EL AMOR Y LA POLÍTICA
ANÍBAL MALVAR
La Razón lo deja
cristalino en su portada de esta mañana. España está ingobernable, pero siempre
se pueden encontrar resquicios para la esperanza. El diario de Planeta
considera que la noticia principal de ayer, la de llevar a toda portada, es que
«Albert Rivera y Malú hacen oficial su relación». Los mercados se han
tranquilizado, la clase obrera ya sonríe al futuro, los enfermos sanan
milagrosamente y abandonan las listas de espera, se comenta que varios LGTBI se
han curado de repente y envían sonetos de amor a Rocío Monasterio.
La verdad es que no
extraña que todo este embrollo de alianzas y desalianzas, de coaliciones y
cooperaciones, insultos y desagravios termine así, con una bonita historia de
amor en portada. Es lo que necesitaba este país. Por fin ya conocemos a dos que
se entienden. Por algo teníamos que empezar. La cabecera de Al rojo vivo hoy
tiene una nueva interpretación.
Al fin y al cabo,
en los últimos meses a lo que estábamos asistiendo es a una comedia romántica
de enredo, con la diferencia de que los tortolitos no se demandaban anillos de
pedida ni requiebros de jardín, sino ministerios, concejalías y mordisquitos en
la caja B.
Como todo el mundo
sabe, las comedias románticas de enredo siempre acaban amablemente con una
concatenación de bodas simultáneas, en plan Historias de Filadelfia. En España,
tan castiza como casta, no siempre sucedía así. Por eso andábamos todos tan
intranquilos hasta que apareció la portada de Malú saliendo con Rivera del hospital.
Toda una metáfora del pueblo llano sacando a la clase política de su agonía.
Pablo Iglesias, que
es un moderno, quiere romper las reglas del género y solo acepta matrimonio con
Sánchez por aclamación de las bases, como si el amor fuera también un asunto
asambleario. Y Sánchez, que no entiende la comedia y está representando un
Otelo, espía con desconfianza los movimientos de todos desde detrás de los
cortinajes de Moncloa. Vox es la cenicienta a la que no quiere nadie, pero que
poco a poco va conquistando nuestros corazoncitos mediáticos. Y Pablo Casado
sonríe tan profidén que es imposible que no acabe encontrando a su pareja de
baile.
El caso es que no
me pareció tan antiperiodístico que La Razón antepusiera la foto de Malú y
Rivera a cualquier nuevo avatar en la interminable salida de este desgobierno.
Supongo que ya interesa más al respetable la relación del político con la
cantante que cada nuevo mohín coqueto o desdeñoso de Sánchez, Abascal,
Iglesias, Casado o Puigdemont. Sobre todo ahora que las rosas socialistas que
Sánchez le regalaba en campaña a Iglesias se están marchitando.
Se entiende así que
el socialista solo admita ministros de Podemos sin perfil político. Lo que
tienen que ser es guapos. El perfil más político que admitiría Sánchez en el
consejo de ministros es el de Malú, de ahí la acertada maniobra de Rivera
entendida perfectamente por el siempre atento Paco Marhuenda.
Si nuestra política
ya estaba de sobra banalizada por unos cerebros bastante aleves, u otros que,
sin serlo, se banalizan hasta hacerse votar la compra de un chalé, no es
desdeñable la actitud de quien quiera llevarla directamente al papel couché. Es
donde se merece estar.
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