayas y las
cospedales. «En estos cuatro años de mayoría absoluta, la democracia ni se ha
regenerado ni se ha defendido. El Gobierno ha despreciado la política y ha
desoído todas las alarmas», escribió en 2015 al renunciar a repetir en las
listas del PP y dejando claro el camino que ella atisbaba para la supervivencia
del partido: «No con este presidente». Con Mariano no, por traducir à la page.
Además de por su
pensamiento político, destaca Cayetana por su peculiar visión del feminismo:
«Es a la vez mojigato y vengativo», «un enfrentamiento identitario entre
mujeres y hombres». Tiembla Espinosa de los Monteros, que va a tener que pulir
su gallardo argumentario machista si quiere competir con esta valquiria
dialéctica.
Casado, que parecía
haberse disfrazado otra vez de caballerete moderado, ha escogido para dar voz
al PP en el Congreso a lo más feroz y menos disciplinado de su bancada.
Cayetana será primero portavoz de Cayetana y, después, de su partido. Con
patatas a las finas hierbas, como diría Anson.
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