lunes, 29 de mayo de 2017

“METÁFORA DEL DEMONISMO”



“METÁFORA DEL DEMONISMO”
POR: EDUARDO SANGUINETTI,
 FILÓSOFO

Como el enigma del oráculo, el metalenguaje en este milenio de las grandes muertes colapsa aquello que sugiere, disuelve lo que toca, no responde a la razón y a la mesura sino a la locura y la agonía, en la que se debate una humanidad que asesina ideas e ideales y a los hombres y mujeres, ‘homo phenomenon’, ‘homo diversus’, ‘homo responsabilus’, ‘homo philosophicus’, que conforman al hombre que se autodetermina por y para sí, sin la rigidez del límite ni la urgencia de una ruptura. El hombre que tal vez, puede hacernos vivir una historia consagrada en naturalidad y espontaneidad en un lazo común fundacional.

Se trata de un razonamiento a destiempo, pues está ya en acto la ejecución sumaria del ‘hombre natural’, llevada a cabo por la más mordaz e invisible de las academias, que deslegitima cualquier ensayo de entendimiento en nombre de la igualdad, sosteniendo sin razonamiento ni fundamento alguno la acción de ‘asesinar’ el pensamiento y su devenir histórico, en el sentir del hombre acribillado por el recuerdo de mejores tiempos, que ‘medita con huellas’, silencio y temor, el pasado abolido cuando creía formar parte del ‘gran juego’ del mundo que diverge.

Un orden monótono y totalizante, instaurado por una lógica indigente a la mirada de la cual todo se iguala… Antes para eliminar una revolución, había que disolverla; hoy basta con promocionarla. Es el gran tema hoy, con la tecnología de vanguardia en acto, pero manipulada por singulares expertos que establecen fórmulas apocalípticas para relativizar lo relativo vuelto absoluto, ejecutando un golpe constitutivo de discontinuidad a la luz de siglos que observan. En este contexto, ‘las filosofías débiles’, ‘el proyecto dolce’, ‘el producto light’, ‘la vida soft’ o la geometría blanda, son meros síntomas, meros testimonios de la situación planteada ante esta nueva realidad, más que ensayos de solución personal.

Un inicio para la senda de un vagabundo del tercer milenio, que dice ¡Sí! acompañando la sensación de tener de alguna manera razón en resistir a toda la trampa del lenguaje que inhibe, incluso los comentarios que imponen la violencia de un metarrelato, demasiado consustanciado con este tiempo caótico, pero con rumbo seguro a un giro inesperado donde se ‘medite con huellas’. Todo se disfraza de contradicción, confunde en quien toma la palabra con impaciencia y cierto fanatismo por llegar a ser en impulso retroactivo ‘moscas de la diligencia’ que degradan todo al servicio de las tendencias de la denominada civilización, asimiladas a las prácticas atroces de prostituir a un pueblo, drogarlo y anestesiarlo, es ley: la coartada de la ley… cada ley es una corteza, un pacto demoníaco con el espacio de la trascendencia: un espasmo.

Pensar en un ser maligno y multinacional que actúa independientemente de nosotros sólo sirve para excusarse de nuestra desidia e inaptitud en terminar de una buena vez con los genocidios cotidianos, los atentados a nuestra condición de ‘ser’ y a nuestra libertad jaqueada.

Para algunos, estaría justificada la inercia ante el asesinato cual método de existencia, por el poder irreductible del sistema. Pero más bien se trata de la inercia que legitima el poder, la delegación de responsabilidades, que finalmente es el contrario de la autoría. Del mismo modo que los desastres ecológicos, la llegada de un apocalipsis, se sustenta en los pequeños ‘valores’ cotidianos que casi nadie discute y mucho menos está dispuesto a denunciar… y eliminar.

En sus pliegues la realidad se contempla a sí misma y en ella se despliegan los ‘juegos de engaños’ del hombre, mientras se predica la obsolescencia de los valores, son esos valores los que insinúan ser redimidos y puestos en acto…mientras siglos y siglos de valores nos contemplan, predestinan holocaustos cotidianos, frente a los que la indolencia de la civilización del ‘control’ y la ‘dominación’, descree lo que supone superado, a fuerza de oponer violencia al acto de simplemente ‘ser’.

Asistimos a una situación de crisis absoluta de valores: una absoluta crisis de lo absoluto. Para algunos un síntoma infernal de la confusión del mundo, los demonios y la carne; para otros la conformación del ‘paraíso’ de la desigualdad, de la acumulación, de la serialización de originales desaparecidos, de la muerte del autor y del ‘ser’. Finalmente para todos, un flujo irreversible de acontecimientos cuya flexibilización no consigue ocultar su extremo rigor. Desacreditamos viejos paradigmas por considerarlos inútiles, para enfrentar una nueva realidad, cuando el equívoco es utilizarlos y la tentación más fácil fingir una crisis.

Pero no hay exactamente crisis de valores, imperan unos nuevos apenas identificados, tanto más peligrosos cuanto más invisibles a los ojos del ciudadano distraído en sus rutinas prostibularias, de esclavo del tercer milenio… cuánto menos se discuten.

Desde las oscuras trincheras del ‘orden’ resucitan ciertos impulsos mesiánicos de liberación e higiene frente a un mundo donde la incertidumbre es la única certeza de filiación a lo ya experimentado, vivido y sufrido… permanecemos en una Edad Media de alta tecnología barroca, que ya sustituye paradigmas originales.

Referir la situación actual, de nuestras existencias, creo así las denominábamos, a la metáfora del demonismo es una prevención, un atajo, un paso más allá de ingenuas y peligrosas soluciones reaccionarias que ya se están produciendo hace un par de décadas y que se acrecentarán, multiplicándose aún más en el futuro inmediato. Pues la resurrección de dioses y demonios crece cuanto crece la incertidumbre. En ella afloran al mismo ritmo todo tipo de creencias y descreencias, que crecen en su propio ocultamiento.

Mil años de melancolía se extienden y caen como una red sobre todos y, no tenemos respuestas para dar… pero, ¿qué podemos responder?… sin la esclavitud de un límite, sin la urgencia de una ruptura… elegir entre la vida o el lenguaje: Química de las palabras, electrólisis del lenguaje, pensamientos elevados a símbolo, investidos y despojados, polarizados por la sangre, anclados en el instinto… tomaremos una a una las palabras y partiremos… sexo, sangre y soplo: cuentas y escrituras rituales… cifras de un sentido milenario.

Lo que segundos antes parecía latido… sin advertencia, ni preparación: silencio… ese terreno acotado por el lenguaje… silencio… ni tan solo una gota de agua bendita que invitara al milagro, ni un hueso que tocar… silencio… palpitaciones, vacío, caras, recuerdos, sustancia de los recuerdos… el momento de las cosas tremendas ¿ha pasado?… Tiempo al tiempo y espacio al espacio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario