GEORGE FLOYD Y EL SUPREMACISTA
DONALD TRUMP
POR GERMAN GORRAIZ LÓPEZ
La deriva
totalitaria sufrida por EEUU durante el mandato de George W. Bush provocó que
en nombre de la sacro-santa seguridad del Estado se llegara en la práctica a
anular el principio de inviolabilidad ( habeas corpus) de las personas,
instaurando de facto el principio de “presunción de culpabilidad” en lugar del
primigenio de “presunción de inocencia”, lo que habría quedado como estigma
imborrable en las fuerzas de seguridad de los EEUU. Ello tendría su reflejo en
la prepotencia, brutalidad y el desprecio racial que destilan las
intervenciones policiales en las grandes ciudades de EEUU,elementos
constituyentes de la llamada “perfección negativa”, término empleado por el
novelista Martín Amis para designar “la obscena justificación del uso de la
crueldad extrema, masiva y premeditada por un supuesto Estado ideal”.
Sin embargo, el
auge del movimiento “Black Lives Matter” (Las vidas negras importan) y la
explosión de violencia urbana en la ciudad de Minneapolis tras la brutal muerte
por asfixia de un indefenso George Floyd en una nueva actuación desmesurada y
con claros tintes racistas de las fuerzas de orden público, provocó que las
áreas metropolitanas con altas tasas de población afroamericana (New York, New
Orleans, Washington, St-Louis, Los Ángeles, Atlanta, Cleveland y Chicago),
estallasen en violentos disturbios callejeros donde se entremezclarían las
demandas sociales con las de segregación racial, olvidando las enseñanzas de
Martin Luther King:“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”.
Donald Trump, los supremacistas y el retorno del “White
Power”
Según una encuesta
de la NBC, el 54% de la población blanca estaría “enfadada con el sistema”, lo
que habría llevado a los votantes blancos a apoyar las posiciones políticamente
incorrectas y refractarias a los dictados del estabishment tradicional
republicano de Donald Trump, simbolizado en el apoyo de los indignados blancos
mayores de 45 años a Trump y de los partidos neonazis y supremacistas blancos
que siguen controlado los ámbitos de poder de la “América profunda”. El firme
apoyo a la candidatura de Trump por David Duke, ex-líder del KKK y los
posteriores nombramientos de Sebastian Gorka,(miembro de la organización de
extrema derecha húngara Vitézi Rand) como asesor de contraterrorismo y de
Stephen Bannon, de ideología populista y ultraderechista como Jefe de
Estrategia simbolizaron la llegada de los supremacistas blancos a la Casa
Blanca con el objetivo inequívoco de instaurar el “White Power” en una sociedad
en la que la evolución demográfica provocará que la población blanca será
minoritaria en el escenario del 2.043. Así, según la Oficina del Censo de EEUU,
hacia el 2043 los blancos dejarán de ser la mayoría de la población
estadounidense y serán desplazados por la suma de la población hispana que
aumentaría de 53,3 millones en la actualidad a 128,8 millones en 2060 y la
afroamericana, que pasaría los 41,2 millones actuales a los 61,8 millones
previstos por las proyecciones.
La distopía afroamericana
Una distopía sería
“ una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a
los de una sociedad ideal” y se ubican en ambientes cerrados o claustrofóbicos
cuyo paradigma sería la ciudad de Detroit, escenario distópico de naturaleza
real (no ficitica) y el paradigma del mayor éxodo masivo de población sufrido
por una ciudad moderna durante los los últimos 70 años. Dicho éxodo estuvo
motivado por la conjunción de razones económicas (la corrupción generalizada de
las autoridades municipales y el hecho de que los altos impuestos por vivir
dentro del área metropolitana se reducían drásticamente en el extrarradio) y
raciales. Así, Detroit habría pasado de tener en el área metropolitana 1, 8
millones de habitantes en 1960 ( 90 % de raza blanca) a 700.000 en el 2012 (84%
de raza afroamericana), movimiento migratorio centrífugo conocido
coloquialmente como “white fligt “ (vuelo blanco) ya que la mayoría de la
población que emigraba a los extrarradios era de raza blanca y de clase media y
alta, quedando la población de color confinada al este de la ciudad en una zona
irónicamente denominada “Paradise Valley” (Valle paraíso).
La radiografía de
la población afroamericana preCOVID esbozaría un escenario distópico, donde el
40% de la población afroamericana viviría por debajo del umbral de la pobreza,
con unas tasas de paro estratosféricas superiores al 17 %, cifra que se
triplicaría en cuanto atañe a la población joven negra (51%), con los
consiguientes efectos colaterales de marginalidad, economía sumergida e
incremento de los índices de delincuencia., favorecido por la lacerante falta
de inversiones en los servicios públicos y la existencia de miles de solares y
viviendas abandonados vacíos que deberán ser derruidos por el Ayuntamiento.
Además, la drástica recaudación de impuestos obliga a recortar todavía más los
programas de asistencia social, subir los impuestos y privatizar la mayoría de
servicios públicos debido al déficit acumulado y al nivel de los bonos emitidos
ya que no pueden imprimir dinero para financiar sus déficits como lo hace la
nación, situación extrapolable a otras muchas ciudades de mayoría
afroamericana.
La vigencia de las ideas del reverendo Wright
El reverendo Wright
en un sermón pronunciado en el 2001 en la parroquia de la United Church of
Christ de Chicago expresó la necesidad de una metanoia colectiva de la sociedad
estadounidense “que transforme las guerras militares imperiales en guerras
políticas internas contra el racismo y las injusticias de clase”, para lo que
propuso una redistribución fundamental de la riqueza a través de la
reasignación del presupuesto público. Citando el “regalo de la Administración
de George W. Bush de 1.300 billones de dólares en exenciones de impuestos para
los ricos”, replicó con una propuesta de financiación pública de asistencia
médica universal y de reconstrucción del sistema educativo para ponerlo al
servicio de los pobres. Asimismo, en una conferencia pronunciada en la
Universidad Howard (Washington) en el 2006 afirmó: «Este país se fundó y está
dirigido según un principio racista (…) Creemos en la superioridad blanca y en
la inferioridad negra (…) más que en el propio Dios», según un extracto
publicado por The Wall Street Journal. Asimismo, el ex-Presidente Obama, hijo
espiritual del Reverendo Wright y deudor del título de su libro “La Audacia de
la Esperanza,” en su libro “Los Sueños de mi padre” habla sobre la actitud
vital de la población afroamericana , marcada por el estigma generacional de
“una segregación racial que ha caracterizado el devenir norteamericano” según sus
palabras, herida sin cicatrizar que irremediablemente volverá a estallar
durante la campaña de las Presidenciales del 2020.
¿Reedición de la Marcha sobre Washington?
La persistencia de
la violencia policial contra la población afroamericana y la práctica impunidad
de la policía aunado con la visibilidad mediática de los supremacistas blancos
que contarían con “la fraternal comprensión” de Donald Trump, podría hacer
oscilar en sus valores la otrora monolítica actitud de las Fraternidades negras
de permanecer al margen de las protestas violentas al constatar la certeza de
las palabras del visionario Martin Luther King, Premio Nobel de la Paz : “Hemos
aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos
aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”) Así, podríamos asistir al
agigantamiento mediático del activista por los derechos civiles Al Sharpton y a
una nueva gran marcha pacífica sobre Washington (Martin Luther King, 1.963), no
siendo descartable una posterior reedición de los violentos disturbios raciales
del verano de 1963, quedando de paso la frase de Luther King “I have a dream”
(Tengo un sueño), como una utopía inalcanzable en la distópica sociedad
estadounidense del siglo XXI.
GERMÁN GORRAIZ
LÓPEZ-Analista
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