lunes, 15 de mayo de 2017

HOMO EUROPAEUS



HOMO EUROPAEUS
CRIS COVO GÓMEZ
Desde siempre el Mediterráneo ha sido sinónimo de intercambio, una vía a través de la cual circulaban por Europa seda, vino, especies y salazones. La nueva ruta abrió nuevas posibilidades al comercio y desarrolló vías de comunicación, abiertas a través del mar. El Báltico se convirtió en una notable red de mercancías y personas que afianzó las relaciones entre los pueblos y contribuyó al movimiento interno del continente. El espacio que se dibujó a partir de entonces fue de una agilidad y dinamismo únicos, volcado en todas las dimensiones de la vida; política, social y económica.
Esta imagen contrasta con la que tenemos hoy día de nuestra nueva Europa, con sus policías de frontera, sus vertidos al mar, sus ciudadanos de primera y de segunda.
Los países menores de la unión, Portugal, España e Italia (EPI) de los que se suele hablar denotando un cierto desprecio, cual juego de abastecedores y abastecidos, colonias y metrópoli al fin y al cabo.
El gran proyecto de Europa ha hecho aguas por muchos sitios, ahora nos encontramos ante un mapa ciertamente fragmentado, que anuncia continuamente el fracaso de las políticas que se han venido aplicando, la muerte del euro, la salida de la unión de ciertos países que contemplan con angustia como otros se comen su sopa,…
Habría que volver a retomar el concepto de los antiguos, el “mare nostrum” tan vitoreado y aclamado, un espacio de encuentro e integración que abogue por la prosperidad al margen de los planteamientos y los moldes en que nos hemos encasillado. La Europa de los pueblos desarrolla la imagen de un espacio próspero, no de divisiones y enfrentamientos…  Un cambio de las viejas estructuras y de las mentalidades para poder seguir avanzando y creer de nuevo en el sueño de Europa.

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