CUANDO LOS BANCOS DOMINAN
LA TIERRA
DAVID TORRES
Puede que sea el
calor, puede que sea la lluvia, que no cae en serio desde hace varios meses,
pero la verdad es que en Madrid están pasando cosas muy raras. Quizá no tan
raras cuando uno piensa que, al fin y al cabo, esto es Madrid y que estos
últimos días tampoco hace tanto calor. Sin embargo, la aprobación de la
totalidad de las fuerzas políticas de la capital para sacar adelante Madrid
Nuevo Norte, uno de los mayores proyectos urbanísticos de Europa, tiene toda la
pinta de una de esas conjunciones astrales en que los planetas se alinean según
profetizaba Nostradamus, de izquierda a derecha, Más Madrid, PSOE, Ciudadanos,
PP y Vox.
El germen de este
mastodóntico Shangri-La urbanístico se remonta a 1993, cuando Renfe sacó a
concurso un plan para construir viviendas sobre las vías de Chamartín. Desde
entonces, el proyecto se fue ampliando y creciendo hasta pasar de los 610.000
metros cuadrados iniciales a los 2,65 millones de metros cuadrados de la
actualidad. El flamante alcalde y sus palmeros se han apuntado el tanto, aunque
en realidad fueron Carmena y Más Madrid los que sacaron adelante el último
borrador, blanqueando de paso la denominación del ensueño faraónico, que ahora
se llama «Madrid Nuevo Norte», poética metáfora que carece de la resonancia
barriobajera de «Operación Chamartín».
En efecto,
«Operación Chamartín» sonaba demasiado a pelotazo urbanístico, a fichaje
estrella de Florentino Pérez, quien ya se forró los bolsillos en diciembre del
año pasado a vender unos terrenos cedidos por Carmena un año atrás en el
distrito de Tetuán, y valorados alrededor de los 90 millones de euros, por más
de 130 millones. Es cierto que el proyecto va a proporcionar un montón de
viviendas de protección oficial y miles de puestos de trabajo, por no hablar de
las oportunidades de negocios, pero no hay que ser un lince para descubrir
quién va a hacer el negocio más gordo. Antes de que concluyera el plazo de
información pública, el pasado diciembre, diversos colectivos ciudadanos y
asociaciones ecologistas interpusieron más de 3.500 alegaciones que señalaban
la catarata de infracciones e irregularidades que acarrea este proyecto
demencial, pero tampoco es que les hayan hecho mucho caso. En su momento, el
gobierno de Aznar ignoró un informe jurídico de Renfe que advertía de los
graves incumplimientos del BBVA y de la constructora San José, dos de los
principales promotores de la «Operación Chamartín».
Porque otra de las
casualidades raras que envuelven el éxito de «Madrid Nuevo Norte» es que haya
sido aprobado el mismo día en que el BBVA ha sido imputado en el caso Villarejo
por los delitos de cohecho, revelación de secretos y corrupción en los
negocios. Uno de los pocos políticos que se ha opuesto frontalmente al
disparate ha sido Carlos Sánchez Mato, de IU, concejal del Ayuntamiento desde
2015, quien ha dicho textualmente: «Es un colosal negocio privado hecho con
dinero público». Vamos, lo de siempre pero a lo bestia. No deja de ser curioso
que el festín neoliberal haya tenido lugar cuando todavía colea en las
pantallas el documental de HBO, El pionero, dedicado a la figura de Jesús Gil,
insigne precursor de estos jolgorios de cemento.
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